Un avión de Air Asia
Un avión de Air Asia - ABC
EL PULSO DEL PLANETA

Turistas de pesadilla

Una viajera arroja agua hirviendo a una azafata. Otro cliente abre la puerta de emergencia en el despegue para «tomar aire fresco». El Gobierno chino anuncia multas

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El vuelo chárter de Air Asia FD9101 acababa de despegar del aeropuerto Don Mueang de la capital tailandesa, Bangkok. Una pareja de jóvenes turistas chinos con destino a Nanjing no estaba satisfecha con el servicio a bordo porque se les habían asignado asientos separados y tuvieron que discutir para sentarse juntos, algo a lo que finalmente accedió la sobrecargo del Airbus A-320. Pero la cosa fue a peor. A ese enfado se sumó lo que consideraron una actitud inadecuada de la azafata, que no les devolvió yuanes chinos cuando compraron una sopa de fideos instantáneos. A la chica no se le ocurrió nada mejor que pedir agua hirviendo para prepararlos... y lanzar la mezcla contra una tripulante de cabina. La situación se desmadró: diferentes vídeos muestran cómo algunos pasajeros se enzarzaron en una pelea con los empleados de la aerolínea, y cómo el novio de la agresora amenazó con hacer explotar el aparato mientras ella aseguraba que iba a abrir la ventana de emergencia en pleno vuelo.

El comandante decidió dar media vuelta y alertar a las autoridades tailandesas, que procedieron a detener a la pareja, y a otros dos pasajeros, al aterrizar en Bangkok. Al final todo se resolvió con un «acuerdo amistoso» en el que la azafata agredida recibió una compensación de algo más de mil euros.

La seguridad, en peligro

Los dos turistas están ya de vuelta en China y sus compatriotas no les perdonan. «¿Qué estaba pensando esa mujer cuando atacó a la azafata? ¿No vio que estaba poniendo en riesgo la seguridad del vuelo?», se preguntaba el diario oficial «China Daily» en un rotundo editorial. Tal ha sido la ira que ha provocado el caso, que el propio Gobierno chino ha anunciado que la pareja será «severamente castigada» por haber dañado gravemente la imagen del país.

La reputación de los viajeros del gigante asiático no es, precisamente, muy positiva. Y menos en Tailandia, uno de los países que más turistas chinos reciben. En la ciudad norteña de Chiang Mai un estudio universitario concluyó que el 80% de los residentes están muy descontentos con la actitud de los visitantes del país de Mao. La mayoría se muestran contrarios a la decisión que les exime de visado para estancias de hasta dos semanas.

«Los gobiernos y las empresas ven en los turistas chinos una fuente de ingresos aparentemente infinita, y para ellos es un éxito que su número se multiplique cada año. Pero no tienen en cuenta que están provocando un gran resentimiento entre la población local», critica Nanthip Suriporn, propietario de un restaurante en Chiang Mai. En París tampoco se acostumbran a sus modales, hasta el punto de que la gendarmería gala ha solicitado ayuda a la Policía china, que ha enviado varios agentes a Francia para proteger, asistir y controlar a sus ciudadanos.

Y en Egipto estuvo a punto de estallar un conflicto diplomático hace un par de años por la inscripción que un niño chino hizo con un objeto punzante en la pared de un templo de Luxor que data de hace 3.500 años. «Ding Jinhao estuvo aquí», escribió el chaval. Otras fotografías de niños chinos defecando en lugares públicos, e incluso en el interior de un avión, continúan dejando en evidencia la actitud de gente que, como apuntaba un usuario del Twitter chino, hasta hace poco daba rienda suelta a sus necesidades fisiológicas en el campo. «Es un problema de educación básica», aseguró. Y de que el turismo es algo nuevo. El martes un pasajero abrió la puerta de emergencia de un avión que se preparaba para despegar porque quería que entrase «un poco de aire fresco».

El viceprimer ministro, Wang Yang, declaró el año pasado que la conducta de sus ciudadanos «daña seriamente la imagen del país». Poco después, el Gobierno aprobó una ley para regular las multas con las que se castigan en China ciertos modos deplorables de los viajeros, y publicó el manual «Guía del Turista Civilizado».

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