La ONU aprueba el primer pacto global para gestionar la migración

Sánchez carga contra los discursos xenófobos y Merkel sale ovacionada

La canciller de Alemania, Angela Merkel EFE
Víctor Ruiz de Almirón

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Más de 150 países miembros de la ONU aprobaron ayer el Pacto Mundial para la migración segura, ordenada y regular . El texto se aprobó ayer en Marrakech por asentimiento en una conferencia intergubernamental que quiso poner en valor la importancia del primer acuerdo de este tipo pero que estuvo inevitablemente marcada por las ausencias.

Tras 18 meses de negociaciones en las que nunca participó Estados Unidos y después de que Austria, Hungría, Polonia, Estonia, Bulgaria, República Checa, Israel, Australia y República Dominicana se quedarán por el camino, se daba el visto bueno a un pacto que incluye 23 objetivos. Acuciados por las ausencias, la ONU se ha esforzado en insistir que no se trata de una norma jurídicamente vinculante.

En palabras de María Fernanda Espinosa, presidenta de la Asamblea General de la ONU este pacto debe entenderse como «una guía, un conjunto de estándares» que deben servir de referente para las políticas públicas de cada país. «Es flexible. Se puede adaptar a las necesidades y visiones de cada país. El pacto no afecta a la soberanía de ningún Estado», insistió Espinosa. Su reflexión respecto a que ningún país «podrá resolverlo por si mismo» fueron una constante durante todas las intervenciones.

Entre esos 23 objetivos hay conclusiones muy genéricas, pero otras que sí pueden inspirar las políticas públicas de cada país como el de «utilizar la detención de migrantes solo como último recurso» o el de «proporcionar a los migrantes acceso a servicios básicos ». Por otro lado, los firmantes se comprometen a mejorar su cooperación para salvar vidas de migrantes con misiones de búsqueda y rescate, garantizando que no se perseguirá a quien les dé apoyo de carácter «exclusivamente humanitario».

Multilateralismo eficaz

La ONU defiende que es «el primer intento para gestionar los flujos migratorios de forma integral y a escala internacional». Según Antonio Guterres, secretario general de la ONU, el pacto «refleja el entendimiento común de los gobiernos de que la migración que cruza fronteras es, por definición, un fenómeno internacional y que para gestionar con efectividad esta realidad global es necesaria la cooperación para ampliar el impacto positivo para todos». Las delegaciones participantes hicieron mucho hincapié en el punto que incide en promover regresos «seguros y dignos», y evitar aquellos en los que exista un riesgo real para la vida.

Ese espíritu multilateral encaja a la perfección con la posición de España. El presidente del Gobierno sigue determinado a convertir su política migratoria en una de las principales banderas de su acción de Gobierno. Con su presencia en Marrakech Pedro Sánchez quiso dar un espaldarazo al pacto ante las deserciones en la Unión Europea. Junto con la Canciller Angela Merkel y el primer ministro portugués, Antonio Costa, fue uno de los líderes continentales más destacados.

Y en plena sacudida por la irrupción de Vox en la política española el presidente del Gobierno quiso utilizar este foro para cargar contra sus tesis: «Debemos combatir la instrumentalización de la migración como excusa para repliegues nacionalistas, cierres de fronteras y discursos xenófobos y excluyentes que estamos viendo en buena parte de nuestras sociedades». Este va a ser un mensaje fuerza del Gobierno en este tema. Durante el mismo foro, la secretaria de Estado de migraciones, Consuelo Rumí, ha pedido «afrontar el reto migratorio» como una realidad que «no se puede ocultar ni tapar con mensajes equívocos» y su utilización «por algunas fuerzas políticas con mensajes vinculados al odio»

Sánchez definió el fenómeno migratorio como uno de los más «urgentes e importantes», asumiendo que es un hecho histórico «y lo seguirá siendo en el futuro». En su breve intervención ante el plenario de la cumbre apeló por un « multilateralismo eficaz » porque «ningún país puede abordar el fenómeno de la migración de manera aislada». Sánchez apostó por favorecer «las vertientes positivas» de la inmigración por su contribución al desarrollo de las sociedades. Y puso de ejemplo la ayuda que suponen al reto demográfico.

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