Carmen de Carlos - EN FOCO

Bolsonaro y la silla vacía de Macri

El presidente de Brasil está dispuesto a asumir el liderazgo que Macri no quiso ejercer

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El liderazgo es como el poder, se ejerce o no existe. Jair Bolsonaro no tiene dudas. En menos de una semana ha demostrado que llegó a la Presidencia de Brasil para ocupar, sin titubeos, un espacio que le pertenece por derecho propio y concedido en las urnas.

El excapitán del Ejército y exdiputado, se ha puesto al frente de la batalla contra los tres regímenes totalitarios de la región que, si fueran de derechas, ya estarían enterrados y sus presidentes, entre rejas. Ellos son, Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Miguel Díaz Canel (en modo ventrílocuo de Raúl Castro). El futuro juzgará a aquellos que pudiendo haber hecho todo para frenarlos, prefirieron mirar para otro lado y justificar lo imperdonable.

Bolsonaro, en tiempo récord, ha resucitado la fiebre privatizadora de las empresas del Estado y declarado su desprecio por el Mercosur (malo para la UE que ve alejarse más y más aquel tratado que pensó tener al alcance de la mano). El nostálgico de la dictadura ha recuperado la mano dura para liberar territorios tomados por el narcotráfico (como el Estado de Ceará) y la delincuencia común (64.000 muertes violentas en el 2017). El sucesor de Michel Temer, aprovecha cada minuto de su tiempo para dar un paso más en su plan de Gobierno. Uno importante fue el acuerdo con Chile para la construcción de un corredor bioceánico que deja fuera a la Bolivia de Evo Morales.

Mauricio Macri no fue a la investidura de Jair Bolsonaro y se quedó en la Patagonia disfrutando del verano austral. Estaba enterado de que el brasileño rompería la tradición de sus antecesores de elegir Argentina como primer destino de visita oficial. En su lugar, irá a Chile. Si Macri hubiera aprovechado la oportunidad única de asumirse como el referente de la región, que la historia le sirvió en bandeja en diciembre del 2015, quizás, sólo quizás, la primera visita al Exterior de Bolsonaro sería Buenos Aires. El presidente de Brasil es racista, misógino, de retórica violenta pero, sin duda, un político dispuesto a sentarse en la silla vacía del liderazgo que Macri se resistió a ocupar.

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