Evacuados el Bolshói, un hotel y un centro comercial por múltiples amenazas de bomba en Moscú

Estas amenazas coinciden con la celebración este fin de semana del Día de la Unidad Nacional, una conmemoración del golpe de octubre de 1917

Un coche de la policía rusa, situado en las inmediaciones del teatro Bolshoi en Moscú REUTERS

RAFAEL M. MAÑUECO

Este domingo, mientras en toda Rusia s e celebra el Día de la Unidad Popular , Moscú se ha vuelto a ver sacudida por una nueva avalancha de llamadas telefónicas alertando de la colocación de explosivos por todas partes. La Policía tuvo que proceder a la evacuación de más de 20 edificios, la mayoría en el centro de la capital rusa, y, tras la intervención de desactivadores y el empleo de perros, se pudo constatar que en todos los casos se trataba otra vez de avisos de bomba falsos.

El teatro Bolshói de Moscú ha sido hoy uno de los establecimientos afectados. También los grandes almacenes TSUM y el Hotel Metropol, situados ambos junto al legendario teatro de ópera y ballet. Los mismo ha sucedido en el centro comercial GUM de la Plaza Roja, el Hotel Nacional, otros teatros, cines, comercios y museos que han tenido que ser desalojados. Según las autoridades municipales, más de 20.000 personas han tenido que abandonar precipitadamente los inmuebles, no sólo en el centro sino también en otros puntos de la ciudad.

El Bolshói tuvo que ser evacuado mientras tenía lugar en su sala Beethoven un concierto dedicado al centenario de la Revolución de Octubre, que celebrarán los comunistas rusos por todo lo alto el próximo martes.

Esta ola de gamberrismo o «terrorismo telefónico» , como lo ha bautizado el presidente Vladímir Putin, comenzó el pasado 11 de septiembre. Desde entonces, casi millón y medio de personas se han visto perjudicadas por los desalojos repentinos, incluso en centros docentes e instituciones de Estado de casi 200 poblaciones por todo el país. También en aeropuertos, estaciones de ferrocarril y hasta en el Consulado de España en Moscú . Las pérdidas, según las autoridades, se sitúan en torno a los cinco millones de euros, aunque los empresarios calculan que han sido muy superiores.

Sólo durante el mes de octubre, medio millón de personas fueron desalojadas por falsas alertas de bomba en medio centenar de ciudades del país, informó esta semana el Ministerio de Protección Civil ruso. En su comunicado, aseguraba que «durante el período en cuestión, en 52 ciudades de Rusia fueron recibidas llamadas anónimas con amenazas de explosión relacionadas con 1.300 establecimientos. Fueron evacuadas más de 500.000 personas. Todos los locales fueron comprobados y en ninguno se confirmó la amenaza".

E l director del Servicio Federal de Seguridad (FSB o antiguo KGB), Alexánder Bórtnikov, dijo hace un mes que detrás de los avisos falsos de bomba están cuatro personas de nacionalidad rusa. «Hemos establecido su identidad, lo que no fue fácil. Se trata de ciudadanos rusos. Eso lo puedo decir con seguridad. Son cuatro personas que se encuentran en el extranjero», aseguró entonces Bórtnikov. Según sus palabras, Rusia está en contacto con otros países para tratar de localizar a los saboteadores y solicitar su extradición, pero todavía sin resultados.

Los autores de las amenazas, al parecer, efectuaron las llamadas a través de un complicado sistema informático para no dejar rastro. El Código Penal de Rusia establece penas de hasta 3 años de prisión para los autores de este tipo de delitos. En septiembre, la sede de Yandex, el principal buscador ruso en la red, tuvo que ser desalojado por una amenaza de atentado justo después de recibir la visita de Putin.

En un principio, se sospechó de Ucrania como origen de las llamadas, país con el que Moscú mantiene una pésimas relaciones tras la anexión de Crimea y el envío de ayuda a los separatistas de Donetsk y Lugansk. Rusia está amenazada también por el Daesh por su participación en la guerra en Siria en apoyo del régimen de Bashar al Assad.

Después se culpabilizó al grupo ultraortodoxo «Estado Cristiano-Santa Rusia», cuyo cabecilla, Alexánder Kalinin, fue detenido tras asegurar haber recibido «información anónima» que relacionaba los avisos de bomba con una potente campaña para impedir la proyección de la película «Matilda» del director Alexéi Uchítel. En ella se narra la relación prematrimonial entre el último zar ruso, Nicolás II, y la primera bailarina del gran Teatro Mariinski de San Petersburgo, Matilda Kshesínskaya.

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