Donde acabó la rebelión castellana

Escenario de la batalla que lleva su nombre, en su plaza Mayor resuenan aún los ecos de quienes en 1521 murieron enarbolando la palabra libertad

ABC

MONTSE SERRADOR

«Mil quinientos veintiuno / en abril para más señas / en Villalar ajustician / quienes justicia pidieran». Los versos de «Los Comuneros», el poema de Luis López Álvarez al que puso música el Nuevo Mester de Juglaría, relatan la batalla de Villalar de los Comuneros, el pequeño municipio vallisoletano que se ha convertido en un símbolo de la libertad y donde cada 23 de abril Castilla y León celebra el Día de la Comunidad . En estas tierras de las llanuras del río Hornija, al abrigo de los Montes Torozos, donde la Castilla que cantó Machado extiende su mar de cereal, fueron prendidos Bravo, Padilla y Maldonado, los tres comuneros que encabezaron la rebelión contra las tropas imperiales de Carlos I de España en la llamada Guerra de las Comunidades.

Revolucionarios para unos, señores feudales para otros, protagonizaron la sublevación por la excesiva presión fiscal impuesta por el monarca y la pobre participación de Castilla en la política del Reino. En Ávila, habían constituido la «Santa Junta», aunque después se instauró en Tordesillas, donde estaba encerrada la madre del Emperador, Juana I, de quien pretendían obtener su apoyo.

Quiso el destino que las tropas comandadas por Padilla, apostadas en el cercano Torrelobatón, al amparo de su imponente castillo, se encaminasen hacia Toro , localidad zamorana a la que no pudieron llegar porque en Villalar el ejército real salió a su encuentro y se libró la batalla. Un obelisco construido en 1889 recuerda en la plaza Mayor el lugar en el que los tres comuneros fueron ajusticiados y sus cabezas expuestas, aunque el pináculo del rollo original que lo culminaba se encuentra en el Ayuntamiento.

En este punto, cada 23 de abril se repiten las ofrendas políticas y sociales y los homenajes hacia quienes se han convertido en un símbolo de las libertades y, con la llegada de la España autonómica, sirven para reivindicar la identidad de Castilla y León. No es el único vestigio de la batalla. A las afueras de Villalar, en el lugar conocido como Puente del Fierro, otro monumento alude al punto exacto en el que los comuneros sucumbieron a las tropas reales.

Junto al monolito, la Torre del Reloj, cuya traza original es del siglo XIII y era utilizada en otro tiempo para llamar con su campana al Concejo, y la iglesia parroquial de San Juan Bautista, de ladrillo y tapial del siglo XVI, que posee un Cristo románico bizantino y un órgano del XVII . La calle principal, que sale de la plaza, lleva al segundo de los templos, el de Santa María, del siglo XVI, hoy convertido en Casa de Cultura, donde son frecuentes las exposiciones. Y a las afueras del pueblo, tradicionales palomares ofrecen la mejor de las estampas.

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