La detención de un exmarine acusado de espionaje abre un nuevo frente de tensión entre Rusia y EE.UU.

Algunos cree que el objetivo de la detención de Whelan es canjearle por Maria Bútina, condenada en EE.UU., antes de que esta cuente todo lo que sabe

Imagen del exmarine Paul Whelan, detenido en Moscú donde se encontraba de vacaciones EFE

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Las presiones ejercidas desde Washington parecen haber surtido efecto y las autoridades rusas permitieran por fin que Paul Whelan, acusado de espionaje, pudiera ser visitado ayer en los calabozos de confinamiento preventivo por diplomáticos del Consulado de EE.UU. en la capital rusa. Así lo anunció ayer la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova . La convención de Viena obliga a cualquier país a dar acceso consular a detenidos extranjeros.

Desde Brasil, el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo , exigió contacto consular urgente con Whelan y advirtió que «si la detención carece de motivos apropiados, pediremos su regreso inmediato». El anuncio de su arresto lo hizo el lunes el Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB o antiguo KGB), que motivó la medida en el supuesto hecho de que Whelan fue cogido «con las manos en la masa» cometiendo «un acto de espionaje». Si es reconocido culpable de este delito, podría ser condenado a una pena de hasta 20 años de cárcel.

En un comunicado de la familia, su hermano, David Whelan, asegura que el detenido viajó a Moscú a una boda y, en compañía de algunos de los invitados, visitó la Armería del Kremlin , uno de los lugares más concurrido por los turistas que acuden habitualmente a Moscú. Paul Whelan, de 48 años, es un antiguo marine que dejó el Ejército norteamericano y, según sus parientes, trabaja ahora como director de seguridad de la empresa estadounidense BorgWarner de componentes para vehículos. Según el diario Washington Post, fue expulsado de las Fuerzas Armadas en 2008 por un delito de hurto.

La familia perdió el contacto telefónico con él el viernes 28 de diciembre y se enteraron del arresto el lunes por la prensa. A partir de ese momento, comunicaron el asunto al Departamento de Estado, que ya lo sabía al haber sido informados por Moscú. «Estamos muy preocupados por su seguridad y bienestar. Su inocencia es indudable y confiamos en que sus derechos sean respetados», concluye la nota.

Un canje

Se da la circunstancia de que María Bútina , que se encontraba en EE.UU. con una beca de estudios, fue detenida el pasado mes de julio y acusada de por la Justicia estadounidense de «conspiración» y de haber actuado ilegalmente como «agente al servicio de un gobierno extranjero«. Ella se reconoció culpable de haber cometido ambos delitos en diciembre, tras alcanzar un acuerdo con la Fiscalía.

Pero en el Kremlin sostienen que las acusaciones contra Bútina «carecen de fundamento» y forman parte de una campaña de Occidente para debilitar a Rusia, aislarla y tratar de reducir su influencia a nivel internacional. Lo cierto es que en Moscú hay temor a lo que pueda revelar la joven estudiante en relación con la trama de injerencia rusa en los comicios presidenciales de 2016 en EEUU. Por eso hay voces que aseguran que Whelan no es un espía y su detención no persigue otra cosa que canjearle por Bútina antes de que empiece a contar todo lo que sabe a los investigadores estadounidenses de acuerdo con el programa de cooperación pactado con la Fiscalía para evitar una abultada pena de prisión. El traficante de armas ruso, Víctor But, también en prisión en Estados Unidos, podría también ser otra de las personas susceptibles de ser intercambiada por Whelan.

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