Un soldado tailandés patrulla con un perro policía la localidad de Eraway Shrine, un popular destino turístico atacado el año pasado
Un soldado tailandés patrulla con un perro policía la localidad de Eraway Shrine, un popular destino turístico atacado el año pasado - AFP

La Junta militar de Tailandia anuncia la detención de 15 sospechosos por los atentados de la semana pasada

Los ataques, en varias localizaciones del país, dejaron 4 muertos y más de una treintena de heridos

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La Junta militar de Tailandia ha anunciado este jueves la detención de 15 personas por su presunta participación en los atentados de la semana pasada, que dejaron cuatro muertos y más de una treintena de heridos.

El coronel Burin Tongprapai, asesor legal del Gobierno militar, confirmaba que los arrestados se encuentran en uno de los cuarteles del Ejército, mientras se busca a otros dos sospechosos, quienes habían sido liberados tras una detención previa.

A comienzos de semana, fuentes policiales confirmaban la conexión de uno de los presuntos responsables de los atentados con grupos separatistas del sur del país.

«En base a la investigación, creo que este sospechoso es una clave importante para implicar a otros miembros de la red», aseveró Sriwarah Rangsipramkul, jefe adjunto de la Policía.

Entre el jueves y el viernes de la semana pasada, una serie de explosiones coordinadas en diversas localizaciones de Tailandia se cobraba la vida de al menos cuatro personas, con una treintena de heridos.

Los atentados se iniciaban a media tarde del jueves cuando una persona fallecía en una detonación en un mercado de la provincia de Trang, en el centro del país. Posteriormente, dos artefactos ocultos en macetas explosionaban con apenas 30 minutos de diferencia en la ciudad de Hua Hin, 200 kilómetros al sur de la capital, Bangkok. En el ataque perdía la vida una mujer que regentaba un establecimiento de comida callejera.

Ya en la jornada del viernes, se produciría una nueva oleada mortal. En Surat Thani, al sur de Tailandia, dos bombas sacudían las inmediaciones de una comisaría. Mientras, la ciudad de Phuket, conocido centro vacacional de la región, y de nuevo Hua Hin, se convertían en objetivo de nuevos artefactos.

«Esto no es un acto de terrorismo, sino de sabotaje local», relativizaba entonces el portavoz de la policía nacional, Piyapan Pingmuang. El balance final: más de una decena de explosiones de dispositivos caseros activados con teléfonos móviles en siete provincias del país (así como otros dos aparatos sospechosos descubiertos entre el miércoles y el viernes en Phuket).

Precisamente, una de las bombas defectuosas, realizada con una batería externa de teléfono móvil y depositada en la playa de Patong, en el área de Phuket, comienza a estrechar ahora el cerco sobre presuntos culpables.

Según fuentes de la investigación, las pruebas de ADN señalan como principal sospechoso a un hombre de 35 años, identificado Ahama Lenga y residente en la provincia de Narathiwat. El presunto terrorista ya había sido fichado por las autoridades en dos ocasiones anteriores: en octubre de 2004, durante una violenta protesta en Tak Bai que se saldó con la muerte de 85 personas, y en septiembre de 2010, cuando se entregó a la Policía en relación con una supuesta desobediencia de la ley de emergencia

Desde el inicio de la crisis, la Junta militar, en el poder desde 2014, ha negado la relación de estos atentados con las milicias que operan al sur del país, donde la insurgencia malayo-musulmana exige una mayor autonomía administrativa por parte del Gobierno de Bangkok

En esta zona -las tres provincias de Patani, Yala y Narathiwat- el conflicto separatista se ha cobrado más de 6.500 vidas desde 2004.

Ya en lunes, el primer ministro y titular también de Defensa, Prawit Wongsuwan, evitaba relacionar ambos elementos al asegurar que los atentados «definitivamente no son una extensión» de la insurgencia del sur, pero sus autores «podrían haber sido contratados desde allí».

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