El marasmo impide a Berlín ocuparse de la UE

El 24 de septiembre supone el fin de una era larga en Europaen la que la estabilidad política en Alemania se sobreentendía

La canciller alemana Angela Merkel REUTERS
Hermann Tertsch

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El terremoto político que han supuesto los resultados de las elecciones federales del domingo se ha trasladado ya con plena virulencia a todos los partidos. Y cada vez es más evidente que el 24 de septiembre supone el fin de una era larga en Europa en la que la estabilidad política en Alemania se sobreentendía. Ya no será así ni en el mejor de los casos. Que sería la rápida formación bajo la canciller Angela Merkel que esa coalición de la Unión Democristiana (CDU/CSU), los liberales del FDP y los verdes. Es impensable que sea rápido el acuerdo y es probable que sea muy frágil.

Los gobiernos europeos comprobarán que Berlín no volverá a funcionar como antes . Y los planes por ejemplo del presidente Emmanuel Macron para esa refundación europea que ayer proponía con una intensificación de la unidad económica y financiera parecen ya condenados. Habrá muchas otras dificultades con los liberales, con los verdes, pero sobre todo al principio con su socio socialcristiano bávaro.

En la CSU se tambalea su jefe Horst Seehofer que ha perdido nada menos que 11% el domingo frente a una AfD que sacó en Baviera su mejor resultado del oeste con el 12%. Y el jefe de grupo de la propia Merkel, Kauder sufrió un serio rapapolvo en la elección del grupo. Lo que pone en evidencia que no es un tripartito sino un cuatripartito lo que tiene que organizar primero, amarrar y mantener.

La CDU y CSU tienen que ponerse de acuerdo antes para las negociaciones con los liberales y los verdes , dos gallitos ideologizados que se desprecian y detestan. Merkel es la única que dice excluir una repetición de las elecciones después de un eventual fracaso de las negociaciones en muchos meses.

Humillante trauma

Ayer se vieron en los partidos serias grietas ante un futuro incierto como nunca . Paradójicamente el primer partido en padecer una ruptura interna ha sido el de mayor éxito, el derechista Alternativa por Alemania (AfD). Si el lunes su dirigente Frauke Petry anunciaba que no entraría en el grupo parlamentario por sus discrepancias con la actual dirección, ayer anunció que abandonaba el partido y animaba a otros miembros del mismo en los parlamentos regionales y entre los nada menos que 93 otros diputados en el Bundestag, a unirse a ella para otra nueva formación.

En el SPD también ha estallado la guerra tras la parálisis momentánea del humillante trauma que ha sido la peor derrota de la historia del partido desde 1933. Está claro que Martin Schulz, máximo responsable de la catástrofe quiere que la paguen otros. Y se ha puesto a la cabeza de la operación de renovación total del partido salvo él mismo. Lo cierto es que hay precedentes.

El candidato Frank Walter Steinmeier, también humillado por Merkel, utilizó el trauma de la derrota en el 2009 para aferrarse al cargo y liquidar a los demás. Y le salió bien. Ahora Schulz coloca a Andrea Nahles como jefa del grupo en fea maniobra contra Sigmar Gabriel, jefe del partido que cedió la candidatura a Schulz. Pero este fracasa en mover otras fichas para aumentar poder. Van a pasar muchas cosas en el SPD aun. Hay corrientes fuertes que quieren que Schulz sea el primer símbolo de lo derrotado y desechable en caer para la renovación. Y otros que podían haberle protegido no le perdonan que anunciara sin previo aviso ni condiciones la ruptura de la coalición y el paso a la oposición. Que políticamente puede ser necesario para la regeneración política pero tiene sus muchas víctimas en los miembros del partido que abandonan la administración.

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