«Mi mujer me regaña si compro la mascarilla más barata por miedo a que no sea eficaz»

Cristóbal, padre de dos hijos adolescentes, destina entre 80 y 100 euros al mes a comprar mascarillas y gel para proteger a su familia

Laura Peraita

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Cristóbal y Eva tienen dos hijos de 14 y 16 años que van al instituto en días alternos porque tienen clases semipresenciales, lo que ayuda a que no necesiten usar mascarilla cada día. Sin embargo, « los días que asisten utilizan dos mascarillas por el número de horas que pasan en el aula, lo que ya es un coste. Además, dos veces por semana van a clases de béisbol para lo que necesitan otra mascarilla más que utilizan durante todo el entrenamiento. También les tuve que comprar unas guantinas —guantes específicos de este deporte que tienen un coste de unos 25 euros— para no entrar en contacto directo con la bola que tocan todos los miembros del equipo. Tampoco olvidemos que deben llevar gel hidroalcohólico en el bolsillo por si comparten en algún momento el bate de béisbol».

Eso entre semana, «porque los fines de semana salen por ahí y necesitan también nuevas mascarillas. Es un suma y sigue —explica este padre—. En total nos gastamos entre 80 y 100 euros al mes, y eso que intentamos ir a la caza de la mejor oferta.

Por lo general, esta familia acude a grandes superficies a adquirir las mascarillas quirúgicas y en ocasiones al chino a por las de tela , «con la pertinente regañina de mi mujer que, con razón, no quiere que compremos las más baratas si no está homologado o no tenemos la certeza de que protege con total seguridad».

Una opción para relajar las economías de las familias es, según Cristóbal, «la posibilidad de que sean los propios colegios los que asuman el coste de las mascarillas y las entreguen al alumnado como material obligatorio que es en la educación obligatoria. Otra cosa son las extraescolares, que como son opcionales, entonces ya que la compra de las mascarillas dependa de los padres».

Reconoce, no obstante, que el desembolso que realizan al pagar las mascarillas lo compensan con otros gastos que se han visto obligados a reducir por las medidas para paliar la pandemia. «Por ejemplo, si antes salíamos a comer a un restaurante o de compras, ahora ya no lo hacemos y compensamos ese gasto y lo dedicamos a las mascarillas».

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