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La deuda de Javier Mariscal se acerca a los 800.000 euros

Los 42.000 euros que recibió de AENA por el rediseño de su logo no fueron suficientes para superar una crisis que le ha arruinado

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La fuerza del destino y de la mala fortuna hace tiempo se cebó sobre el mundo del diseño –cientos de estudios de arquitectura, decoración e interiores han caído por el sumidero de la crisis– y especialmente sobre la rizada cabeza del valenciano Javier Mariscal. Ayer los medios digitales de todo el país se hacían eco de la entrevista que Mariscal concedió a la revista literaria «Gurb», en la que dijo textualmente: «Ya nadie me llama, estoy sin trabajo, soy un mantero». El padre de Cobi, uno de los iconos de Barcelona 92, confesó además que «me arruiné, no lo supe hacer, y al mismo tiempo tuve un desengaño amoroso y terminé en el psiquiatra tomando pastillas».

Su lema «sorprender, fascinar y, después, convencer», ha quedado en bien poco.

Fundador del primer estudio multidiscipilnar en España, con más de 30 años de experiencia, fue santo y seña del diseño catalán con renombre internacional. Su lista de clientes para branding y comunicación era numerosa, pero también lo eran sus diseños de producto que se adueñaban de los espacios que creaban: más allá de Cobi, de su estudio de Palo Alto, en la Ciuad Condal (un núcleo de empresas creativas situado en el barrio barcelonés de Poblenou y que fundó junto a Fernando Amat y Fernando Salas), han salido el taburete Dúplex, el carrito Hilton, la librería Ladrillos, el jarrón Olé o el sillón Amoroso. Éxitos y súper ventas, portadas en prestigiosas publicaciones internacionales, amigo de los más grandes (desde Philippe Starck hasta Ron Arad), bendecido por el todopoderoso Norman Foster, en la carrera al Oscar por su trabajo junto a Fernando Trueba en «Chico y Rita», Mariscal parecía intocable. Hasta que en 2008 la crisis y una mala gestión comenzó a pasarle factura.

«A todos esta crisis nos ha golpeado con dureza y si a esto añades un negocio mal gestionado y peor administrado, pues así se explican muchas cosas», cuenta una persona cercana a Mariscal que prefiere mantener el anonimato. El problema del creador valenciano, además, también ha sido de índole personal y sentimental: la ruptura con su segunda mujer, que ahóndó aún más la depresión que sufría desde 2008.

Aquel año, tal y como cuenta en «Gurb», en su estudio trabajaban unas cuarenta personas. «Éramos como una familia. Pero hubo que hacer un ERE de esos, tuve que empezar a hablar con abogados, se me cruzó también con una historia de desamor y entonces tuve que acudir a un psicólogo, tomar pastillas... El estudio de Javier Mariscal echó el cierre definitivo en febrero de este año, tras entrar en concurso de acreedores en septiembre de 2014. Aquel cierre coincidió con el abono de 42.000 euros por parte de AENA por el rediseño del nuevo logotipo del operador tras la escisión de ENAIRE, responsable de la gestión y control del tránsito aéreo. Según informó Europa Press, el Ejecutivo convocó un concurso de ideas entre los principales diseñadores españoles del que resultó ganador, en 2014, el Estudio Mariscal, al que se pagó los mencionados 42.000 euros.

Pero no fue suficiente. La deuda de Mariscal asciende a casi a unos 800.000 euros, una agujero negro que absorbe todo el dinero que pueda ganar.

Lo cuentan sus amigos y allegados: «Javier lo ha explicado muy bien en su entrevista. Tuvo que hacer una suspensión de pagos, despedir a gente con la que llevaba trabajando años, pues ya no entraban trabajos, y desmontar su estudio». De todos modos, aseguran, él es un luchador, alguien con capacidad de reinventarse.

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