El sospechoso Yusufu Miraili durante una reconstrucción de los hechos del atentado de Bangkok
El sospechoso Yusufu Miraili durante una reconstrucción de los hechos del atentado de Bangkok - efe

Una organización afín a Al Qaida, detrás del atentado de Bangkok

A pesar de que no ha habido reivindicación alguna de la autoría, pocos dudan ahora de que el movimiento separatista uigur está detrás de la explosión

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Venganza. Represalias contra Tailandia por su colaboración con China en la deportación de un centenar de uigures el pasado mes de julio. Esos parecen ser los motivos que se esconden detrás de la explosión en el Templo Erawan de Bangkok el pasado mes de julio y que acabó con la vida de 20 personas y dejó mas de ciento cincuenta heridos en el atentado mas cruento de la historia de la capital asiática.

Incluso desde fuentes oficiales chinas ya se habla de una conexión entre la explosión y el MITO (Movimiento Islámico del Turquestán Oriental), un hecho que el gigante asiático había tratado de obviar durante las últimas semanas. Periodistas de las tres principales agencias del país aseguraron que se les conminó a no realizar un seguimiento exhaustivo de los acontecimientos, debido a las sensibilidades que rodean a los uigures en el país.

La confirmación por parte de las autoridades tailandesas de que el detenido, pieza clave en el entramado terrorista que está detrás de la bomba, portaba un pasaporte chino, hizo que Pekín no tuviese mas remedio que reconocer la relación entre el MITO y el atentado. El sospechoso, Yusufu Mieralli, es originario de Xinjiang, provincia autónoma china donde se encuentra la mayoría de uigures del país y en la que tiene su centro de operaciones el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental, que es considerada por EE UU como organización terrorista y a la que se le atribuyen lazos con Al Qaeda.

Xinjiang abarca un territorio de casi dos millones de kilómetros cuadrados, fronterizo con Rusia, al norte; con las antiguas repúblicas soviéticas de Asia central, al oeste, y con Mongolia al este. La población de la región es de veintidós millones de habitantes, de los cuales unos once son uigures, y, otros tantos, ciudadanos de otras regiones de China (la mayoría, han, pero, también de minorías como kazajos, tayikos, kirguises y uzbecos). La región forma parte de China desde hace siglos, y, aunque ha padecido las convulsiones políticas comunes a toda Asia central, desde los tiempos de la dinastía Qing, ha permanecido bajo el control de Pekín, aunque no por ello han dejado de existir organizaciones que reclaman la independencia.

A pesar de que no ha habido reivindicación alguna de la autoría, pocos dudan ahora de que el movimiento separatista uigur está detrás de la explosión, como también son pocos los que dudan del escaso interés que China tenía en que se llegase a esta conclusión. ¿Por qué? Xu Liping, profesor de Estudios Asiáticos en la Academia China de Ciencias Sociales lo tiene claro. La conexión entre Bangkok y Turquestán Oriental (como llaman lo uigures a la parte de su territorio dominado por China) es lo último que Pekin querría ver. «Si la deportación hecha por el Gobierno Tailandés fue la causa, eso llevaría a otros países a pensárselo dos veces a la hora de colaborar con China en ese aspecto».

Por otra parte, declaró Xu en una entrevista recogida por el South China Morning Post, el hecho de que los turistas chinos puedan sentirse objetivo de ataques terroristas en el extranjero por las políticas internacionales de su país podría convertirse en un gran problema. «Si la clase media empieza a pensar que las acciones del Gobierno les están poniendo en peligro en sus vacaciones en el extranjero, podría ser algo verdaderamente preocupante para Pekín», sentenció el profesor.

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