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Cómo sobrevivir a la jornada intensiva

Miles de españoles han comenzado el uno de julio el horario laboral de 8 a 15 horas. Con estos consejos será más fácil la adaptación

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La primera semana de julio es, para muchos, sinónimo del cambio de horario laboral: la esperada jornada intensiva es un aliciente para aprovechar los días de verano, pero requiere adaptar nuestros hábitos diarios. Por ejemplo, ahora la intensidd de tráfico sufre un repunte a las 3 de la tarde que se convierten en hora punta y marcan el fin de la jornada intensiva.

El horario veraniego de 8 a 15 horas tiene el objetivo de facilitar al trabajador el aprovechamiento de los días de verano y evitar el trabajo en horas de calor extremo; y la posibilidad de disfrutar de las largas tardes estivales es para muchos un preludio a las esperadas vacaciones veraniegas. Sin embargo, el cambio en la jornada laboral requiere también un ajuste a nivel personal: entrar a trabajar a las 8 y concentrar la jornada hasta las 3 influye en nuestra rutina de sueño, en el horario de comidas y en nuestra productividad, entre otros.

La marca Kaiku Sin Lactosa ofrece una serie de trucos para que la transición resulte más fácil y ligera.

1. Ir a dormir antes. Adelantar la rutina una o dos horas. Y despertarse con el primer toque del despertador, ir retrasándolo esos «cinco minutos más» nos hará, en realidad, estar más cansados al iniciar e interrumpir un ciclo de sueño adicional. Lo mejor será acostumbrarnos a ir a dormir un rato antes y poner el despertador directamente a la hora límite. Para compensar el pequeño madrugón diario, las siestas breves en torno a 20 minutos serán la solución ideal al principio de la tarde.

2. Ducharnos por la noche. Ducharnos por la noche ayuda a ajustar la temperatura corporal y hace más fácil quedarse dormido relaja más que por las mañanasm elimina el calor acumulado durante el díam y ahorra tiempo al levantarnosc por las mañanas. Si necesitamos agua para espabilarnos por la mañana, lo mejor será un lavado de cara con agua fría.

3. No aguantar el hambre. Desayunar antes de ir a trabajar y esperar a llegar a casa para comer algo es, en realidad, una práctica errónea que nos hará aumentar nuestra ingesta durante la comida. La clave reside en identificar productos que sean a la par saciantes y ligeros para calmar el hambre pero sin entrar en el bache de productividad producido por comidas contundentes o difíciles de digerir. Entre los más ligeros: frutas, yogures sin lactosa, galletas o tostadas con fibra, y fuentes de proteínas como el pavo.

4. No interrumpir, sino modificar, la rutina de ejercicio. En épocas de jornada partida, muchos incorporan la práctica deportiva antes de ir al trabajo o al salir de la oficina. Es algo poco asumible durante la jornada intensiva al resultar demasiado temprano o demasiado caluroso a las 3 de la tarde. La solución obvia sería interrumpir la rutina de ejercicio hasta la vuelta de la jornada habitual, pero conviene no descuidar la forma y la costumbre saludable de incorporar píldoras de ejercicio diario. Las alternativas veraniegas: caminar al trabajo por la mañana a paso ligero aprovechando la temperatura agradable, decantarnos por ejercicios acuáticos, o esperar a primera hora de la noche, cuando vence el calor.

5. Mantener la concentración. Siete horas seguidas de trabajo son muchas horas, y mantener la concentración y la productividad a niveles intensos puede resultar complicado. Realizar pequeños descansos, alternar tareas más automáticas con aquellas que requieran mayor esfuerzo, escuchar música enérgica a ratos, salir a tomar el aire y cambiar brevemente de ambiente, cambiar a diario el fondo de escritorio por una foto que nos guste o nos recuerde a las vacaciones… son distintas maneras de relajar la mente y prepararla para afrontar el resto de la jornada.

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