Un momento del debate de los siete candidatos republicanos en New Hampshire
Un momento del debate de los siete candidatos republicanos en New Hampshire - AFP

Christie y Bush frenan la ascensión de los favoritos Trump y Rubio

En el debate previo a las primarias de New Hampshire, los candidatos del «establishment» republicano logran reincorporarse a la carrera

MANCHESTER (NEW HAMPSHIRE) Actualizado: Guardar
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El mundo al revés. El octavo debate republicano, que albergó Manchester como antesala de las primarias de mañana en el estado de New Hampshire, ha dejado una imagen opuesta al devenir de la carrera que partió de Iowa hace una semana. La ofensiva del grupo de gobernadores, Jeb Bush, Chris Christie y John Kasich, representantes de un «establishment» venido a menos y necesitados por ello de una gran reacción, abrió la primera grieta en la hasta ahora sólida candidatura del hispano Marco Rubio, el más joven de los aspirantes, y volvió a cuestionar la preparación del favorito en New Hampshire, Donald Trump, quien a medida que los debates ganan en fondo, ofrece un concurso más débil.

Pero los rezagados que ahora se han venido arriba afrontan dos problemas en uno: que su reacción puede ser tardía, y que es limitada, porque también compiten entre sí y están llamados a repartirse el supuesto botín de votos que logren recuperar.

El ganador de Iowa, Ted Cruz, y Ben Carson, ajenos esta vez a los encontronazos, se limitaron a competir por un votante más conservador, de orientación religiosa, en un estado que les puede resultar más esquivo. Aunque el neurocirujano retirado reprochó abiertamente al senador por Texas que su equipo de campaña informara de su retirada muy poco antes de los caucus de Iowa, algo que le pudo perjudicar. La petición de perdón de Cruz resultó insuficiente.

«Si alguien que no supiera nada empezara hoy a seguir la carrera, pensaría que los líderes son los tres gobernadores». Eran las palabras del periodista y presentador de la cadena de televisión NBC, Chuck Tood, para resumir un debate atípico, en el que los grandes fueron pequeños y los pequeños, grandes. Quienes menos tenían que perder se lanzaron en tromba. El gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, quien había avisado con invectivas previas al debate, logró hacer mella en uno de los triunfadores de Iowa.

En su empeño por terminar con el auge de Rubio, el más peligroso para su supervivencia, le acusó de no tener «la experiencia para ser presidente de Estados Unidos», una «falta de logros de gestión» que se ha convertido en caballo de batalla de los tres gobernadores contra Rubio. El hijo de cubanos recordó en su defensa que si fuera por experiencia, el vicepresidente Joe Biden «podría ser el próximo presidente de Estados Unidos, porque ha estado mil años». Y al ver que Christie redoblaba su crítica, le afeó que en las recientes inundaciones de Nueva Jersey, visitara a los afectados con 36 horas de retraso.

La carta de la experiencia

En un duradero encontronazo, el gobernador reprochó a Rubio que su pretendida habilidad para la dialéctica estuviera «basada en memorizar frases de 25 segundos». Entonces Rubio, más prudente, desvió la atención y las críticas hacia Obama, de quien dijo que «sabe lo que hace, que es un sistemático esfuerzo por cambiar este país», pero en sentido negativo, frente a la visión conservadora. Marco Rubio tardó algunos minutos en reponerse, pero más tarde volvió a estar a buen nivel en política exterior y en el debate sobre el aborto.

El otro choque, entre Jeb Bush y Donald Trump, se decantó en favor del exgobernador de Florida, quien mantuvo y dobló el pulso al magnate. El neoyorquino se había mostrado favorable a la política de expropiaciones para la construcción de obras de infraestructura. Cuando en su argumentación aludió también al beneficio de esas obras cuando son privadas, Jeb Bush salió al paso para asegurar que «las obras tienen que ser públicas, no para construir casinos». Era una alusión frontal a los negocios inmobiliarios de Trump, a la que éste no supo contestar, durante el minuto en que mantuvieron el cuerpo a cuerpo. En un debate en que el menor de la saga Bush mostró un tono mucho más seguro, sus intervenciones en política exterior, inmigación y economía resultaron más convincentes que nunca. ¿Demasiado tarde?

Otro de los triunfadores fue John Kasich. El gobernador de Ohio, bien situado en las encuestas, podría lograr el preciado segundo puesto en New Hampshire (dando por hecho que Trump confirmará las previsiones de victoria), al que aspira Rubio. Kasich, el más moderado y centrista de los aspirantes republicanos, defiende una gestión equilibrada y que impulse las inversiones públicas. Un discurso alejado de la reducción de gasto público típicamente republicana. En materia de inmigración, fue nítido al rechazar el inflexible cierre de fronteras que plantean Trump y Cruz: «No creo que las deportaciones sean un ejemplo que deba definir a lo que tiene que ser este país».

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