Dilma Rousseff y Aecio Neves
Dilma Rousseff y Aecio Neves - reuters
Elecciones en Brasil

Dilma Rousseff acusa al líder opositor Aecio Neves de arrodillarse ante el FMI

Cerca del 60 por ciento del electorado no votó por el partido del Gobierno, un 20 por ciento no fue a votar y un 10 por ciento lo hizo en blanco o lo lo anuló

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La nueva política que proponía Marina Silva se escurrió en el voto pragmático del electorado. La segunda y definitiva vuelta de las elecciones la disputarán el 26 de este mes la «petista» Dilma Rousseff (PT) y el socialdemócrata Aecio Neves (PSDB), ambos representantes de partidos tradicionales. El cuerpo a cuerpo en las urnas tiene como primer desafío arrimar a sus filas al mayor número de votantes que, en primera instancia, eligieron a la ecologista. Los mercados financieros, de momento, ya alzaron la voz a favor de Neves, la bolsa subió y el real recuperó terreno.

La presidenta de Brasil, terminado el escrutinio, obtuvo el 41,6 por ciento de apoyo, Aecio Neves el 33,5 y Marina Silva el 21,3 por ciento, algo más de lo que logró en las elecciones del 2010.

Esos votos se han convertido en objeto de deseo y tesoro más disputado. La presidenta de Brasil, en su primera intervención tras conocerse el escrutinio, dirigió buena parte del mensaje a esa franja de votantes que busca renovación. «Entendí claramente el mensaje de hoy, el de la calle y el de las urnas… Brasil desea más avances, más proyectos y quiere verse en el que yo represento… Haré lo que sea posible para hacer esos cambios», dijo conciliadora.

En simultáneo, Rousseff pronunció las frases que a sus incondicionales les gusta escuchar. «La lucha continúa y vamos ganar». De paso, dio una pista sobre el tono que se avecina de la campaña: «No queremos los fantasmas del pasado ni recesión ni desempleo. EL PSDB (partido de Neves y de Fernando Henrique Cardoso) siempre gobernó para un tercio de la población y abandonó a los más pobres. El pueblo brasileño no quiere a los que se arrodillaban ante el FMI».

Aecio Neves, el gran triunfador de las elecciones, aunque fuera el segundo, abrió las puertas de la casa del PSDB a los que quieren pasar. «Todos los que puedan dar contribución son bienvenidos. El nuestro no es un proyecto de un partido sino de todos los brasileños que quieren ver al país crecer». Por si estaba poco claro, añadió, «confío en la unión con todos los partidos que creen en el cambio. Nuestro proyecto es generoso. Todos los que quieran sumarse son bienvenidos. Es hora de unir las fuerzas».

La respuesta de Marina Silva fue algo muy parecido a diálogo y programa, programa, programa. «Estamos con nuestro programa de Gobierno y con el 20 por ciento de la población brasileña determinada a que el cambio debe realizarse en forma calificada». Desde Sao Paulo, su bastión hasta unos días antes de que los paulistas le dieran la espalda en las urnas, la ex compañera de partido de Rousseff valoró más el voto del descontento que los obtenidos por el PT y PSDB. «Estamos avanzando. La sociedad brasileña ha dado una señal de mantenerse firme en el propósito de una nueva política», dijo. La ambientalista, como prefiere que se refieran a ella, no olvida que cerca del 60 por ciento del electorado no votó por el partido del Gobierno, un 20 por ciento no fue a votar y un 10 por ciento lo hizo en blanco o lo lo anuló.

El ascenso meteórico de la ecologista y el batacazo en tiempo récord (en menos de diez días pasó de ser favorita a tercera) le deja un sabor amargo a Marina Silva pero, en rigor, el fiel de la balanza, en buena medida, es ella. «Si nuestros rivales no quisieron debatir nuestro programa de Gobierno, ahora van a tener que hacerlo», advierten en su partido. Dicho esto, es una incógnita qué rumbo va tomar el Partido Socialista al que pertenecía Eduardo Campos, el candidato origina muerto a mediados de agosto en un accidente aéreo y que, curiosamente, Dilma Rousseff, Aecio Neves y Marina Silva, recordaron en la noche de las elecciones.

La Red Sustentable a la que pertenece Silva y que no logró inscribirse como fuerza propia en las elecciones no descarta ir por libre y soltar amarras de los socialistas, exaliados del Gobierno de Dilma Rousseff que, sin duda, intentará tentarlos.

Lo que parece evidente es que Marina no entregara su voto a Dilma. Su candidato a vicepresidente, Beto Albuquerque , no olvida los ataques despiadados del PT y su campaña sucia al generar terror en la población al asegurar que Marina terminaría con los subsidios sociales (40 por ciento de Brasil vive de ellos). «Nosotros podemos dormir tranquilos, otras que conmemoran victorias en este momento no pueden hacer lo mismo», aseguró.

Ver los comentarios