Pedro Rodríguez - DE LEJOS

Sospechosos habituales

La frustración en Iberoamérica se alimenta de abusos en la economía e ineficacia en la política

Pedro Rodríguez

«Detengan a los sospechosos habituales» es una de las frases más memorables de Casablanca, un clásico de Hollywood repleto de frases memorables. La orden sirve para asegurar un desenlace feliz. Al examinar la complicada situación que comparten un número creciente de países en Iberoamérica se tiene la sensación de vivir en un bucle de Casablanca con un superávit de sospechosos pero con un déficit, como diría Graham Greene, de héroes.

Junto a los países que aprovechan cualquier crisis para desestabilizar a terceros y distraer de su precaria situación interna, la lista de factores recurrentes que explica los problemas en tantos países del continente americano empieza por la economía. Las reformas acometidas y el crecimiento de años pasados no han bastado para hacer frente a los retos de la desigualdad y la desafección social creada por toda clase de expectativas incumplidas. Múltiples países se encuentran ya de camino o en recesión, lo que ha llevado al FMI ha recortar sus proyecciones de crecimiento para la región de un escaso 1,6 % a un paupérrimo 0,6 %.

A un bajo crecimiento económico se suma una altísima desconfianza hacia la política. Es la tormenta perfecta que ha estallado en Ecuador, Perú e incluso en un país idealizado desde fuera como Chile. Por un lado, toda esta profunda frustración se alimenta de los abusos perpetrados al amparo de la economía de mercado. Y de otro, de la ineficiencia demostrada por las instituciones democráticas para proteger a sus ciudadanos. Sin olvidar, el apego al poder demostrado por líderes dispuestos a traspasar todas las líneas rojas necesarias para perpetuarse en el gobierno.

Este sombrío panorama -que abarca desde los retrocesos sufridos por las familias de clase baja y media hasta una peligrosa proliferación de prácticas corruptas y criminalidad- resulta ideal para generar brotes de violencia aparentemente incomprensibles, el populismo en todas sus declinaciones y los caudillos con ganas vitalicias de poder.

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