Entrevista

«Hablar de discriminación racial en la ópera suena a antiguo»

Pretty Yende está llamada a ser una de las grandes sopranos de los próximos años. En el Met está considerada como una estrella y será su próxima Lucia. La sudafricana, que viene de triunfar en Sevilla y La Coruña, se considera afortunada

La soprano sudafricana Pretty Yende ABC

JOSÉ LUIS JIMÉNEZ

Repite que vive en un sueño, como el título de su segundo disco. El universo operístico le fue revelado a través de un anuncio de televisión en su niñez y, cuando fue a darse cuenta, ya era una soprano de fama mundial y con éxito en los principales teatros del mundo. Formada en la Academia de La Scala, Pretty Yende (Piet Retief, 1985) es una de las voces del belcanto más prometedoras. Su concierto anoche en La Coruña junto a la Sinfónica de Galicia y la batuta de Kemal Khan lo confirmó.

En su segundo disco se ha atrevido a darle una vuelta al repertorio más tradicional incorporando variaciones y cadencias nuevas.

Una de las partes que más disfruto del belcanto son las cabalettas y las variaciones en las segundas estrofas. Tuve un gran amigo, mentor y maestro que me conoce desde hace mucho, que se llama Kemal Khan, que es quien me dirigirá en Coruña. Con él preparé las arias y los papeles que canto en el disco, y buscamos cosas nuevas, quisimos regresar a ese pasado dorado en el que se escribían variaciones en función de las capacidades del intérprete.

Es refrescante que una joven soprano aborde las arias más conocidas desde una óptica, cuanto menos, distinta.

Hacer cosas nuevas exige coraje y determinación, pero tuve la suerte de contar con un gran equipo, el “Pretty Army” (risas), que me escuchó y me acompañó para que las ideas que yo pudiera tener se materializaran. La belleza de este arte es que no envejece y las posibilidades son ilimitadas, porque cada cantante tiene su visión, su manera de afrontar un papel o un aria.

Su disco se llama «Dreams» (sueños). ¿Cuáles son los suyos?

Todos mis sueños se han hecho ya realidad. Si revisas mi historia y ves todo lo que he logrado con apenas 32 años, parece un sueño imposible. El mayor sueño está siendo explorar mi capacidad vocal, porque mi voz es el gran don que se me ha dado, pero también está viajar, aprender idiomas del mundo y conocer la música más hermosa que jamás se ha compuesto. He podido cantar en los principales teatros, desde La Scala que es mi casa artística, hasta el Met, París o Londres. La Scala es tierra sagrada. Son sueños hechos realidad. Y ahora tengo la valentía de seguir soñando, de soñar un futuro en el que mi voz y mi capacidad evolucionen hasta permitirme cantar las tres reinas de Donizetti o, incluso, Norma. Todo a su tiempo.

Me ha robado la pregunta. A su edad ya ha cantado en teatros como Nueva York, Los Ángeles, Milán, Londres, Viena, Berlín, Barcelona, París... No lleva mala carrera

Es absolutamente increible. Es una de las cosas que, cuando las pongo en perspectiva, me obligan a sentir humildad y entender el privilegio que supone. Cuando empecé este viaje de la ópera, no sabía cuán grande y complejo era. Mirar atrás me hace convencerme de que no hay ningún sueño imposible de alcanzar y estoy muy agradecida por todo lo conseguido.

En esta ecuación, ¿es más importante la suerte o el trabajo duro?

Ambas (risas). Todo tiene su importancia. Mi mayor suerte es tener el don de mi voz, y el hambre por saber y conocer más de este mundo de la ópera. Todo lo que he vivido ha sido un bonus, porque jamás aspiré a cantar en todos esos teatros a los 32. Lo que me sigue inspirando es poder emplear mi instrumento para hacerle sentir al espectador lo mismo que yo sentí cuando escuché esta música por vez primera.

Y todo fue culpa del dúo de las flores de «Lakmé»...

Sí, fue una bendición. Fue como si alguien me encendiera la luz en mitad de la oscuridad. Mi cabeza no sabía qué estaba escuchando pero mi alma sí. La ópera es un mundo sobrenatural donde lo que se siente y se vive es intangible. Y estoy emocionada por todo lo que he vivido y aprendido hasta el momento, pensando además todo lo que me queda por seguir viviendo.

¿Cómo es estudiar con Mirella Freni, su maestra en la Academia de La Scala?

El mayor de los regalos. Era como una montaña rusa. Yo era una niña nacida y criada en Africa que estudió en Ciudad del Cabo, y en la biblioteca musical todos los discos que había eran de Freni, o de Renato Bruson o Luciana Serra, maestros de los que aprendí en la Academia. Aprender de estas leyendas vivas fue una bendición. Su guía sigue marcándome y aconsejándome para sacar lo mejor de mi instrumento.

¿Es especialmente difícil dedicarse a la ópera desde Sudáfrica?

Sí, en principio porque no es algo realmente ligado a la cultura del país. Soy una de las pocas jóvenes y afortunadas artistas que ha tenido la posibilidad de estudiar y formarse fuera de Sudáfrica despues del apartheid. Durante esta época, a las personas negras no se les permitía estudiar música clásica. Una de mis maestras en mi país, Virginia Davids, fue la primera soprano negra que tuvo una carrera internacional. Otro de mis grandes mentores es Angelo Gobatto, que empezó con programas de canto para jóvenes. En sus ojos veo la alegría ahora que se ha cumplido su sueño: decirle a la gente blanca que impedía a los negros expresar su arte que somos tan buenos o mejores que ellos. Las oportunidades requieren además del momento adecuado, y ese es el que estamos viviendo, brindándonos posibilidades en igualdad.

¿Queda alguna traza de discriminación racial en la ópera de nuestros días?

En mi casa mis padres nunca me enseñaron que fuera diferente a nadie. Crecí sin saber qué era el apartheid. Fue el mayor regalo que tuve en mi educación. Me protegieron para que no me sintiera nunca víctima ni arrastrara cicatrices del pasado. En mi viaje operístico jamás me he sentido incómoda por algún comentario inapropiado. Fui la primera estudiante negra en la Academia de la Scala. Y soy la primera intérprete negra de muchos papeles que estoy cantando. Pensar en discriminación suena a antiguo, porque a estas alturas del siglo XXI no debería ni estar en discusión. Y no, no he tenido ningún tipo de situación así.

¿Su futura casa artística va a ser el Met? Va a cantar allí la Lucia di Lammermoor...

Sí, va a ser algo histórico. Antes iré a cantar “Elisir d'amore”. Lucia se está convirtiendo en uno de los papeles más importantes para mi. Es otro sueño hecho realidad porque jamás me vi cantando el rol, quizás porque nunca visualicé a una intérprete negra haciendo de dama escocesa, o porque creía que la escritura del papel no se me adaptaba. Estoy agradecida del éxito y la acogida que tuvo mi Lucia en la Bastilla de París. Eso me ha dado muchos ánimos para afrontar el reto del Met.

Hay una larga tradición de grandes sopranos cantando este papel en el Met, desde Lily Pons hasta Joan Sutherland, pasando por Beverly Sills o June Anderson. ¿Se ve entrando en esa privilegiada lista?

¡Oh Dios mío! ¡Sí! (risas) Es extraordinario siquiera pensarlo y poder compartir un trocito de ese legado.

Hablando del Met, en los últimos días ha sido noticia por el escándalo de James Levine. ¿Qué le parece?

Podría decir muchas cosas, pero prefiriendo no hacerlo me quedo con el shock que ha supuesto para mí. Espero que no sean verdad esas acusaciones, y si lo son, desde luego fueron actos muy desafortunados.

¿Ha tenido noticia de conductas inapropiadas en el mundo de la ópera de nuestros días?

No, no. Esto fue un gran shock y se trata de cosas de las que no tenía la menor idea.

¿Se mira en el espejo de Leontyne Price, la última gran intérprete negra, aunque su vocalidad sea muy diferente?

Yo empecé en el belcanto por recomendación de Mirella Freni cuando entré en la Academia de La Scala. Ella percibió que mi voz tenía una flexibilidad que, con el tiempo, sería propia de una soprano lírica, pero me aconsejó no llegar a ese repertorio sino empezar por el belcanto, dominando la técnica de canto y la respiración. Así empecé en el belcanto. Price es una de mis sopranos más admiradas de todos los tiempos, y ojalá pueda seguir sus pasos como también los de otras intérpretes afroamericanas.

Usted ha ganado varios concursos operísticos. ¿Siguen siendo útiles para los cantantes?

Cada intérprete tiene su propio viaje personal. En ocasiones, las decisiones pueden ser o no beneficiosas. Para mí, los concursos internacionales funcionaron para presentarme a la gente. Yo era una chica de Sudáfrica que quería saber si merecía la pena este viaje.

¿Proyectos futuros en España?

Sí, hay algunas propuestas que estamos estudiando. Volveré para varios conciertos y para un título en Barcelona, pero tengo que guardar el secreto sobre qué y cuándo.

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