Cierra el Melo’s: una nueva baja entre los bares de siempre

Lavapiés se queda huérfano de uno de sus locales más icónicos, con 40 años de historia y unas croquetas inolvidables

El bar Melo’s en la calle de Ave María de Lavapiés, cerrado FOTOS: ISABEL PERMUY
Adrián Delgado

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En el 44 de la calle de Ave María la lluvia acaricia el cierre del Melo’s y los mensajes de despedida de los clientes de toda la vida detienen la mirada del peatón curioso. Antes lo hubiera hecho el aroma a cocina de casa que, desde bien temprano –aunque abriera siempre a las 20 horas–, despertaba el apetito en este bar de Lavapiés. Encarni y José Ramón , artífices de la felicidad que eran capaces de concentrar sus croquetas líquidas, entre otras pocas pero alabadas fórmulas clásicas, se llevan consigo su receta. Ellos y su hija Azucena , Azu para los amigos y vecinos que la vieron crecer entre las mesas, que al otro lado del teléfono intenta resumir el cúmulo de emociones que provoca en su familia esta anunciada despedida.

Muestras de cariño pegadas por clientes en el cierre del bar Melo's Isabel Permuy

«Mi padre nunca se imaginó haciendo otra cosa que no fuera trabajar detrás de la barra de su bar», asegura superada por las muestras de cariño recibidas. Tras ser diagnosticado de una grave enfermedad, José Ramón ha intentado evitar el cierre del Melo’s por todos los medios sin que el Covid-19 , extrañamente, haya tenido nada que ver. «Es su vida. No sabe hacer otra cosa. Ni quiere», insiste su hija en una especie de viaje emocional que va de un recuerdo a otro, la mayoría felices.

«Mi hermano y yo aprendimos a caminar, a jugar, hasta a patinar entre las mesas y las sillas del bar. También a trabajar duro. A los trece años empecé a ayudar con cosas sencillas como rellenar servilleteros, limpiar o darle vueltas a la comida en las ollas. Luego me metí en la cocina . De ver a mi madre, aprendí su receta de croquetas que ahora solo podrán disfrutar mis hijos, mis amigos y mis vecinos», presume.

Marisu Baretta Isabel Permuy

El local se vende con la posibilidad de hacerse con el traspaso de un negocio que nunca dejó de funcionar. «Había que hacer cola siempre para entrar», recuerda Marisu Baretta , dueña de la tienda Chiribiris, contigua al bar. «El cariño y la calidez de sus dueños, de toda la familia, será irremplazable para el barrio», asegura. Triste también se muestra el propietario de la histórica tienda «José Luis y sus chaquetillas», dedicada a la venta de ropa de trabajo para la hostelería. «Ramón y Encarni han hecho mucho bien por este barrio. Han ayudado siempre a la gente. Me da mucha pena que se vayan y que cierre otro local emblemático para Lavapiés», dice José Miguel López recordando las zapatillas –la otra especialidad de la casa: una gran rebanada de pan a la plancha con lacón y queso–. «Pesaban casi un kilo. Eran únicas», asegura.

Encarni y José Ramón completaban la oferta de cocina con poco más: pimientos de padrón, empanadillas, morcilla, lacón a la plancha, queso de tetilla y queso con membrillo. No hacía falta más para tener lleno hasta la bandera un local que ahora anuncia a la venta una inmobiliaria especializada bajo el reclamo de haber logrado una facturación media mensual de más de 60.000 euros. «Yo, por una situación personal también muy delicada y con tres niños pequeños que son mi prioridad, no puedo quedarme con el Melo’s. Me cuesta mucho aceptar que ya no será el mismo, pero espero que quien se lo quede sepa conservar su esencia», desea Azucena.

La lluvia sigue acariciando ese cierre del Melo’s pero no consigue borrar el cariño que la familia Álvarez ha dejado tras cuatro décadas allí. Tampoco lo hará el tiempo. Los buenos bares y la buena gente siempre quedan en la memoria.

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