HISTORIA

La huella del primer soldado romano

Los nuevos hallazgos sitúan la presencia militar más antigua en Galicia en el siglo I a. C.

Vista aérea del campamento militar ROMANARMY.EU

Antonio Méndez

Los libros que narran la historia de Galicia tendrán que ser renovados . Un nuevo hallazgo confirma que la presencia militar romana en el territorio gallego se produjo con anterioridad a la documentada hasta el momento. Esta conclusión se extrajo a raíz de las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en el campamento romano de Penedo dos Lobos, en Manzaneda (Orense). Gracias a la intervención realizada por el colectivo «romanarmy.eu» —desde el 20 hasta el 25 de agosto— en colaboración con el Instituto de Ciencias do Patrimonio (Incipit) del CSIC, el Concello de Manzaneda, y el Grupo de Investigación Síncrisis del Departamento de Historia da Universidade de Santiago de Compostela; en dicho enclave se hallaron dos monedas acuñadas por Publio Carisio (legado del primer emperador Octavio Augusto durante las Guerras Cántabro-Astures) que datan entre el 25 a. C. y el 22 a. C. El primer registro de presencia militar romano en Galicia estaba fechado en el siglo I d. C.: el campamento romano de Aquis Querquennis —en la localidad de Bande, Orense— y el de Cidadela —en Sobrado dos Monxes, La Coruña—.

Sin embargo, las nuevas investigaciones adelantan la llegada militar romana a tierras gallegas al siglo I a. C. No obstante, como afirma a ABC el encargado de dirigir la intervención e investigador del Incipit, João Fonte, «no sabemos qué hacían allí los soldados romanos, creemos que estuvieron realizando una operación, un reconocimiento territorial por ejemplo, relacionada con la época de las Guerras Cántabro-Astures» . A diferencia de los otros yacimientos descubiertos hasta la fecha en Galicia, el de Penedo dos Lobos se trata de una «ocupación temporal mientras que los de Bande y Sobrado dos Monxes eran permanentes», tal y como afirma el investigador. Además, Fonte estima que el tiempo que estuvieron los soldados romanos en el campamento orensano «seguramente fue inferior a un año», y que «no se produjo en la temporada invernal, debido que las condiciones meteorológicas en Manzaneda son muy complicadas». La campaña arqueológica en Manzaneda redefine las páginas de la historia de Galicia, ya que algunos investigadores sostenían que poseía un carácter marginal respecto a las Guerras Cántabro-Astures. Ahora se sabe que «Galicia tuvo algún papel», todavía por descifrar.

«Excepcional conservación»

Además de las dos monedas, en el lugar se hallaron unas sandalias romanas y material militar (algunas puntas de armamento). Todo ello en un estado de conservación «muy bueno», como afirma el investigador que dirigió las intervenciones. Por otra parte, Fonte también destacó que el sitio arqueológico está «excepcionalmente conservado» . Con un tamaño aproximado de 2,34 hectáreas, el emplazamiento presenta capacidad para acoger a unos 1.000 soldados romanos en aquella época. Esta estructura «en forma de naipe» conserva «casi la totalidad del perímetro de la muralla defensiva, construida en granito local».

La alerta de un vecino de la zona, Rubén F. Lorenzo Pérez, propició el descubrimiento del campamento. Una vez realizadas las identificaciones y valoraciones necesarias, el grupo dirigido por Fonte se propuso un obejtivo: «validar que aquel emplazamiento fue un campamento militar romano de carácter temporal» . La misión resultó todo un éxito ya que además de corroborar dicha hipótesis, el colectivo pudo «contextualizar temporalmente el hallazgo». Sin embargo, el investigador explica que «el enclave no está catalogado oficialmente por la Xunta de Galicia» y considera «importante que se involucren otras administraciones para conservarlo». En este sentido, el descubrimiento pudo no haberse producido. En la zona donde se halló el campamento se iba a desarrollar un plan de repoblación forestal. Como indica Fonte, «éste proyecto afectaba casi íntegramente al recinto donde estuvimos trabajando», aunque tras ser visitados por un agente forestal, éste les trasladó que «el enclave iba a ser salvaguardado e incluso se respetaría la área de protección de 200 metros más allá de los límetes del mismo».

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