Carmena planea reducir el tráfico en la Gran Vía y ampliar sus aceras

El Ayuntamiento aprobará en primavera un plan para mejorar la movilidad del centro

MADRID Actualizado: Guardar
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La Gran Vía está desbordada: en Navidad, fines de semana, cualquier festivo o en hora punta entre semana. El tráfico de vehículos es constante y las aceras, en épocas señaladas, se quedan cortas e imposibles para el tránsito a pie. El Gobierno de Manuela Carmena quiere remediar esta situación y, de forma no deliberada, hacer realidad el sueño que perseguía Alberto Ruiz-Gallardón: restarle espacio al vehículo y ganárselo al peatón. Aprobará en primavera un primer documento de su plan de mejora del espacio público para la movilidad en la ciudad y la Gran Vía ocupará parte de esta lectura. El delegado de Desarrollo Urbano Sostenible (DUS) es partidario de que para atravesar Madrid de este a oeste se utilicen otras vías alternativas y esta calle deje de ser de cruce principal.

«Se ha invertido mucho en infraestructuras de circunvalación para ahorrar el paso por ella. Una medida sería restringir el porcentaje de tráfico que la cruza», apunta a ABC.

¿Cómo? No hay nada definido, pero la ampliación de aceras y la reducción de los carriles al tráfico rodado son dos medidas que barajan y cuyo impacto estudiarán los técnicos municipales. «La Gran Vía está sobresaturada en muchos momentos, no solo de coches, sino de peatones. Si atendiéramos a criterios estrictamente de capacidad, la exigencia es la de ampliar las aceras», argumenta el edil.

No descarta el concejal de Ahora Madrid que otra alternativa sea inicialmente cortar algún carril de esta gran avenida temporalmente para dar más prioridad a los transeúntes, al igual que se ha hecho desde el 20 de septiembre con el eje Prado-Recoletos los domingos, una iniciativa que, según Calvo, ha sido todo un éxito: «La gente valora muy bien que el domingo por la mañana esté abierto a otro tipo de actividades, desde actuaciones culturales, artísticas, paseo u ocio».

«Usar más la bicicleta»

Como la Gran Vía, el nuevo gobierno municipal estudia otros ámbitos e tomando medidas para «una demanda ciudadana existente». «No es que nosotros nos la estemos inventando. La gente pide usar más la bicicleta, poder tener más posibilidades de desplazamientos peatonales, contar con un transporte público de mayor calidad y de mayor eficacia y todo esto pasa por la reducción progresiva del impacto del vehículo privado en las zonas consolidadas de la ciudad», arguye José Manuel Calvo.

Después de que las obras de la Gran Vía culminaran en 1929, dos han sido los alcaldes que han acometido las mayores reformas en esta arteria: José María Álvarez del Manzano y Alberto Ruiz-Gallardón, ambos del Partido Popular. El primero se encargó en 2001 de iniciar unas obras que cambiaron por completo las aceras y el mobiliario urbano. Invirtió más de 5 millones de euros, entonces 875 millones de las antiguas pesetas. Las obras duraron casi dos años.

El «lavado» de Gallardón

En 2007, Gallardón anunció otro lavado de cara a esta calle como propuesta estrella en la carrera electoral. Dijo que ampliaría en dos o tres metros las aceras, aunque nunca llegó a llevarlo a cabo. Quería, al igual que Ahora Madrid, «un centro urbano más sostenible». Después de peatonalizar Montera en 2006 (costó 1,3 millones de euros), el exministro de Justicia extendió esta misma actuación a Fuencarral (2,7 millones de euros), Callao, Preciados y Jacometrezo (4,9 millones de euros). Durante su mandato llegó a realizar cortes puntuales en la Gran Vía algún domingo y la cortó por completo con motivo de su centenario o los encuentros de la Noche en Blanco. Manuela Carmena se inició en esta práctica el pasado 22 de septiembre cerrándola durante cinco horas del tráfico rodado por la Semana de la Movilidad, desde Hortaleza a San Bernardo.

«La Gran Vía ha ido evolucionando en los últimos 100 años ampliando aceras en algún caso, recogiendo más tráfico durante un tiempo y luego se ha ido reduciendo cuando se cerró la obra de la M-30. Era un espacio de cine y de otro tipo de ocio y ahora es más comercial. Va a seguir cambiando en la medida en que la ciudadanía vaya modificando sus hábitos. Nosotros tenemos que actuar para dar respuesta a esa necesidad», considera el edil.

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