«Tengo cáncer: ¿Cómo se lo digo a mis hijos?»

Marta de la Fuente, responsable de la Unidad de Psicooncología de MD Anderson Cancer Center Madrid, explica cómo afrontar la situación

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Marta de la Fuente, responsable de la Unidad de Psicooncología de MD Anderson Cancer Center Madrid
Ana I. Martínez

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La llegada del cáncer a la familia no es fácil de gestionar. Pero hay que hacerlo. Muchas veces, por instinto o por evitar que los hijos sufran , padres y madres evitan dar la mala noticia, ocultan el proceso e intentan dejar a los menores al margen. Sin embargo, cuando a uno de los progenitores le diagnostican esta enfermedad, hay que hablarlo . Evitarlo y querer mostrarse fuertes, disimulando lo que pasa, solo generará más estrés y ansiedad en la familia.

«Es importante hablar desde la normalización», asegura Marta de la Fuente, responsable de la Unidad de Psicooncología de MD Anderson Cancer Center Madrid . Con ella hablamos de cómo informar a los hijos de que papá o mamá tiene cáncer , de la necesidad de darles espacio y de los importante que es contarles la verdad.

Para informar a los hijos de que uno de sus progenitores cáncer, será primordial antes que el propio afectado lo asimile ¿no?

Por supuesto. El paciente es el primero que debe digerir la situación para que pueda regular sus emociones. Es fundamental dar la noticia desde la calma, desde la tranquilidad, y no desde la angustia. Ello no implica que no podamos llorar o emocionarnos al hablar con nuestros hijos y explicarles lo que pasa. Si no hacemos este trabajo y damos la noticia desde la angustia, estaremos proyectando malestar, intranquilidad... Y eso no es bueno. Lo mejor es hablarlo desde la calma, buscando el momento adecuado para todos. Si queremos que nuestros hijos tengan una relación sana con lo que sienten, tienen que ver dentro de casa que nosotros también hablamos de ello con naturalidad.

¿Se da la noticia igual a un niño de 4 años que a otro de 8 o de 12?

Hay que adaptar mucho el lenguaje a la edad y personalidad de cada menor. Algunos pedirán más información. Otros solo quieren el titular y hay que dejarles su espacio. Por eso hay que utilizar palabras concisas y dar un mensaje claro. Por ejemplo: «Hijo, tengo cáncer. Ya sabes que llevo de médicos un tiempo pero me han dicho que me voy a curar. Tengo que someterme a un tratamiento. Si tienes alguna pregunta...».

Es importante hablar del diagnóstico pero sin dramatizar y sin focalizar la situación en lo negativo. Hay que explicarles también lo positivo. «Desde ahora, voy a estar más tiempo en casa. Aunque habrá días en los que estaré más cansado», por ejemplo.

Los niños más pequeños suelen ser los que más preguntan porque quieren saber cómo les va a cambiar su dinámica. Ellos están acostumbrados a las rutinas y si algo va a cambiar, quieren saberlo y por ello preguntarán muchas más cosas: «Pero... ¿voy a seguir yendo al colegio? ¿Y qué pasa con el viaje a la playa a ver a los abuelos?». Hay que darles respuestas a su incertidumbre porque van a ver cambios significativos en la familia.

«Los niños más pequeños suelen ser los que más preguntan porque quieren saber cómo les va a cambiar su dinámica»

¿Y si el hijo no se toma bien la noticia?

Cada niño es un mundo. Hay que estar abiertos a cualquier reacción y no culpabilizarles. No es algo personal. Hay que darles tiempo.

A corto plazo es normal que empiecen a dormir mal, que estén más irritables, susceptibles, tristes... Los niños no son máquinas: necesitan su proceso de adaptación. Pero en base a mi experiencia, he de decir que se adaptan mejor que los adultos . Cuando hay una estabilidad en casa, vínculo y apego seguro, no suele haber problemas. Pero, si los problemas persisten en el tiempo, conviene hablar con el centro educativo, barajar la posibilidad de un psicólogo... Es decir, pedir ayuda externa.

La palabra cáncer se asocia directamente con la muerte. ¿Y si piensan directamente que su madre o su padre se va a morir?

Ahí es importante no asustarnos. Los progenitores han de normalizar esta reacción. «Es lógico que te preocupe», hay que decirles. Es muy probable que conozcan que la abuela de un amigo o la madre de un compañero de colegio murió por cáncer. Toca afrontar la situación: «Tienes razón, pero hay quienes no». Y darles nombres de persona que han tenido cáncer, ya sean de allegados o incluso famosos, y lo han superado. Y continuar: «Sí, el cáncer es una enfermedad que a veces no se coge a tiempo. Pero no estamos en esa situación. Los médicos me han dicho que tengo curación».

La pandemia , en este caso, también nos puede ayudar. Podemos recordarles que hay gente que se ha muerto de Covid pero hay quienes también lo han superado. Conviene siempre animarles a que pregunten lo que les inquiete.

Al final, se trata de normalizar la situación ¿no?

Es fundamental. Y ya lo hemos visto con la pandemia: los niños se adaptan fenomenal y lo entienden todo. Lo importante es no ocultarlo para no sobrecargar al paciente con más preocupación, ansiedad... A los niños hay que hacerles partícipes del proceso y darles alternativas: «Hoy no te puedo llevar al colegio porque tengo médico. Te va a llevar la abuela. Pero luego voy a ir a buscarte».

«Tras la noticia es normal que empiecen a dormir mal, que estén más irritables, susceptibles, tristes... Los niños no son máquinas: necesitan su proceso de adaptación»

También van a ver cómo se le cae el pelo a su madre o van a ver a su padre mucho más cansado y deteriorado. Hay que hacerles partícipes de todo ello y explicarles que entra dentro de la normalidad que a mamá se le caiga el pelo, por ejemplo. «Es fruto de la medicación», podemos decirle. «Es una medicación buenísima porque me está limpiando pero es un poco fuerte y me deja cansada». Los niños lo entienden.

Si no les damos información y no les explicamos lo que pasa, no entenderán nada y verán cosas malas. Han de saber por qué de repente vienen los abuelos y no papá y mamá, que es lo que siempre han vivido.

6. Un enfermo de cáncer nunca se cura para siempre. La posibilidad de recaer siempre está. ¿Cómo explicárselo a los niños?

Hay que ser muy claros y preparar a los hijos para posibles recaídas . Por ejemplo: «Estoy curada, cariño. Ahora mismo, no tengo la enfermedad pero voy a tener que seguir yendo al médico cada 6 meses, al igual que tu vas al pediatra para que te pese, te mida, te ponga las vacunas... Yo voy a tener que seguir yendo al médico para vigilar la enfermedad porque puedo necesitar otro tratamiento». Todo ello, hay que decirlo sin angustia.

¿Y cuando las cosas no salen bien? Si hay metástasis, el padre o la madre no tiene buen diagnóstico...

Hay que explicárselo también. Ellos tienen derecho a despedirse de su progenitor . Hay que iniciar un proceso de despedida: «Cariño, no pueden curar a papá. Papá va a fallecer». Y nuestro hijo llorará, como es lógico. «Es muy triste pero lo superaremos juntos. Ahora tenemos ratos para estar con él y lo vamos a superar como lo ha superado...» y ponerle ejemplos de amigos o conocidos. « Mamá, no quiero que papá se muera », dirá. Y es normal. Hay que darles afecto, dejarles que se desahoguen... Y al final, se adaptan. Lo hacen mucho mejor que los adultos.

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