La pandemia agravó la conciliación laboral, personal y familiar en los colectivos más precarios

La UNAF ha presentado un informe que muestra las brechas sociales antes y después del Covid-19

Jaime Sánchez

La UNAF (Unión de Asociaciones Familiares) ha hecho público el informe «Corresponsabilidad y conciliación de la vida laboral, personal y familiar en España. Desigualdades y transformaciones después del Covid-19» . Este estudio analiza las brechas sociales que se han agravado en con la pandemia, además de proponer medidas para acabar con ellas.

El análisis abarca a 250 familias con menores de cinco años y a personas de entre 25 y 65 años. Una de sus principales conclusiones es el hecho de que las mujeres migrantes y las que tienen educación obligatoria o menor han sufrido más la pandemia que otros colectivos, ya que un 39 y 34% de ellas ha perdido ingresos , respectivamente, frente a un 19% de las universitarias. Las condiciones de extranjero y de escasa formación académica han sido las más perjudicadas debido al coronavirus.

Los jóvenes también son el colectivo que se ha llevado la peor parte . Los de 25 a 30 años sufren más el desempleo que los más mayores (los de 55 a 65), y constituyen la horquilla de edad que desea trabajar más. «Los retrocesos en el bienestar de estos grupos sociales dificulta la formación de la familia y la vida en esta sin penurias y preocupaciones económicas acuciantes», según Teresa Jurado, coordinadora del estudio y profesora del departamento de Sociología II de la UNED.

Otro dato preocupante es el liderazgo de España, situado por detrás de Grecia, en tasa de desempleo, una realidad que se asemeja a la anterior a la pandemia. Aunque los ERTE hayan frenado su aumento, todavía sigue siendo muy alta.

Respecto al cambio de horas trabajadas por culpa del Covid-19, no parece que haya grandes diferencias entre hombre y mujeres. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la composición de estas es mucho más diversa, y algún sesgo podría desmentir esa apreciación.

En relación a las prestaciones familiares, tanto las monetarias como las de especie (dirigidas a servicios como Educación Infantil), «España sigue en la cola de la UE, con menos de 400 € dirigidos a familias y menores de 2016 a 2018», remarcó Teresa Jurado.

Curiosamente, España se parece a Suecia y Dinamarca en el sentido de que gasta más en servicios que en prestaciones, pero estos dos países han invertido más de 1.000 euros en ese periodo de tiempo. Aunque Jurado reconoció que el Estado aporta más a las familias de lo que se muestra en el estudio, ya que no se han tenido en cuenta las deducciones fiscales. «Para asegurar el bienestar infantil, hay dos posibles soluciones: una prestación universal para todas las familias con menores o una prestación para las más necesitadas. España optó en democracia por la segunda, pero de manera ridícula, porque era de 588 € al año, después de la última subida de 2019. La general, de 341, 49 € mensuales», explicó.

Añadió que «este sistema venía del franquismo, y en 2020, durante la pandemia, cuando se decide implementar el Ingreso Mínimo Vital, se elimina la prestación para las familias más necesitadas», detalló la socióloga. A pesar de hablar de las ventajas que ha supuesto dicha herramienta, Jurado señaló que no ha llegado a la mitad de los potenciales beneficiarios que el Gobierno se propuso. El 61% de estos llega con dificultades a final de mes, y el 58% de los que tienen hijos menores de 18 años se encuentra en la misma situación.

Igualación de permisos por nacimiento y cuidado

En este asunto, un 19% de las personas entre 30 y 39 años ha pospuesto sus planes de convertirse en madre o padre debido a la pandemia. Desde este año, los permisos por nacimiento y cuidado son iguales para ambos progenitores , con 26 semanas consecutivas cada uno si se utilizan de manera continua.

A pesar de este avance, la brecha de género sigue siendo significativa. Solo el 4% de las mujeres que usaron el permiso entre 2016 y 2021 disfrutó, como mínimo, de una semana a tiempo parcial frente al 13% de los hombres. Además, un 20% de las madres no accedió a ninguna semana de permiso o a menos tiempo del legalmente establecido. Por su parte, el porcentaje de los padres fue del doble en este sentido.

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