Fotografía o prótesis de brazos en 3D: las ideas para hacer el mundo un poco mejor

Dass y Martínez cuentan sus historias con las han cambiado la vida de las personas

Angélica Dass en una de sus sesiones de retratos, en Madrid Ángel de Antonio

Ántar Vidal

Cuando todavía era una niña e iba a clase en Río de Janeiro, Angélica Dass no podía explicarse por qué el lápiz de pintar ‘color piel’, como se decía la profesora, no se semejaba a la suya. Aquel lápiz era color rosa, y su propia piel era mucho más oscura. Ya desde que tenía esa edad, con «seis o siete años, no podía explicarme por qué clasificábamos a las personas por su color: amarillo, blanco, negro...», recordó este viernes la aclamada fotógrafa Dass en su intervención durante el congreso ‘Lo que verdad importa’, en La Coruña. Se dio cuenta que fuera de su casa —«mi familia es muy colorida, no tuve problema»— su vida giraba en torno a estereotipos por su color de piel. Se estuvo alisando el pelo durante más de 20 años, ocultando sus rizos naturales. Entonces se preguntó: «¿Cómo podemos luchar contra los estereotipos?».

Su arma en esta particular batalla es la cámara: emprendió el proyecto ‘Humanae’ , mediante el cual han pasado por delante de su objetivo más de 4.500 personas. Dass las retrata, y a partir del color de la punta de su nariz colorea el fondo de la fotografía. Con esa muestra, busca la referencia en la paleta Pantone, añadiendo la referencia del color. Al final, crea un enorme mural con cientos de rostros de personas de todas partes del mundo y etnias, un grito contra el racismo y la segregación. La exposición ha viajado por todas las partes del mundo, desde museos a las calles, pasando por la entrada del Foro Económico Mundial de 2017 : «Era un recordatorio para todos los presidentes y primeros ministros para que supieran a quien gobiernan y protegen», explicó en La Coruña. Su obra ‘Humanae’ ha sido expuesta en las más importantes galerías de todos los países, pero reconoce que lo más importante para ella es «cuando voy a hacer nuevas fotografías». «He ido de las favelas de Brasil a Suiza, he retratado a bebés y a señoras de 99 años...», cuenta, para finalmente llegar a la conclusión, y demostrar, que el color de piel ha sido una excusa para «cometer genocidios y segregar». Además, se tomó solo como referencia la piel, porque «los seres humanos también tenemos diferentes colores en los ojos o en el pelo».

Al final, lo más importante de su trabajo, según explicó Dass, es la falta de información de las fotografías. En la exposición solo se ven retratos sobre un fondo de un determinado color, pero «no se sabe quien es rico, quien es pobre, ni el lugar de procedencia, ni su orientación sexual». De hecho, hay personas que «tienen el mismo color pero son de grupos étnicos diferentes» , dijo la fotógrafa en el Palexco. Ahora lleva ‘Humanae’ un paso más allá: organiza talleres en escuelas y colegios para que los niños dibujen sus propios retratos.

‘280 latigazos’ —o, en portugués, ‘280 Chibatadas’— es el último proyecto de la fotógrafa brasileña. Una muestra visual en la que muestra imágenes de su familia (desde sus abuelas hasta ella misma) intercaladas con mensajes publicados en Twitter. De hecho, el número viene de que la red social solo permite ‘tweets’ de un máximo de 280 caracteres. Entre las publicaciones en la red del pajarito se pueden leer cosas como «No soy racista, pero a veces una bala no vendría mal», « No soy racista, al contrario, pero para casarme y comprometerme nunca »... «Son frases un poco chiste, pero deshumanizan», dijo la Angélica Dass. «Esto es lo que yo vivía de adolescente y me acompaña hasta hoy».

Brazos en 3D

La historia de Guillermo Martínez también comienza de niño. Se decía, «ojalá hubiera una máquina mágica para hacer los juguetes que quiera», y años después, su sueño se volvió realidad con la impresión en 3D. «Me compré una muy barata y empecé a hacer de todo», contó en el congreso, hasta que un día hizo un dron súper resistente: «De repente me di cuenta de que no estaba haciendo un dron para mí, sino que era un dron de salvamento ». Ese fue la semilla de Ayuda3D, plataforma con la que ahora se dedica a hacer prótesis de brazos para personas que han sufrido amputaciones . Lejos de complejísimos dispositivos electrónicos, las manos «se cierran gracias a la articulación natural del hombro o el codo», haciendo su producción más barata y democrática. Su viaje comenzó en Kenia, donde puso las primeras prótesis. «Al final no estamos haciendo que solo las personas tengan un brazo, sino que tengan un trabajo mejor y que sean más independientes», contó Martínez.

Con la pandemia también se volcó: «Hicimos pantallas de plástico para más de 20.000 personas», calcula el ingeniero. «Nuca trabajé tanto en mi vida».

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