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Poca ciencia y mucho marketing, las webs de las estrellas de Hollywood no son de fiar

Un catedrático canadiense alerta de los peligros de seguir ciertos consejos «saludables»

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Hollywood dispara tendencias y campañas de márketing constantemente. La moda más asentada de los últimos tiempos, y la más peligrosa en opinión de los científicos, es la de crear marcas que representan el estilo de vida «saludable» de las celebridades. Y resulta redundante, porque no hay estrella de cine que no sea una marca ambulante de su propia persona. Hartas de contestar las preguntas de los periodistas sobre sus dietas, sus rutinas de ejercicios o sus hábitos de belleza, muchas famosas con «vidas normales» decidieron crear paginas de internet donde contar cómo es su día a día, cómo cuidan de sus hijos o preparan sus ensaladas, al mismo tiempo que multiplican sus ingresos con la publicidad de los productos que utilizan.

Hace tiempo que Jessica Alba despliega sus dotes como madre en «www.honest.com» y que Blake Lively disecciona su fabuloso estilo de vida en www.preserve.us. Pero en este terreno, sin duda, la pionera y mandamás es Gwyneth Paltrow, quien se ha colado en el puesto 89 de la lista de las empresarias más influyentes del planeta gracias a su pagina web «Goop.com». Desde este sitio, Paltrow cuenta semana a semana sus secretos para estar en forma y anima a sus seguidores a seguir sus pasos. Lavados vaginales, dieta macrobiótica, eliminación de alimentos supuestamente perjudiciales, programas de desintoxicación, ayunos, adquisición de servilletas de lino a cincuenta euros cada una... Además de las enormes visitas que tiene «Goop.com», la actriz cuenta con 2,14 millones de seguidores en Twitter, así que su influencia es enorme.

Esta semana, sin embargo, le ha salido una china en el zapato. Se trata de Timothy Caulfield, divulgador científico y catedrático en la Facultad de Derecho y en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Alberta (Canadá). Caulfield ha publicado un libro titulado «¿Se equivoca Gwyneth Paltrow en todo? Cómo los famosos nos venden sus elixires de salud, belleza y felicidad», donde desenmascara a la actriz tras matizar que, pese a todo, es un gran admirador suyo. Pero en su dictamen científico es implacable: «Sus consejos a menudo son perjudiciales porque nos distraen de las cosas sencillas, basadas en la evidencia y que resultan eficaces para tener un estilo de vida saludable. El ruido de la pseudociencia distrae y confunde», cuenta. Y tilda de «patrañas» y «ridiculeces» las propuestas de Gwyneth.

Una fuerza maléfica

El catedrático canadiense asegura que las famosas y sus marcas son «una fuerza maléfica destinada a hacernos gastar dinero en cosas irrelevantes y dañinas, gracias a la magia y el poder de su fama. Lo cierto es que las paginas web de estas glorias del cine explican lo que a ellas les gusta, pero no dicen si está bien o mal. Simplemente, recitan los pasos que dan probando recetas, comprando muebles o succionando sus vaginas».

En su libro, Caulfield se centra con especial virulencia en desenmascarar los intentos de Paltrow por detener el paso del tiempo a base de aceite de serpiente: «No sólo no es fabuloso, sino que en realidad no tiene nada de serpiente. Es aceite de maíz común y corriente dentro de una botella muy elegante».

Mientras unos intentan denunciar la práctica de estas famosas, el mundo sigue rindiéndose a sus marcas por la fascinación que provoca acercarse, aunque sea usando su mismo producto, a las estrellas que admiran.

El libro de Caulfield explica también por qué millones de personas se deslumbran con los famosos: «El problema no son las celebridades, sino la obsesión que existe en la sociedad por ser reconocido. Los jóvenes no quieren ser médicos o astronautas. Quieren tener miles de seguidores que les adoren desde Twitter, Instagram o Facebook». Las redes sociales han engendrado nuevos semidioses, y ellos edifican su mitología a través de sus paginas de internet.

Que los científicos publiquen libros que nos recuerden que el Master Cleanse, el spot reduction y el cupping no sirven para nada, son necesarios para mantener el equilibrio en este universo alterado por la credulidad de las masas. Hemos pasado de sospechar contra la cultura de las corporaciones, a dejarnos seducir por la moda de celebrar las marcas individuales del actor al que admiramos, que en definitiva nos vende el mismo producto empaquetado de forma diferente. Tal vez lo único que ha cambiado es la estrategia del marketing.

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