Asma Lamrabet: «Islam y feminismo no son incompatibles»

Teóloga, doctora y activista marroquí defiende una emancipación de la mujer respetuosa con la doctrina musulmana

Asma Lamrabet, teóloga, doctora y activista ABC

Carlota Pérez Martínez

La cita es en Rabat, el día está despejado, hace calor, pero la brisa que llega del río Buregreg hace la jornada algo más agradable. Este respiro permite hacer unas compras por la medina de la ciudad sin que signifique un golpe de calor asegurado. La parte más agradable es la Kasbah, una alcazaba que da la impresión de ser una ciudad dentro de Rabat. Desde el mirador se puede ver la playa de Rabat abarrotada de gente en bañador que busca aliviar el bochorno. Este verano no ha habido polémica como el pasado, cuando una página de Facebook marroquí inaguraba la estación estival con el mensaje de: «Sé un hombre y tapa a tus mujeres». Miles de reacciones en contra de este comentario inundaron las redes con la respuesta de: «Sé una mujer libre» . Un movimiento feminista comenzó a alcanzar protagonismo en las redes y las calles de Marruecos.

El feminismo es una ideología que nadie asocia al mundo musulmán y menos a la religión. Que la mujer esté bajo tutela de un pariente masculino, que el hombre pueda ejercer la poligamia, que su testimonio durante un juicio valga la mitad o que herede la mitad que sus hermanos por el hecho de ser mujer es, en el mundo musulmán, lo habitual. La lista de agravios es larga y el origen, supuestamente divino, hace que sean difíciles de cuestionar. Pero ha emergido una nueva corriente que rechaza la lectura tradicional del islam y que propone su propia lectura. Es el caso de Asma Lamrabet (Rabat, 1961), teóloga, doctora y una de las pocas intelectuales en el mundo musulmán que habla sobre igualdad de género en el islam. «Islam y feminismo no son incompatibles, ni contradictorios.», defiende Lamrabet. La teóloga asegura que es necesaria una reinterpretación de los textos coránicos en el nuevo contexto social. Propone una revisión reformista del islam, «el profeta habló del ‘Tajdid’, es decir, una renovación de la religión acorde con el tiempo, por lo tanto, la renovación es inherente al islam». «El problema no proviene de los textos religiosos, sino de la interpretación de estos textos por parte de los hombres», asegura la activista marroquí.

Primeros cambios

Una profunda dinámica femenina de protesta dentro del islam -una religión estructuralmente sexista- ha comenzado en varios países. Como ejemplo, están las reformas que ha experimentado Marruecos . «Se iniciaron avances legales gracias a la voluntad política, incluida la del propio rey Mohamed VI y también de la larga y dura lucha de las mujeres desde la década de los 70, como el Código de Familia de 2004 y la Constitución de 2011 que fueron emblemáticas para la emancipación de la mujer en el mundo musulmán y han permitido, aunque aún queda mucho, abandonar en cierto modo la configuración tradicionalista y discriminatoria», explica Lamrabet.

El año pasado, la doctora dimitió de la dirección del Centro de Estudios de la Mujer en el Islam, que llevaba dirigiendo casi una década, por la presión de las instituciones religiosas y los círculos conservadores, después de que declarara que la igualdad de género en la herencia era parte de los objetivos del islam. A pesar de ello, Lamrabet sigue con su lucha particular por dar a conocer el «feminismo musulmán » que defiende, al que también llama de «tercera vía» , el cual se basa en replantear y cuestionar el dominio del modelo occidental colonial y neocolonial, ya que « no existe un feminismo universal , sino que hay diferentes variantes según el contexto del que estemos hablando. No es el mismo feminismo el que se defiende en España como el de Francia, como tampoco es el mismo el que se puede defender en Marruecos o en Arabia Saudí, todo depende del contexto social, político y económico». Teniendo en cuenta estas diferencias, sí que existen unos principios universales , «la libertad, dignidad y la igualdad entre hombres y mujeres son reglas fundamentales para todas las sociedades».

Marruecos, que quiere ser adalid de un islam moderado, ha revisado su campo religioso y ha nombrado a unas cincuenta mujeres predicadoras (mourchidates) en mezquitas para supervisar la educación religiosa. Lamrabet, sin embargo, ve en este gesto una simple estrategia de marketing. «Este programa de mourchidates es interesantes desde el punto de vista simbólico; pero han pasado diez años desde que comenzó el proyecto y solo están transmitiendo el mismo mensaje patriarcal que antes », dice.

Uno de los temas más controvertidos es el uso del velo por las mujeres musulmanas. Lamrabet denuncia la visión reduccionista de los que consideran el hiyab como una marca del patriarcado : «Es simplista y también existe racismo en esa visión, pero yo soy bastante crítica con mi propia tradición porque exite un discurso islámico que ha hecho del hiyab toda la identidad musulmana de la mujer. Si no se ponen el velo, no son mujeres musulmanas, y esta postura también es muy reduccionista . El velo debe ser una elección que haga la mujer, deben tener la libertad de decidir si lo llevan. El velo es una expresión de espiritualidad y no de identidad».

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