Pedro Rodríguez - DE LEJOS

El río grande del populismo

Trump y López Obrador comparten el desastre populista en la gestión de la pandemia

López Obrador hace su primera visita de Estado a EE.UU. EFE

Pedro Rodríguez

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Estados Unidos y México comparten casi 3.200 kilómetros de frontera. Desde el Pacífico hasta el Golfo de México, esta mítica línea de demarcación que presume de tener el mayor número de cruces legales del mundo comprende tanto zonas urbanas como inhóspitas, aunque a veces cueste distinguirlas. Buena parte de la linde divisoria discurre a lo largo del Río Grande (conocido por los mexicanos como Río Bravo); atraviesa los desiertos de Sonora y Chihuahua; y apalancándose en una parte del río Colorado llega hasta Tijuana, en Baja California.

Greg Grandin, el historiador de Yale y autor del libro «The End of the Myth» reconocido con el Premio Pulitzer, explica que hubo un tiempo en el que el lenguaje de la frontera no fue otro que el de la poesía. Por lo menos desde el punto de vista del excepcionalismo gringo que justificaba su expansión territorial como la mejor apuesta para un futuro mejor, más democrático e igualitario. Sin embargo, hace tiempo que la lírica se ha esfumado y en los últimos años el populismo se ha convertido en la jerga compartida a ambos lados de esa frontera tan porosa.

A pesar de presidir sobre países tan opuestos como EE.UU. y México, Trump y López Obrador son beneficiarios de similares fenómenos de desafección política, polarización y ajuste de cuentas. Comparten la misma irresponsable sobreexposición mediática e incompetencia radical que tan desastrosas han resultado a la hora de gestionar la pandemia de coronavirus. En ambas orillas del Río Grande, el virus campa por sus respetos.

El gran problema compartido por líderes populistas como Trump o López Obrador es que odian ser impopulares. Y por negarse a enfrentarse a la dura realidad, como explica Gideon Rachman en el «Financial Times», sus gobiernos han fracasado tan dolorosamente en la lucha contra el Covid-19. Esta crisis, que puede resultar también letal para el populismo, solamente genera malas noticias: miedo, rebrotes, destrucción económica y libertades recortadas. Y lo peor de todo, es que obliga a tomar decisiones terriblemente impopulares.

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