Coronavirus Galicia

Un mes que «parece un año»: el balance de los sanitarios tras 30 días de alarma

Los profesionales relatan cómo el patógeno les obligó a adaptarse con rapidez y ser ingeniosos en la «guerra biológica»

El brutal daño del virus vuelca a todos los estamentos científicos en una lucha sin cuartel contra la enfermedad

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Última hora del coronavirus en Galicia

Un paciente se somete a la prueba desde el coche el pasado 23 de marzo en el hospital de Santiago MIGUEL MUÑIZ
Miguel Ruiz de Arcaute

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Médicos, enfermeros, especialistas e investigadores. Todos juntos bregando sin descanso en la misma dirección. La estampa es ya universal, aunque con matices: el desbordamiento sanitario ha llevado al límite a los países más golpeados por la pandemia mientras que otros, por el contrario, han logrado sortear con relativo éxito la onda más devastadora del virus. España engrosa la lista de los primeros, pero dentro de su territorio también han aflorado variantes. Con el tiempo, Madrid, La Rioja o Castilla-La Mancha han emergido, cada uno a su debido momento, como los principales focos de la enfermedad. Otras autonomías –Asturias, Murcia o Comunidad Valenciana, verbi gratia– lo han sobrellevado razonablemente bien. Entre ellas, y con la excepcionalidad de Ceuta y Melilla, Galicia, con sus casi tres millones de habitantes y una población eminentemente envejecida, ha descollado con una de las mejores tasas de letalidad del territorio . Hoy, pasados más de 30 días desde la declaración del estado de alarma y tras dejar atrás las peores semanas, la Comunidad empieza poco a poco a ver la luz al final del túnel.

«Este último mes ha sido extraño, más que un mes parece que ha pasado un año», reflexiona Elvira Someso, médico de familia en el Punto de Atención Continuada (PAC) del centro de salud Casa del Mar de La Coruña, el área sanitaria más castigada por el virus. En ella fue donde se detectó el primer caso de Galicia el miércoles 4 de marzo y en ella se han concentrado de manera prácticamente ininterrumpida desde entonces la mayor parte de los 6.147 positivos que acumulaba la Comunidad este sábado . «En el trabajo tuvimos que adaptarlo todo con rapidez desde el primer día , y a veces con bastante ingenio para cumplir los protocolos de seguridad y seguir recibiendo enfermos adecuadamente: establecer zonas específicas para posibles afectados de manera que el resto de los pacientes se mantuviesen seguros, organizar los equipos de protección individual (EPI), reorganizar los turnos, revisar las rutinas de limpieza…», relata Someso.

Como ella, miles de sanitarios se han visto obligados a hacer gala en tiempo récord de una capacidad de adaptación sin precedentes para luchar contra un virus de propiedades y dimensiones totalmente desconocidas. Un patógeno cuyo alcance fue subestimado en un primer momento y que acabó cogiendo a todos desprevenidos en mayor o menor medida. «La situación en nuestra comunidad, viendo lo que ya había en Madrid, fue desde el principio de una calma tensa, preparando la posible llegada de casos», constata Enrique Míguez, jefe de la Unidad de Infecciosos del Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña, quien, al igual que su colega Someso, vivió la irrupción del VIH en España, primero, y las amenazas de los dos coronavirus anteriores (SARS en 2002, MERS en 2012) y la de la gripe A (2009) y el ébola (2014), después, «pero nada es comparable a esto».

«Solo se podrá volver a la normalidad cuando haya un altísimo número de inmunizados», asegura el profesor Jesús Rodríguez Requena

Ambos destacan que la entrega y la estrecha colaboración entre compañeros han sido claves para «salir airosos de esta guerra biológica», como la define Míguez, pero al ser inquiridos por aquello que han echado en falta no vacilan en apuntar hacia dos elementos: previsión y material sanitario . «El material fue escaso y en un principio no sabíamos bien qué hacer. Ahora llega con más facilidad, pero de todas formas somos muy cuidadosos porque tenemos lo justo», explica la doctora Someso. Una postura que comparte Míguez, quien aunque concede que «ningún país del mundo, se puede preparar con el material suficiente para dar respuesta a algo así», sí que opina que «esto nos tiene que hacer reflexionar sobre si lo adecuado es poner todos los suministros esenciales en manos de terceros países, porque nos va a privar de dar una respuesta material en tiempo y forma». Parte del equipamiento disponible ha sido adquirido desde Madrid, pero fue el Gobierno autonómico el que, a fin de cuentas, supo anticiparse en la medida de lo posible y ha llevado las riendas en ese apartado.

Las residencias, el talón de Aquiles

Toda prevención, sin embargo, se acabó revelando tardía o insuficiente para frenar un virus especialmente feroz en individuos con patologías previas, lo habitual en personas de avanzada edad. Mientras los gallegos asistían atónitos a una espiral del caos que escalaba inmisericorde, el virus aprovechó el desconcierto para colarse en su entorno más anhelado: las residencias de mayores . Casi un quinto de los contagios y poco menos de la mitad de los óbitos ya se concentran en ellas, un impacto que no supo atisbarse y ante el que fue ya demasiado tarde cuando se reaccionó. «Creo que estamos haciendo absolutamente todo lo que está en nuestras manos independientemente de que los centros sean públicos, de iniciativa privada o social», valora Rocío Carbón, directora de la residencia municipal Vila de Cruces (Pontevedra), que, a diferencia de tantas otras, no ha registrado todavía ningún positivo entre sus usuarios. «En este momento he sentido que existe un pensamiento generalizado de que las residencias tienen una estructura sanitaria con la que realmente no contamos; somos centros sociales de atención especializada en el cuidado de personas mayores con distintos grados de dependencia, pero no somos hospitales», recalca.

Enrique Míguez, jefe de Infecciosos del CHUAC CEDIDA

Todos los estamentos científicos, también los investigadores, se han volcado estos últimos 30 días en dejar a un lado los proyectos en curso y orientar sus conocimientos hacia la lucha contra la enfermedad . De todas las líneas de estudio abiertas en estos momentos, destaca, como es lógico, la que aspira a la vacuna, y a ella ha querido sumarse el equipo del bioquímico del CiQUS José Martínez Costas . Este grupo trabaja con una metodología propia que permite resultados en márgenes de tiempo reducidos y a bajo coste, si bien su éxito depende de la financiación que consiga. Al igual que Martínez Costas, otros expertos radicados en Galicia –como el profesor Jesús Rodríguez Requena, de la USC, quien ha iniciado junto a su equipo una investigación centrada en el desarrollo de tests diagnósticos serológicos– se han puesto manos a la obra para combatir al enemigo, cada uno con sus armas y desde sus propias trincheras.

Tras llegar a finales de marzo a jornadas de más de 500 contagios y veinte fallecidos diarios, Galicia no supera desde hace ya cinco días la marca de 70 positivos . Aunque las autoridades continúan llamando a no bajar la guardia y las calles llevan semanas tomadas por las mascarillas y el distanciamiento, la fase más aguda de la epidemia queda ya como un mal recuerdo y el futuro va lentamente dibujándose en nuestro interior. A la hora de elucubrar cómo será, los expertos entrevistados para este reportaje se muestran en su mayoría convencidos de que, al menos a medio plazo, la transformación que ejercerá el virus sobre nosotros será mayúscula. «Esto no va a ‘pasar’. Va a ir cambiando, mitigándose. Habrá cada vez menos casos, menos muertos. Pero no se podrá volver a la normalidad porque en el momento en que se volviese, volverían a descontrolarse los contagios . Sólo se podría volver si se llega a un número altísimo de personas inmunizadas. Pero ni siquiera sabemos si la inmunidad es permanente», señala Jesús Rodríguez Requena, el investigador de la USC.

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