Una mujer sostiene una vela durante uno de los actos de homenaje por las víctimas de Tianjin
Una mujer sostiene una vela durante uno de los actos de homenaje por las víctimas de Tianjin - afp
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«Nos han dicho que el aire está limpio, pero tememos la lluvia tóxica»

Los afectados por las explosiones en un depósito químico de Tianjin exigen indemnizaciones mientras la empresa confiesa que amañó las inspecciones

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Como manda la tradición en China, Erica Liu, una joven empleada de banca, se había comprado ya su pisito antes de casarse el próximo año. Por 1,5 millones de yuanes (212.000 euros), que en parte había pedido al banco, iba a recibir en octubre las llaves de un coqueto apartamento en la nueva parcela de expansión urbanística del área industrial de TEDA, junto al puerto de Tianjin. Pero las gigantescas explosiones de la semana pasada en un cercano almacén de productos químicos, cuya existencia desconocía por completo, destrozaron el edificio y, de paso, su sueño de mudarse a un nuevo hogar.

«Mis padres habían puesto todos los ahorros de su vida y, además, habíamos pedido una hipoteca que debemos seguir pagando, pero no queremos vivir junto a un lugar donde haya tantas sustancias peligrosas», se quejaba ayer a ABC en medio de una manifestación frente al lujoso Hotel Renaissance de TEDA, donde los funcionarios del Ayuntamiento comparecían ante la Prensa.

Junto a varios cientos de personas, exigía al Gobierno local y a los promotores inmobiliarios de su piso que se lo recompraran porque no se fiaba de que fuera seguro.

«El constructor nos ha dicho que la estructura no ha quedado dañada y que no sabía que allí hubiera un depósito de mercancías peligrosas, pero no nos lo creemos», señalaba, a su lado, Chloe Ding, quien también se iba a casar en los próximos meses a sus 24 años. A pesar de trabajar en una empresa química, no tenía ni idea que la compañía de logística Ruihai operaba en ese mismo sector a pocos metros de su futura casa.

Además de dejar 114 muertos, 70 desaparecidos y 700 heridos, el estallido de la semana pasada en su depósito de mercancías peligrosas dañó 17.000 viviendas y obligó a evacuar a 6.000 personas. Desde hace varios días, muchos de los afectados se están manifestando en las calles exigiendo una indemnización por este gravísimo accidente industrial, uno de los peores que se recuerdan en China.

Ante esta movilización popular, el vicealcalde Zong Guoying se vio obligado este miércoles a hablar con ellos y les garantizó que el Ayuntamiento analizará los bloques afectados y luego decidirá cuáles han de ser demolidos, reconstruidos o recomprados. Una promesa que calmó ligeramente los ánimos de las manifestantes, pero no mitigó su miedo a la nube tóxica que, debido a la lluvia de estos días, podría propagar el vertido químico que dejaron las explosiones, sobre todo las 700 toneladas del letal cianuro de sodio acumuladas cerca de sus viviendas. «El Gobierno nos ha dicho que el aire está limpio, pero tenemos miedo de que la lluvia sea tóxica», reconocían las dos jóvenes.

Mientras continúa la limpieza en la zona de tres kilómetros alrededor de las explosiones cerrada por su acumulación de sustancias peligrosas, los dueños del almacén confesaron tras ser detenidos que habían trabajado sin licencia durante ocho meses gracias a su «guanxi» (contactos) con las autoridades locales. Aunque no figuraban como propietarios, Yu Xuewei, antiguo directivo de una empresa química estatal, y Dong Shexuan, hijo del difunto jefe de Policía del puerto de Tianjin, dirigían la compañía de logística Ruihai y se aprovechaban de sus conocidos para incumplir las normas de seguridad industrial, como hallarse a un kilómetro de una zona residencial o acumular más productos químicos de los permitidos. Según informó la agencia Xinhua, Dong Shexuan reconoció que «cuando necesitábamos una inspección, me reunía con mis contactos en el puerto de Tianjin para conseguir su aprobación».

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