Más cerca de resolver el misterio de Amelia Earhart: ¿son estos sus huesos?

Después de un año de pesquisas, los restos hallados en 1940 en la isla de Nikumaroro serán analizados para establecer si son o no los de la famosa aviadora

Erin Kimmerle, antropóloga forense

ABC HISTORIA

El mundo se halla un poquito más cerca de resolver uno de los misterios más conocidos de la historia de la aviación. Según explica en su página web la CNN, se están realizando los estudios de ADN que determinarán, de una vez por todas, si los huesos hallados en 1940 en Nikumaroro (una remota isla del Océano Pacífico ) son los de la aviadora estadounidense Amelia Earhart , desaparecida en extrañas circunstancias en 1937 mientras intentaba dar la vuelta al mundo con su copiloto, Fred Noonan .

Los huesos en cuestión no son nuevos, eso es cierto. Pero también lo es que no fue hasta el año 2018 cuando se empezó a sospechar que podían ser los de Earhart. Esta larga historia comenzó en 1940, tres años después de su desaparición. Fue entonces cuando los restos fueron hallados en la mencionada isla y, poco después, analizados por el médico D. W. Hoodles, quien determinó que eran masculinos.

Hace un año la situación cambió cuando, gracias a la tecnología actual, el investigador Richard Jantz (profesor emérito de antropología y director emérito del Centro de Antropología Forense de la Universidad de Tenneesee) determinó que los restos sí eran de una mujer y que tenían las mismas medidas de la aviadora.

Si se establece que los huesos son de Earhart, la avalancha de teorías que rodean su repentina y misteriosa desaparición se anulará, confirmando que ella no murió en un accidente sino que sobrevivió durante algún tiempo como náufrago en el Pacífico.

La encargada de desvelar este enigma, siempre en palabras de la CNN, es la antropóloga forense de la Universidad del Sur de Florida, Erin Kimmerle . La experta, según ella misma ha explicado, ya ha enviado las muestras y está esperando las respuestas. También ha afirmado que, sean o no positivas, ve los estudios como una oportunidad para volver a dar a conocer la vida de la legendaria (y coqueta) aviadora. Centrarse, en definitiva, en sus logros más que en el misterio que rodea su fallecimiento.

«Siempre queremos resolver el misterio y descubrir qué sucedió. Pero sean los restos son o no de ella, debemos aprovechar este momento para atraer la atención sobre sus logros», ha señalado en declaraciones al mismo medio.

Accidente fatal

La tragedia de Earhart conmocionó en su momento a la sociedad estadounidense. Comenzó el 1 de junio de 1937 cuando, tanto ella (de 39 años) como su copiloto Fred Noonan (de 44) partieron en un bimotor Lockheed 10 Electra desde Burbank , California , con el objetivo de dar la vuelta al mundo. Su idea era viajar –con varias escalas- desde ese punto hasta el pequeño islote Howland -ubicado en el Pacífico- y, desde allí, continuar hasta Hawai.

En principio, habían aconsejado a la aviadora no aterrizar en Howland , pues era una isla minúscula que apenas se discernía volando a una altitud elevada. Earhart no hizo caso y solicitó la ayuda de un buque de los guardacostas, el Itasca , para que (mediante un contacto de radio) le informara de la posición de la isla cuando su avión estuviese cerca. Eso permitiría a su bimotor tocar tierra sin problemas, repostar y continuar el viaje. Sin embargo, un problema en las comunicaciones impidió al buque cumplir su misión.

Según declararon posteriormente los marinos, ellos podían escuchar perfectamente como la aviadora les pedía ayuda desesperada, pero no podían devolverle la comunicación. Sin saber donde aterrizar, tan solo fue cuestión de tiempo que la estadounidense se quedase sin gasolina y -según el gobierno de los EE.UU.- se estrellase en el Pacífico. Nunca se encontraron los restos del avión ni de sus ocupantes.

Evidencias pasadas

Desde hace años, un grupo de investigadores entre los que se incluye Jantz cree que esta aviadora murió como náufrago en la isla de Nikumaroro , a medio camino entre Hawai e Islas Salomon (donde se encontraron los huesos en 1940).

El experto, usando varias técnicas cuantitativas modernas (incluyendo Fordisc , un programa de computadora para estimar el sexo, la ascendencia y la estatura de las mediciones esqueléticas), ya desveló el año pasado que el médico D. W. Hoodles (quien había establecido, en 1940, que los restos pertenecían a un hombre), estaba equivocado.

A su vez, el pasado 2018 afirmó que los huesos tenían más similitud con Earhart que con el 99 por ciento de los individuos en una gran muestra de referencia.

Jantz también comparó la longitud de los huesos con los de Earhart para corroborar la pertenencia de los huesos. Así pues, logró determinar -por ejemplo- el tamaño que tenía la tibia de la aviadora en base a las medidas de su ropa. Para ello, una costurera tomó las medidas de uno de sus pantalones, que incluyeron la longitud de la entrepierna y la circunferencia de la cintura.

En base a estos datos, Jantz desveló que «hasta que se presente evidencia definitiva de que los restos no son los de Amelia Earhart, el argumento más convincente es que son de ella ».

Con todo, el experto no quiere desmerecer a su predecesor. «La antropología forense no estaba bien desarrollada a principios del siglo XX. Hay muchos ejemplos de evaluaciones erróneas por parte de los antropólogos del período. Podemos aceptar que Hoodless pudo haberlo hecho tan bien como la mayoría de los analistas de la época podrían haberlo hecho, pero esto no significa que su análisis fue correcto».

Junto con los huesos encontrados en 1940, un grupo de búsqueda descubrió parte de un zapato que se consideraba de una mujer, una caja sextante diseñada para contener un Brandis Navy Surveying Sextant, fabricado alrededor de 1918 y similar al del copiloto de Earhart, y una botella de licor Benedictine , una de las favoritas de la aviadora.

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