Un cartel electoral cambia de Isaac Herzog (izda.), líder de «Campo sionista», a Netanyahu
Un cartel electoral cambia de Isaac Herzog (izda.), líder de «Campo sionista», a Netanyahu - efe

Netanyahu pierde el liderazgo en las encuestas a cuatro días de los comicios en Israel

El líder conservador olvida las prioridades de las bases de su partido no saca provecho de su viaje a Estados Unidos

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Los aplausos y abrazos que recibió Benjamin Netanyahu tras el discurso en el Congreso a comienzos de mes se quedaron en Estados Unidos y a falta de cuatro días para que se abran las urnas en Israel su partido (Likud) pierde por primera vez el liderazgo en lo sondeos de intención de voto a favor de la Unión Sionista. El líder conservador fue el centro de la atención mediática mundial durante las 48 horas que duró su viaje a Nueva York y Washington, pero a su vuelta a Tierra Santa le esperaba una campaña marcada por los escándalos de corrupción doméstica que afectan a su matrimonio, las filtraciones a la prensa de sus planes de negociar con los palestinos el retorno a las fronteras de 1967 (algo que niega en público ante su electorado una y otra vez) y una corriente de opinión muy crítica que el fin de semana reunió a decenas de miles de personas en Tel Aviv al grito de «Israel quiere un cambio».

Los asesores del Likud «lo apostaron todo al discurso en Washington y a la necesidad de mantener mano dura ante la amenaza de Irán, pero para los israelíes de a pie, incluidos los votantes del Likud, cuya base social está en las clases más humildes, es más importante la subida de los precios de los alimentos, la vivienda y la ropa… temas que Netanyahu no ha mencionado ni de pasada», asegura Motti Morel, analista especializado en el diseño de campañas electorales y consultor político. Las últimas encuestas publicadas antes de las elecciones del martes rompen el empate de las semanas previas entre el Likud y la Unión Sionista, alianza formada por el laborismo y el partido Hatnua, de Tzipi Livni, y Netanyahu denuncia una «enorme conspiración mundial para derrocar al gobierno del Likud».

Capitulación israelí

Después de tres mandatos al frente del país, marcados por dos ofensivas contra Gaza en las que prometía acabar con Hamás, pero no lo ha conseguido, el político conservador recurre de nuevo al tema de la seguridad que «está en serio peligro si perdemos las elecciones. Herzog y Livni no son líderes y se postrarán ante la mínima presión», declaró al diario «The Jerusalem Post». Los dos grandes focos de presión a los que se refiere el primer ministro son «el regreso a las fronteras de 1967 (la línea divisoria entre Israel y los territorios palestinos que la comunidad internacional reconoce como frontera legal)» y «la oposición al acuerdo nuclear con Irán». Según Netanyahu una victoria de sus rivales equivaldría a la capitulación israelí en ambos frentes.

Fuentes de la cúpula del Likud consultadas por el diario «Haaretz» confiesan que «convocamos las elecciones pensando que Netanyahu no tenía rival, ahora entendemos que la fotografía es mucho más compleja. El problema no es el Likud, sólo que la gente no quiere votar a Netanyahu». La popularidad del líder conservador ha caído en picado desde el verano cuando en medio de la ofensiva contra Hamás alcanzó un respaldo del 82 por ciento, al firmar el acuerdo de alto el fuego bajó al 56 por ciento y, aunque puede repetir mandato en función de los pactos post electorales, «se percibe el deseo de acabar con su pose de ‘César’ al frente de Israel, es una respuesta emocional por parte de la población», concluye Motti Morel, que lleva décadas asesorando a políticos israelíes, incluido el propio Netanyahu.

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