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Mármoles Molinero se ha ganadola fama dentro del arte funerario - BELÉN RODRIGO

Lápidas y esculturas Molinero, referencia nacional del arte funerario

Desde hace más de cien años las lápidas y esculturas construidas en Mármoles Molinero decoran los cementerios de gran parte de España. Un negocio familiar del cada vez más reducido gremio de marmolistas que ha resistido a los cambios de una sociedad en la han disminuido el número de sepulturas.

Madrid Actualizado: Guardar
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Los trabajos de Mármoles Molinero se encuentran repartidos por la mayor parte de los cementerios de España. Este negocio de marmolistas se ganó su fama hace décadas gracias al arte funerario y en los años de la posguerra realizaron monumentos a los caídos para todos los ayuntamientos del país. La tienda, en la Plaza de Tirso de Molina número 10, está dentro de la cada vez más reducida lista de locales centenarios de la capital, y por allí siguen pasando clientes de toda la vida para hablar con su dueño, Valentín Molinero, nieto del fundador, Manuel Molinero. Fue en 1880 cuando se instaló en la tienda actual, después de comenzar el negocio en la calle Mayor 66. “La familia se dedicaba al mármol ya desde 1825 y tanto mi abuelo como mi padre eran muy conocidos en Madrid”, explica a ABC el propietario.

Los tiempos han cambiado, “existe una mentalidad diferente y ahora se incineran mucho los cuerpos por lo que ya no se fabrican tantas lápidas”, recuerda Valentín. Sin embargo, “siguen existiendo familias que mantienen la tradición de las sepulturas”. De ahí que sea un negocio más reducido, pero todavía con movimiento. Durante muchos años los Molinero tenían un taller donde llegaron a trabajar más de una docena de escultores. Primero estaba situado en el Camino Alto de San Isidro, un terreno expropiado por el Ayuntamiento en los años 60, con Arias Navarro como alcalde, para construir el parque Tierno Galván. Después, se trasladaron a Navalcarnero hasta que Valentín, viendo el retroceso del negocio, decidió cerrarlo y trabajar subcontratando los servicios. En la tienda ha realizado algunas reformas, la más destacada la de la puerta de entrada, sustituyendo la fachada de madera con cruces pintadas por una en mármol.

No se dedican exclusivamente al arte funerario, aunque es la clave del negocio. “También hacemos esculturas de todo tipo, muchas de ellas para jardines particulares, baños, cocinas, chimeneas, bustos y restauraciones”, aclara el dueño. El gremio de los marmolistas es cada vez más reducido, “los negocios van desapareciendo según fallecen los propietarios” y en lo que se refiere a este tipo de escultores, “son familias que van pasando su técnica de padres a hijos. En el caso Madrid, “no hay apenas locales donde se dediquen a este negocio. Hay algo de competencia en las lápidas, pero en el resto somos de los pocos lugares de España que realizan todo tipo de trabajos”, cuenta el señor Molinero.

Encargos desde toda España

Los pedidos llegan desde muchas partes del país, incluso del extranjero. Una vez les encomendaron una capilla desde Chile. La realizaron en Madrid, se desmontó y se envió en contenedores. Lo más habitual en Mármoles Molinero es que los clientes contacten por email o por teléfono para hacer el pedido. Y algunos, los clientes más habituales, siguen haciendo los encargos en persona. Una de las preguntas que suele hacer Valentín es “¿cuánto dinero se quiere gastar?” y a partir de ahí ir decidiendo materiales y diseños. Lo más normal es gastarse en una lápida, ya con inscripciones y los vasos para las flores, entre 2.500 y 6.000 euros. “Y desde ese valor, todo lo que se quiera. Hay personas que encargan verdaderos mausoleos o esculturas complejas como la dolorosa postrada ante la cruz. Lo mismo ocurre con las figuras. “no es el mismo precio una figura del Sagrado Corazón con los brazos abiertos o con los brazos cruzados”, por poner un ejemplo. "Todo depende del grado de perfección que se pretende porque cuantas más horas se trabaja una figura, mucho mejor será el reultado", añade.

Trabajan con mármol y con granito. El precio varía en función de su calidad. Por ejemplo el de Levante es más vistoso “pero menos resistente” algo que no ocurre con el mármol blanco de Macael, “el más duro” aunque se ha dejado de usar para las lápidas, hechas sobre todo de granito.

Valentín Molinero cuenta a ABC que de vez en cuando llegan pedidos algo extraños. Una vez tuvieron que hacer con el llamado mármol negro Bélgica un altar en el centro y dos puertas. Una con un ángel que recibía a otro ángel que sacaba a una mujer de la casa. Con los epitafios que escriben en las lápidas también han tenido episodios divertidos, como cuando se equivocaron y en lugar deponer “Qué breve es la vida” apareció inscrito “Qué breva es la vida”.

Todo tipo de regalos

En la tienda, de pequeñas dimensiones, sorprende la variedad de figuras realizadas en mármol. “Hay muchas que no son caras y son regalos diferentes y originales. Todas requieren su técnica porque nacen de un trozo de mármol liso”, puntualiza Valentín. Encontramos tableros de ajedrez y damas, relojes, bustos, cabezas de caballo y una gran variedad de ángeles, vírgenes y cristos.

Valentín Molinero recuerda orgulloso el negocio puesto en marcha por su abuelo y que tan buenos años vivió con su padre, quien fue discípulo de Benlliure. Él empezó como aprendiz con 13 años, realizando diferentes tareas. Ahora no sabe si la cuarta generación, “que está más interesada en otras cosas” seguirá este negocio familiar, “pero de momento seguimos asegurándolo bien”.

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