El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos
horizonte

Santos necesita a las FARC

En un proceso negociador, nada está resuelto hasta que todo está resuelto

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Estamos a las puertas de algo importante, pero todavía no se ha firmado la paz. Y quedan flecos de inmensa importancia. El haber llegado a un acuerdo sobre la creación de una jurisdicción especial para la paz es un paso de gigante, mas uno sobre cuya legitimidad es posible hacerse muchos cuestionamientos. Habrá amnistía e indultos para delitos menores, mientras que para los delitos de lesa humanidad habrá penas de cárcel atenuadas. No se ha definido aún qué pasa con dos delitos claves en todo este conflicto: el narcotráfico y el secuestro. Y la sospecha es que el presidente Santos puede aceptar que el narcotráfico se entienda como un arma del conflicto, lo que llevaría a reconocer que hay dos tipos de narcotráfico: el de los señores de la droga que querían hacerse ricos –es decir, los narcotraficantes «malos»– y los grandes señores de la droga que han traficado durante décadas para conseguir dinero para financiar su guerra contra la democracia colombiana.

Y esos son los narcotraficantes «buenos». Exactamente la misma duda surge con el delito del secuestro.

Como bien gusta decir el equipo negociador que con tanto empeño ha encabezado el exvicepresidente y exembajador en España Humberto de la Calle Lombana, nada está resuelto hasta que todo está resuelto. Pero parece prudente decir que Raúl Castro no se hubiese hecho la foto si no hubiera tenido la certeza de que el acuerdo se va a lograr en el plazo fijado. Ni Bernie Aronson, el enviado especial de Obama prar el Proceso de Paz, hubiera asistido al acto del miércoles en La Habana. La duda es cuál será el resultado final. Porque Santos es hoy un hombre cuya última dignidad política depende de decir que trajo la paz. Él es, políticamente, un derrotado en todos los frentes. Si no lográ firmar una paz, su legado será inexistente. Y las FARC saben que les necesita. Les necesita tanto, que después de todas las humillaciones sufridas a manos de Venezuela en el último mes, ni siquiera ha sido capaz de retirar al régimen de Maduro la condición de país acompañante del proceso. Con Maduro y Castro como mimbres, da miedo imaginar cómo será el cesto de la paz.

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