El presidente de la CEG, Fernández Alvariño, no optará a la reelección
El presidente de la CEG, Fernández Alvariño, no optará a la reelección - EFE

Los empresarios gallegos reclaman una CEG «fuerte» e «independiente»

Llaman a la «unidad» y sientan en el «consenso» el futuro rumbo de la patronal, cuya estructura habrá que «adaptar a la realidad actual

Santiago Actualizado: Guardar
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El futuro más inmediato de la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) pasa por recuperar el prestigio de una institución que en los últimos meses ha trasladado a la opinión pública una imagen de «desunión», para unos, «deslealtad» y «falta de generosidad», para otros, y recuperar su papel como máximo exponente de la defensa de los intereses empresariales. Dejar a un lado los personalismos y «remar todos en la misma dirección» es la principal premisa a la que apuntan los representantes de las patronales provinciales, que reclaman una CEG «fuerte» e «independiente». Tras quedar vacante el puesto de presidente y con las elecciones a la vuelta de la esquina —se celebrarán el próximo 15 de enero— otro de los puntos en los que todos coinciden es en la necesidad de un candidato por consenso.

En sus manos estaría enderezar el rumbo de la entidad y llevar a buen puerto un barco que las luchas internas han hecho zozobrar. Una tarea nada fácil para quien se proclame como máximo representante de la institución coincidiendo con el arranque de año, un puesto para el que cada día gana más enteros el responsable de la Confederación Empresarial de Orense, José Manuel Pérez Canal, cogerente de Aceites Abril, y en quien todos ven un magnífico puntal.

Aunque con matices, los cuatro responsables de las confederaciones regionales hablan de la acuciante necesidad de generar un «clima de unión y colaboración en un escenario compartido y común», en palabras del propio Pérez Canal, en el que «todo el mundo sea valorado en sus opiniones, reflexiones e inquietudes». «El rumbo que coja la CEG debe ser consensuado con todos sus integrantes», agrega el empresario orensano.

Desde Pontevedra, Jorge Cebreiros llama a superar la «falta de generosidad que en los últimos años se está dejando notar entre las organizaciones» y dejar a un lado «la desunión, desconfianza y trabas que nos ponemos unos y otros». Por su parte, Jaime López, secretario general de la patronal lucense, pide «responsabilidad, sensatez y sentido común».

En este contexto, toma relevancia la «Galicia global empresarial» que predicaba el presidente saliente, José Manuel Fernández Alvariño, quien indica que su sucesor lo tendrá de su lado «si así lo estima necesario». «Mientras los empresarios no tengamos independencia, nuestra voz seguirá siendo débil», mantiene el empresario vigués. «Indudablemente, ante un posible enfrentamiento con la administración siempre estaremos en inferioridad de condiciones si no rompemos esa sujeción económica», explica. A su juicio, el principal reto de la CEG no solo pasa por «dejar de vivir de las subvenciones», sino por una apuesta clara por la innovación, «porque la internacionalización solo tiene éxito cuando aportamos valor añadido». En este sentido, hace hincapié en que «hay que tratar de conglomerar a los empresarios en la realidad de una Galicia que es líder en varios sectores que debemos poner en valor».

Viabilidad económica

Fernández Alvariño confía plenamente en la viabilidad económica de la institución siempre y cuando se apueste por una «gestión propia, con fondos europeos » . Sobre las cuentas —están pendientes de aprobación las de 2014—, no le da relevancia, pero sí indica que es necesaria una reestructuración de la organización más allá de los ajustes que le dio tiempo a hacer en los últimos dos años. «Una vez se adecue a la realidad económica, en pocos años la CEG logrará desendeudarse. Con un buen plan financiero su desarrollo es espectacular».

Parecida es la opinión de Cebreiros. Sobre este mismo asunto, el presidente de la provincial viguesa apunta a que es necesario un cambio de modelo. «Un cambio que nos está reclamando la sociedad y la clase empresarial, y que pasa por aportar valor añadido a las empresas», señala para, acto seguido, afirmar: «Yo no niego las subvenciones, las niego como vía de financiación». «Hay proyectos de prevención de riesgos laborales, de cooperación transfronteriza, sistemas de información para que las empresas acudan a licitaciones internacionales, ayudas europeas... no necesariamente los servicios que prestan las organizaciones empresariales, sectoriales y sindicales tienen que venir de las subvenciones o de los cursos de formación», declara, para matizar que «si las subvenciones llegan paralelamente como una ayuda para apoyar, por ejemplo, que los empresarios salgan al exterior, entonces bienvenidas sean».

Por su parte, Pérez Canal defiende que las organizaciones empresariales siempre han sido independientes, pero también que se nutren de ayudas públicas. Pese a que cree que lo ideal sería lograr la «autosuficiencia», es consciente de que «es un sistema del que estamos muy lejos». Su apuesta es clara, a corto-medio plazo, por lograr una coexistencia entre los fondos propios y los externos y con el tiempo reducir esa dependencia con proyectos interesantes para los empresarios y que reporten ingresos.

Que hay que tomar medidas es algo que también tiene claro el secretario provincial de Lugo, y, en su opinión, «no se pueden dilatar más en el tiempo, porque las mareas te pueden arrastrar». «Antes de que esto ocurra es necesario adaptarse a la realidad económica actual», señala quien cree que el concepto de subvención hay que «delimitarlo con precisión». A su juicio, con o sin ayudas, las organizaciones empresariales deben ser «independientes, para poder decirles a las administraciones cuando están haciendo bien las cosas y cuando no. No vale hacer un discurso seguidista, nosotros nos debemos a los empresarios y nuestro objetivo deben ser sus intereses».

En este marco, Cebreiros apuesta por poner en marcha «incentivos, indicadores y validaciones del servicio prestado», en definitiva «lo que cualquier empresario hace en su propia empresa». Y precisamente llevar el modelo de gestión empresarial a las organizaciones es por lo que abogan en su mayoría los empresarios gallegos, que creen que en el corto plazo en la CEG está cubierto, pero que en el largo hay que hacer ajustes en una organización que todos coinciden «está sobredimensionada». «Esa pequeña dificultad que tenemos desde el punto de vista económico financiero es fácilmente superable», razona Pérez Canal, en clara sintonía con Cebreiros y López, pero «no evita que haya que hacer una reestructuración en la organización». «Hay gastos que son prescindibles», señala el empresario orensano.

En todo caso, todos ellos, vicepresidentes de la junta de la CEG que con un papel interino lidera el presidente de la patronal coruñesa, Antonio Fontenla (quien ha preferido no pronunciarse para no interferir en el proceso electoral abierto), coinciden en que el nuevo diseño de la patronal corresponderá al nuevo presidente y los órganos ejecutivos de gestión.

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