El autocine enciende sus luces: «Es un plan diferente de ocio para romper la monotonía del Covid-19»

200 personas acudieron ayer a la reapertura del lugar, donde se proyectó el musical «Grease»

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Una pareja aprovecha para hacerse un «selfie» con el cartel de la película antes de la proyección Belén Díaz/ EP

Carlota Barcala

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El olor a palomitas y comida americana inundó ayer el distrito de Fuencarral-El Pardo. Los «food truck» del Autocine Madrid Race volvieron a tener pedidos y las mesas de madera, comensales cinéfilos deseosos de que el cielo se oscureciera para disfrutar de uno de los musicales más clásicos de la historia: « Grease ». La pandemia del coronavirus se olvidó durante unas horas en la ciudad para dejar paso, tras más de dos meses de confinamiento , al ocio al aire libre con la reapertura del emblemático lugar. «Es un plan de ocio diferente para salir de casa y romper la monotonía impuesta por el coronavirus», aseguró Rafa, uno de los primeros en acceder con su vehículo. La idea que él tenía era celebrar la semana pasada el cumpleaños de su novia, Izas, yendo a ver la cinta de Randal Kleiser, su film preferido, pero no pudo ser. «Será algo diferente y especial», dice ella, que va por primera vez.

Había ganas de cine en Madrid y seguirá habiéndolas, puesto que las entradas están agotadas ya hasta el 8 de junio, cuando se proyectará «Los cazafantasmas». Así lo demostraron las 200 personas que acudieron. Para Patricia también su película preferida. «Cogí las entradas en cuanto me enteré.Queríamos venir el fin de semana pero ya estaban agotadas », indica la joven, que aprovecha para hacerse fotos en los coches antiguos que decoran el lugar antes de que la pantalla de 200 metros cuadrados proyecte, a las 22 horas, la historia de amor de Sandy y Danny. «Como hemos sido de los primeros en entrar, hemos elegido el sitio que queríamos. Delante de todo para no perdernos detalle», asegura Juan Carlos, su acompañante. Su parcela fue la 2-F.

Decenas de coches aparcados delante de la pantalla del autocine Belén Díaz

El autocine se ha convertido en una de las pocas ofertas de ocio de las que se puede disfrutar. «Ahora mismo, será uno de los sitios más seguros», afirma Tamara Istambul, una de las dueñas, que ha trabajado desde el primer día de confinamiento para que esta «sala» pudiera volver a acoger gente –y coches–. «Hemos intentado darle la vuelta a la situación y reinvertarnos. Para nuestra sorpresa, funcionó muy bien», continúa. Tanto que el cartel de « sold out » se colgó el día en que salieron a la venta. Además de cintas, el autocine acogerá conciertos como el de Belako (el 25 de junio), monólogos y comedias (el 1 de julio).

En total, participaron en la reapertura 23 trabajadores. Detrás de los fogones estuvo Guillermo, jefe de cocina, que fue contratado tan solo dos meses antes de que el patógeno asolase Madrid. «Tengo muchos nervios pero también ganas por volver a trabajar y a la normalidad », dice el cocinero : «Solo queremos que esto vaya para arriba y que haya muchas ganas de comer palomitas y hamburguesas». Su objetivo es darle una vuelta al menú de este restaurante durante la nueva temporada, haciéndolo más «americano y mexicano».

Manuel fue uno de los que acudió a la barra de Guillermo. Acompañado de sus dos hijos, de cinco años y cinco meses, y su mujer, no quiso faltar a la cita. «Es la primera vez que venimos, lo hemos visto como algo novedoso y retro , y eso nos gusta mucho», afirma, después de encontrar este plan al buscar en internet qué podían hacer con los dos pequeños. «Había ganas de butacas, aunque sea en los asientos del coche», confiesa. «Además, si el bebé llora, solo tenemos que aguantarlo nosotros», dice entre risas.

Belén Díaz

Detrás de ellos se situaron Ángel y Paloma. El hermano de él murió la semana pasada a causa del virus y sus hijos decidieron regalarles las entradas para animarlos. «Esta es una experiencia nueva . Me he informado antes de venir sobre cómo teníamos que hacer para escuchar la película y sintonizar la radio», manifiesta, antes de que la cabina roja de proyección encendiese sus luces. Fue entonces cuando Madrid se trasladó, al cobijo de las Cuatro Torres, al verano de 1959 y el instituto Rydell. Luces, cámara y acción.

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