Alemania rehabilita a zu Guttenberg

Karl Theodor zu Guttenberg ocupaba la cartera de Defensa del gobierno que Merkel formó con los liberales hasta que en 2011 dimitió tras ser acusado de plagio en su tesis doctoral

Karl Theodor zu Guttenberg, durante su discurso en un acto electoral de la CSU en Oberfranken REUTERS

ROSALÍA SÁNCHEZ

«Gracias por este recibimiento que jamás podría haber esperado», decía anoche Karl Theodor zu Guttenberg , tras la ovación que acompañó su subida al escenario de un acto electoral de la Unión Socialcristiana (CSU) en Oberfranken, su tierra natal. Después abandonó el alemán para decir en dialecto bávaro: «es bonito volver a casa». Así arrancaba una gira electoral con la que Zu Guttenberg regresa a la política alemana y da por terminado un proceso de rehabilitación que comenzó con su dimisión, el 1 de marzo de 2011.

A principios de ese año, zu Guttenberg ocupaba la cartera de Defensa del gobierno que Merkel formó con los liberales y obtenía en las encuestas de popularidad mejor puntuación incluso que la canciller alemana. Con solo 39 años entonces, brillante y sólido, era considerado por muchos el delfín de la derecha alemana, hasta que fue acusado de plagio en su tesis doctoral , defendida años atrás y que llevaba por título «Constitución y tratados constitucionales entre los Estados Unidos y la Unión Europea». Las acusaciones de plagio partieron de una plataforma digital anónima, cuyos responsables admitieron meses más tarde que no era exactamente una plataforma ciudadana, como pretendía, sino que trabajada por encargo y siempre contra políticos de la derecha. Contrastando el texto de la tesis con una amplia bibliografía digital sobre el tema, habían comprobado que contenía párrafos en los que no se citaba la fuente y desde su propio partido recibió zu Guttenberg presiones para dimitir , decisión que anunció diciendo: «Sí, cometí errores, graves errores que lamento. Pero no incurrí en plagio, ya que no hubo por mi parte intención de engañar».

Después de eso, zu Guttenberg emigró a EE.UU. , sobre todo para alejar a su mujer y a sus hijos de la situación de ostracismo en Alemania, pero también porque en ese país conservaba buenos contactos a los que durante estos años ha recurrido a través de él el gobierno alemán cuando ha considerado necesario. Especialmente desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca y ha sido necesario engrasar la relación bilateral por terceras vías. «Me alegro de que Karl-Theodro zu Guttenberg participe en actos de campaña», ha dicho ahora la misma Merkel que en los peores días de la crisis no hizo nada por sostener a un político que comenzaba a hacerle sombra. La canciller ha reconocido que siempre ha mantenido «buen contacto» con él, «pero no sé realmente cuáles son sus propios planes para el futuro».

De momento, y a petición de la CSU, el único plan dado a conocer es la gira electoral por Baviera, una reaparición para la que lució anoche un aspecto muy estudiado. Pantalones vaqueros, camisa blanca, chaqueta informal oscura, barba de tres días y una venda azul en la mano derecha que denotaba su condición de herido e inspiraba perdón. «He asumido y sufrido todas las consecuencias», dijo ante el público de Kulmbach, «pero también puedo decir que, tras un largo tiempo y en algún momento, todo vuelve a estar bien». La emoción del público de la sala se hizo visible en forma de lágrimas y aplausos. La catarsis parece haberse cumplido y el analista de Frankfurter Allgemeine Oliver Georgi sentenció tras el acto: «ya tienen de vuelta a su héroe». La gira de «KT», como abrevia la prensa bávara, incluirá siete intervenciones y es sin duda la gran novedad de la campaña electoral de la CSU. Más de 80 periodistas internacionales estaban acreditados en este acto de campaña de una ciudad de 25.000 habitantes.

Una vez de vuelta y con el apoyo del hombre fuerte sin discusiones de la CSU, el presidente de Baviera Horst Seehofer , lo que todo el mundo se pregunta es si aspira a trabajar en el partido, quizá como su presidente , si preferiría en cambio optar por suceder a Seehofer, de 68 años, en la presidencia de Baviera o si se plantea la pugna por la Cancillería de Berlín. Su intervención, sin embargo, parecía más la de un ministro de Exteriores, por su firme discurso sobre el terrorismo internacional, sobre parar los pies a Turquía y por sus exigencias de mano dura en Venezuela, Corea del Norte y Ucrania. Pero personas de su círculo personal aseguran que no tiene intención de volver a la política alemana por ahora , que «no tendría sentido», que sus hijos están muy integrados en el colegio en EE.UU. y que su vida profesional está allí en este momento. «Ya veremos».

Lo cierto es que, volver, ya ha vuelto. Y en su camino de retorno parece haber encontrado una cultura política más fresca, ajena a esa que aleja tanto a los ciudadanos europeos de sus políticos y que está en la base de buena parte de la desafección por las instituciones. En el escenario, zu Guttenberg no se ocultaba tras una tarima de orador, sino que se movía de un lado a otro, al estilo de los cerebros de Silicon Valley cuando presentan sus innovaciones. «Gracias a quienes me disteis apoyo en las horas más oscuras y gracias también», y aquí tuvo que tragar saliva, «a quieres tan duramente me criticaron con razón». «No os hablaré de ayudas sociales ni de pensiones porque no sé nada de eso», reconoció, «pero sí os puedo hablar del cambio de orden mundial que estamos viviendo, de las nuevas exigencias de seguridad que exige el terrorismo yihadista y de cambios en nuestras vidas laborales».

Sobre Trump: «América no consiste solamente en soldados rubios». Sobre Merkel: «veo a nuestro país en las mejores manos, las de mi antigua jefa, si alguien puede domar a un macho alfa es ella, lo digo por propia experiencia». Sobre la amenaza yihadista y el Islam: «no podemos rebajar nuestra propia cultura». Su discurso de regreso, de 90 minutos de duración, estuvo a la altura de su pasado familiar, como nieto de Karl Theodor refurr Freiherr von und zu Guttenberg, político socialcristiano bávaro que formó parte de la resistencia contra Hitler y que fue ejecutado tras la conspiración del 20 de julio, la Operación Valquiria. Con él ha fijado una línea política propia en todos los puntos clave.

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