Pedro Rodríguez - De lejos

El gran zurullo

La dimisión de la cara más visible, y dura, del Brexit podría ser una de las mejores noticias del año

Pedro Rodríguez

Siempre me ha parecido que el Reino Unido no se merecía tener como ministro de Exteriores a un impresentable tan «fake» como Boris Johnso n. Los políticos sin escrúpulos que mienten, polarizan y manipulan no se merecen llegar muy lejos, ni tan si quiera en los tiempos del nacional-populismo. La dimisión de la cara más visible, y dura, del Brexit podría ser una de las mejores noticias del año si la primera ministra Theresa May consigue aguantar el tipo ante sus correligionarios más eurófobos.

El muy poco diplomático Boris ha tardado un largo fin de semana en tomar la decisión de abandonar su puesto, siguiendo la estela dimisionaria del ministro para el Brexit, David Davis. Toda una estampida teniendo en cuenta que el pasado viernes, el gabinete en pleno escenificó a lo Gilbert y Sullivan una opereta de consenso en Chequers, la residencia de campo de los primeros ministros. Desde su cómoda ambigüedad , el líder laborista Jeremy Corbyn se ha pitorreado sentenciando que «el consenso de Chequers ha tardado dos años en producirse y dos días en desvanecerse».

Boris no ha tenido agallas para dimitir ipso facto aunque fiel a su escatológica tradición afirmó que el plan para un Brexit blando era «a big turd», es decir «un gran zurullo» que el diccionario de nuestra Real Academia define como «pedazo rollizo de materia blanda» , sinónimo de mojón. Una descripción perfectamente aplicable también al propio Boris Johnson por muchos libros que escriba sobre Churchill.

La estrategia auspiciada por Theresa May plantea formar con la Unión Europea lo más parecido a una zona de libre comercio para mercancías. Lo cual significa asumir las regulaciones de Bruselas pero sin participar en su formulación , confirmándose el diagnóstico de que el Reino Unido no tenía ni idea del lío en el que se estaba metiendo votando a favor del Brexit en el referéndum del 23 de junio de 2016.

Parte de este embrollo, por supuesto, es la agravada crisis que sufre el gobierno conservador británico desde hace dos años. Entre líneas rojas, un partido fracturado y la amenaza de que 48 diputados tories fuercen una moción de censura en los Comunes, lo único muy claro en toda esta saga es que Boris Johnson quiere llegar como sea a primer ministro.

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