Al menos 38 muertos en un ataque de fuerzas rebeldes al este del Congo

El enfrentamiento se produjo entre cascos azules de la ONU y la milicia islamista ADF, quien opera principalmente en la zona montañosa de Rwenzori, en la región de Kivu Norte

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Al menos 38 personas han perdido la vida en los combates registrados en las últimas horas al este de la República Democrática del Congo entre fuerzas de las Naciones Unidas y miembros de la milicia islamista Alianza de Fuerzas Democráticas (ADF), según denunciaron residentes locales.

El ataque se inició en la ciudad de Eringeti, en la provincia de Kivu Norte, a comienzos de la tarde del pasado domingo y se prolongó hasta la madrugada. Entre las víctimas, advierte la ONG local Cepadho, se encontrarían numerosos civiles así como un miembro del destacamento de la ONU.

Sumergida en la amalgama de grupos rebeldes que combaten al este de la República Democrática del Congo, la milicia islamista Alianza de Fuerzas Democráticas (ADF) opera, principalmente, en la zona montañosa de Rwenzori, región de Kivu Note.

En la actualidad, las fuerzas de este grupo surgido en la década de los 90 se estima entre los 800-1.200 miembros (aunque otras fuentes aseguran que estos números se encuentran sobredimensionados), en una «organización estrictamente controlada», que subsiste de la tala ilegal, la extracción de oro, así como de la extorsión en las localidades de Butembo, Beni y Oicha.

Ya a comienzos de año, un informe del panel de expertos de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en el Congo (Monusco) destacaba la total ausencia de conexiones del ADF con otros grupos terroristas, caso de Al Qaida, Al Shabab o Boko Haram.

«(El ADF) están integrado en la vida de los Kivus, lo que quiere decir: enfrentamientos armados por el acceso y control de los territorios. Solo ocurre que son musulmanes», aseguraba recientemente a ABC un trabajador humanitario de la zona.

De igual modo, fuentes de la propia Monusco consultadas por este diario reconocen que, a la hora de analizar el preocupante aumento de la violencia del ADF, no se debe obviar los intereses cruzados de la zona.

Milicia dividida

Desde comienzos de 2014, cuando las fuerzas armadas congoleñas lanzaran la operación Sokola, el ADF ha sufrido un proceso de re-invención. Ahora, algunos analistas limitan ya su número de miembros a apenas 100-200 combatientes divididos en varios subgrupos, aunque principalmente dos: la facción liderada por Jamil Mukulu, quien fuera detenido en abril en Tanzania; así como la capitaneada por Seka Baluku, que cuenta con importantes comandantes en sus filas.

En este sentido, el aumento de la violencia y las represalias contra la población civil por parte del ADF han servido al gubernamental Partido del Pueblo para la Reconstrucción y la Democracia (PPRD) y su aliados del BUREC para ganar terreno político. Éste es el caso de las recientes denuncias contra Mbusa Nyamwisi, líder del opositor RCD/K-ML, a quien se acusa de usar sus conexiones con la milicia tutsi M23 en su apoyo al ADF. No obstante, en todas las entrevistas mantenidas con este diario, Bertrand Bisimwa, representante del ala política del grupo armado M23, siempre ha negado las conexiones entre su milicia y otros grupos.

De forma paralela, muchos de los ataques atribuidos al ADF habrían sido realizados por otros insurgentes, principalmente, milicianos Mai Mai, que se han servido de la falta de información que pende sobre los rebeldes.

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