Los que se llenaban la boca diciendo que la nueva Fórmula 1 es aburrida se quedaron sin ningún argumento este domingo. El gran premio número 900 de la historia de este deporte deparó no sólo la mejor carrera de lo que se lleva de temporada en 2014, sino también una de las pruebas más emocionantes de los últimos tiempos. El absoluto dominio de Mercedes no fue obstáculo para ver una carrera llena de adelantamientos por doquier, tanto arriba como abajo de la parrilla, en la que ha hubo desde luchas rueda con rueda, un espectacular -y afortunadamente sin consecuencias- accidente con un coche volando por los aires, y una incertidumbre que no se calmó hasta la misma entrada en meta. Y todo ello sin órdenes de equipo de ningún tipo.
Lewis Hamilton sumó en Baréin su victoria número 24, igualando a Juan Manuel Fangio, por delante de su compañero Nico Rosberg y de Sergio Pérez, que volvió al cajón después de un 2013 para olvidar y que demuestra que Force India es una de las escuadras más fuertes de la actual parrilla. No sólo se reivindicó el mexicano, sino también su compañero Nico Hülkenberg, cuyas buenas actuaciones vuelven a dejar claro que merece un sitio entre los grandes. Daniel Ricciardo, que partía decimotercero, se quedó a un paso del podio. Este australiano le va a poner las cosas bastante más complicadas a Sebastian Vettel, que fue de menos a más el fin de semana, y finalizó sexto, con fallo en boxes incluido.
Quien no estuvo a la altura, y esto ya no es noticia, fue Fernando Alonso. El Ferrari está cada día más lejos, y en ningún momento pudo plantar cara a ninguno de sus rivales. La estrategia fue su mejor arma para paliar las carencias de su monoplaza, y el noveno puesto que cuajó le vale para seguir puntuando. El español igualó su peor inicio de campaña en Ferrari, el de 2011, mientras que Kimi Räikkönen fue décimo, y los nervios en Maranello empiezan a estar a flor de piel. Prueba de ello es que Luca Cordero di Montezemolo y Piero Ferrari, los dos máximos responsables de la estructura empresarial de la 'Scuderia', ni siquiera se quedaron a ver las últimas vueltas del gran premio..
La carrera comenzaba con una fulgurante salida de Felipe Massa. El brasileño se colocó tercero en los primeros metros, por detrás de la dupla de Mercedes,. en la que de nuevo Hamilton llevó la voz cantante. Las diferentes estrategias entre los dos miembros de la escuadra de Brackley parecía que iba a ser beneficiosa para un Rosberg que llevaba un ritmo inmenso, incluso con los neumáticos medios, pero fue la valentía -o la temeridad- de Hamilton, la que decantó la balanza.
Con los dos hombres del equipo de la estrella un punto por delante, por detrás comenzaban las luchas fratricidas. Bottas y Massa reeditaban la pelea de Malasia, mientras Pérez y Hülkenberg hacían lo propio justo por detrás. En cuanto el finlandés se retiró a boxes, el brasileño se vio solo tratando de resistir a dos de los pilotos más agresivos de la parrilla. Rueda a rueda, milímetro a milímetro, se fueron pasando uno a otro, hasta que al final un incidente por detrás cambió el guión de la prueba.
La enésima de Maldonado
Parecía que esta carrera sí que iba a ser la buena para los hombres de Lotus, hasta que a Pastor Maldonado se le cruzó ese cable que le convierte en uno de los corredores más peligrosos de la actual parrilla. Esteban Gutiérrez iba con su Sauber en puestos de puntos, con el venezolano a casi medio segundo por detrás. El mexicano estaba trazando una curva a derechas, cuando el de Lotus entendió que podía cruzarse en su trayectoria sin ningún problema. La consecuencia de este pensamiento nos dejó una de las imágenes del año: el Sauber de Gutiérrez volando por los aires dando una vuelta de campana. Afortunadamente, no tuvo mayores consecuencias que una revisión médica y una carrera sin acabar para él. Maldonado aún puede dar gracias de que sólo le castigasen con un 'stop&go' de diez segundos, la pérdida de tres puntos en su superlicencia y cinco plazas en la parrilla del próximo GP de China.
Este incidente provocó la salida de un 'safety car' que agrupó a toda la parrilla. En cuanto se fue, Rosberg y Hamilton se retaron a un duelo al sprint, en el que rueda a rueda y al borde del doble abandono se jugaron el tipo por la victoria. Hasta Paddy Lowe, director ejecutivo técnico de Mercedes, tuvo que pedirles calma para que llevaran los dos coches a meta. Al final, Rosberg se vio obligado a claudicar ante el ímpetu de Hamilton.
La conclusión que queda es la misma que después de Malasia: Mercedes sigue a un mundo del resto, con Ferrari muy lejos y el resto de equipos intentando heredar un segundo puesto que no parece tener dueño. China será un circuito más Mercedes que nunca, donde la unidad de potencia se convierte en un actor principal debido a las dos grandes rectas que tiene. Baréin también se presentaba como una carrera sin emoción, así que si China se presenta igual... que así sea.
