Un establecimiento de la firma de ropa Abercrombie & Fitch
Un establecimiento de la firma de ropa Abercrombie & Fitch - ap

Abercrombie: la moda de la segregación

A la polémica de que la firma no creaba «ropa para gordas» se añade que han rechazado contratar a una musulmana

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«No hacemos ropa para gordas ni para chicos que no sean "cool"», explicaba en 2006 Mike Jeffries, CEO de la cadena de ropa Abercrombie & Fitch. Las declaraciones, que salieron a la luz en 2013, ponían a la marca en el punto de mira. Y eso que él consiguió elevar una compañía que estaba al borde del deceso, pues ya en 1977 se había declarado en bancarrota. Su trabajo durante una década por situarla como una marca de referencia en ropa para jóvenes dio sus frutos; sin emabargo, esta estrategia ha acarreado duros peajes para la firma. «Algunas empresas están en problemas porque intentan alcanzar a todo el mundo: los jóvenes, los gordos, los delgados. Pero entonces te vuelves totalmente flojo.

No enfadas a nadie, pero tampoco estimulas a nadie», añadía Jeffries en aquella entrevista.

En 2002, unas camisetas que hacían burla de los problemas de los asiáticos para pronunciar la erre obligó a la marca a retirarlas y pedir disculpas. Ese mismo año, una colección de tangas en la sección de ropa interior femenina para preadolescentes tuvo que ser eliminada después de que cientos de padres protestaran. Esto se debió a que llevaban inscritas unas frases que se consideró que incitaban a la pedofilia.

En 2004, otra colección de camisetas volvió a generar polémica. La frase inscrita en ellas: «Todos son parientes en Virginia Occidental», en referencia a los supuestos problemas de incesto en esa zona de Estados Unidos, hizo que incluso políticos norteamericanos criticaran a la firma, que no quitó estas prendas de sus tiendas.

En noviembre de 2005, la fundación de Mujeres y Niñas del sudeste de Pensilvania boicoteó a la marca por exhibir camisetas donde se leía: «¿Quién necesita neuronas teniendo estas?», en referencia a los grandes pechos de algunas mujeres que, por cierto, eran rubias.

La última polémica ha llegado porque la empresa ha rechazado contratar a una mujer por su condición de musulmana. En 2008, Samantha Elauf acudió a una entrevista de trabajo para formar parte de la firma estadounidense. A pesar de que todo fue perfecto, la empresa se habría negado a contratarla por llevar el velo islámico. «Es indiscutible que Samantha Elauf no informó a Abercrombie que sus creencias religiosas le obligaban a llevar un pañuelo en la cabeza cuando ella estaba en el trabajo», argumentó Cooke, la representación legal de la empresa. Política de imagen, en definitiva, de una empresa cuya imagen ya está más que dañada.

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