Navalni recibe el alta médica en Berlín

El opositor ruso ha sido tratado en la Charité durante un total de 32 días, 24 de los cuales permaneció en una unidad de cuidados intensivos

El líder opositor ruso, sentado en un parque en Berlín REUTERS / Vídeo: Los médicos dan el alta a Navalni y confían en su «completa recuperación» - EP

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Un mes después de su ingreso en la Charité de Berlín , el opositor ruso Alexei Navalni ha sido dado de alta. «El estado de salud del paciente ha mejorado hasta tal punto que se pudo finalizar el tratamiento médico agudo», dice el comunicado del prestigioso hospital, que ha accedido a los deseos del paciente y su familia de continuar con el tratamiento en una ubicación privada. Alexei Navalni ha sido tratado en la Charité durante un total de 32 días, 24 de los cuales permaneció en una unidad de cuidados intensivos. El equipo médico considera posible «una recuperación completa, en función de la evolución anterior del paciente y su estado actual», informa el comunicado, pero no descarta todavía que se puedan producir secuelas a largo plazo, una cuestión que «solo podría evaluarse más adelante».

El 7 de septiembre, Alexei Navalni se había recuperado suficientemente para que los médicos alemanes decidiesen devolverlo lentamente a la vida , sacándolo del coma al que había sido inducido. «No voy a mentir, no recuerdo nada», ha dicho Navalni más tarde, «pero puede decir que hay algo que recuerdo con seguridad. Más precisamente, difícilmente se puede llamar a eso un recuerdo, sino más bien una serie de las primeras sensaciones y emociones», ha dicho el propio Navalni, que no tiene planes de permanecer en Alemania de forma permanente ni solicitar asilo en este país. Su portavoz, Kira Jarmysch, ha informado que quiere volver a Rusia y continuar su trabajo allí tan pronto como su estado de salud lo permita. «Nunca hubo una alternativa», ha dicho Jarmysch.

Sin embargo se desconoce la ubicación a la que se trasladará después del alta médica. Las autoridades rusas han informado acerca del inicio de una investigación preliminar interna sobre el posible envenenamiento de Navalni, una investigación que el equipo del disidente considera «una farsa». «Nuestros departamentos ya lanzaron una investigación preliminar, examinaron muchas instalaciones, hablaron con el personal del hotel, del hospital y del aeropuerto», asegura el embajador ruso en Berlín, Serguéi Necháev, que sin embargo añade que Moscú podrá iniciar una investigación real «solo cuando hay pruebas concretas para la sospecha». «Es el principio del estado de derecho, se espera que esté vigente en todos países, incluido el nuestro», insiste. Necháev afirma que Moscú toma el caso de Navalni en serio y quiere cooperar con Berlín en la investigación en conformidad con todos los acuerdos internacionales, pero señala que Rusia espera recibir de Alemania las muestras de los análisis de Navalni que ya fueron enviadas a los laboratorios de Francia, Suecia y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ). En este contexto, el embajador ruso se queja de que a Alemania le falta actualmente la «disposición de cooperar» con Rusia. «No podemos estar de acuerdo con el ultimátum de que el Gobierno ruso está implicado de algún modo en este caso», dice, «no podemos aceptar ultimátums ni amenazas con sanciones».

Los colaboradores de Navalni, que desprecian esas declaraciones, creen que la inteligencia rusa seguirá intentando asesinar al opositor . Leonid Volkov, el jefe de personal de Navalni, culpa al presidente ruso Vladimir Putin del el ataque con veneno a su jefe. «Putin ha decidido destruir a su rival más importante», ha dicho en una entrevista concedida al periódico alemán «Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung». Para él está claro: un ataque de ese tipo en Rusia «no funciona sin Putin». Después de todo, solo los militares pueden producir la neurotoxina Novitschok, identificada por un laboratorio militar alemán y confirmada por otros tres europeos, «eso debe ordenarse desde arriba a través de una cadena de mando». Según el jefe de gabinete, fue también Putin quien tomó la decisión final de trasladar al crítico del Kremlin a Alemania y eso fue lo que impulsó el giro de la opinión de los médicos de Omsk, que inicialmente habían diagnosticado un problema metabólico y que denegaban el permiso para el traslado por considerarlo peligroso para su salud.

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