Pedro Rodríguez - DE LEJOS

El peor escenario

¿Caracas o Washington? El asalto del trumpismo a la democracia de Estados Unidos culmina en un desenlace electoral tan caótico como violento

Partidarios de Trump en la Rotonda del Capitolio este miércoles, 6 de enero AFP

Pedro Rodríguez

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A la hora de explicar lo que ocurre en Estados Unidos se podría hablar de un fracaso colectivo de imaginación. Tanta incredulidad y falta de anticipación han impedido apreciar la profunda y peligrosa degradación democrática acumulada durante la era Trump por un país considerado históricamente como referencia política para el resto del mundo.

Para rectificar este déficit de imaginación urge considerar que estamos ante el peor de los escenarios posibles: un desenlace tan caótico como violento del ciclo electoral iniciado el pasado 3 de noviembre. De que los resultados de estas reñidas presidenciales iban a ser cuestionados y litigados, había pocas dudas. Lo de menos habría sido una batalla judicializada que llegase hasta el Supremo como en el año 2000.

Es cierto que el umbral de la violencia ha sido históricamente muchísimo más alto en Estados Unidos. Desde que en 1804 el vicepresidente Aaron Burr mató en duelo al exsecretario del Tesoro, Alexander Hamilton , la democracia americana ha sido más bien de gatillo fácil. Sin embargo, en 2021 no estamos hablando de unas élites pendencieras sino de un país tan desquiciado como para perder por completo cualquier noción de respeto a sus instituciones de gobierno y dignidad en la vida pública.

Donald Trump, con su nacional-populismo, no ha hecho más que alentar toda esa degradación y corrupción en su propio beneficio. La pandemia ya había logrado convertir el pautado camino hacia la Casa Blanca en un proceso casi irreconocible. De hecho, el Covid-19 no ha hecho más que exacerbar todo lo que en Estados Unidos previamente no funcionaba: la desigualdad, el problema racial, la sanidad, la extrema polarización política y la espiral de crispación. Pero eso no es todo, el gran legado del trumpismo es haber hecho también irreconocible a la democracia de Estados Unidos.

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