La nueva normalidad en las escuelas

Así se blindan las Galiñas azuis: Juegos al aire libre, grupos burbuja y la máxima higiene

La disposición de las camas será diferente y los padres no podrán entrar al centro para la recogida. «Los niños van a volver con todas las garantías de seguridad, y eso es lo importante» aseguran los directores

Las profesoras organizan la vuelta a las aulas en la Galiña de Milladoiro MIGUEL MUÑIZ

Patricia Abet

Hace más de cien días de que la nueva generación de gallegos, esos de entre 0 y 3 años , no pisan una escuela infantil. El pasado 12 de marzo su normalidad se truncó de la mano de un confinamiento para el que nadie estaba preparado. Ni sus padres, ni sus cuidadores, ni ellos mismos. Los grandes perjudicados de estos tres meses de encierro volverán a las aulas en septiembre, pero nada será igual. Acostumbrados ya a que quienes los rodean lleven la cara cubierta por una mascarilla, y a que jugar en la calle conlleva más riesgos de los debidos, los más pequeños se enfrentarán tras el verano a una adaptación que la red de Galiñas azuis del Gobierno gallego empieza a perfilar. Estas semanas, los educadores han regresado a las aulas para diseñar los protocolos que marcarán la hoja de ruta de la nueva normalidad. Lo hacen con preocupación y con dudas. Pero también con mimo y con el convencimiento de que «todo irá bien». « Lo que queremos es trasladarle confianza y seguridad a las familias , porque eso es lo más importante» asegura Cecilia, directora de la escuela infantil de Milladoiro.

Junto a su equipo, llevan una semana diseñando cómo será ese ansiado retorno, incluso con performances para organizar la entrada y salida del centro con los padres, la recogida de los niños o el acceso a los vestuarios. Cada paso del día a día en la escuela es sometido a examen para blindar la salud de los pequeños y de su entorno. Por eso, apunta Cecilia, pediremos a los padres «un esfuerzo y mucha paciencia» en rutinas diarias como la llegada al centro, que se deberá hacer de forma escalonada para evitar aglomeraciones. « Sabemos que hay horas punta en las que muchos padres coinciden dejando a los niños , y que se tienen que ir después corriendo al trabajo, pero hay que ser pacientes porque lo principal son los pequeños y no podemos hacerlo corriendo» explica. Lo mismo ocurrirá con el momento de la siesta, donde la idea es alternar la ubicación de las camas para que un niño tenga la cabeza orientada hacia arriba y el de al lado en el sentido contrario y evitar así el contacto de las respiraciones. «Con niños tan pequeños, la distancia social es imposible de mantener , pero trataremos de limitar los peligros lo máximo posible». Como ejemplo, la directora explica que están preparando la zona verde con la que cuenta el centro para salir siempre que el tiempo lo permita , porque saben que «los espacios abiertos son siempre más seguros que los cerrados». «Vamos a pedir a los padres que traigan abrigos y botas para que los niños puedan estar en el jardín» avanza sobre la nueva organización.

Otra de las novedades, la de la ropa. Los abrigos ya no se colgarán en los pasillos ni en las aulas . Las familias se los tendrán que llevar cuando dejen al pequeño. Los profesores, por su parte, tampoco podrán llegar vestidos al centro con su ropa de trabajo. Deberán mudarse enteros, incluido el calzado. Las exigencias de desinfección hacen pensar que muchas de las pertenencias que los niños tienen habitualmente en las escuelas —mantas, sábanas, cojines— se lavarán en el propio centro para garantizar la desinfección . Y que, además, todas las mudas que lleven los padres deberán llegar en bolsas estancas. Lo mismo pasará con los pañales y las toallitas. Incluso los materiales que se utilizarán en los juegos —como cartulinas o papeles— serán sometidos a una cuarentena para garantizar que no haya rastro del virus. «Somos conscientes de que vamos a estar todo el día con el paño en la mano» reconocen desde esta Galiña, que lleva diez años abierta y cuenta con 85 alumnos y 17 profesoras de plantilla. «Cada vez que se abandone un aula habrá que desinfectarla y extremar la higiene con los juguetes y los materiales», aclaran.

Entre las novedades más llamativas, la de que los padres no podrán acceder al interior del centro pese a que seguirán manteniendo la filosofía de escuelas abiertas que las caracteriza y que se basa en la implicación absoluta de las familias en la estancia del pequeño en la escuela. «Hasta ahora las familias se podían mover libremente, entrar a las aulas, ver lo que estaban haciendo los niños, pero la nueva situación no lo permite».

Y más cambios. Las clásicas agendas de papel serán sustituidas por aplicaciones telemáticas a través de las que tutores y padres seguirán conectados, aunque de manera virtual. «Tiraremos más del teléfono, y también de videollamadas y de la app», expone Cecilia. Otra de las claves del nuevo curso serán los grupos burbuja. Siguiendo las directrices de los colegios, en las escuelas infantiles también tratarán de no mezclar a los niños de las distintas unidades. Se trata de crear una suerte de pompa en la que las relaciones interpersonales se reduzcan a los alumnos que comparten aula y su pareja educativa, para controlar los contactos diarios. Acerca del uso de mascarillas, no hay una decisión firme . «Las usaremos cuando no se pueda garantizar la distancia de seguridad, pero con niños tan pequeños es muy difícil» reconocen desde la Galiña amiense, donde también delimitarán las zonas de espera y pase para los padres con marcas en el suelo. «Todos los días nos reunimos para analizar el protocolo y ver cómo podemos desarrollarlo. Proponemos ideas y vamos al espacio a probarlas» explican sobre estas jornadas en las escuelas, muy alejadas de lo que debería haber sido un julio normal.

Para ayudar en la transición después de casi seis meses de parón, esta escuela empezó a realizar videoconferencias con sus pequeños hace algunas semanas. «La más corta fue de veinte minutos y la más larga de hora y media. Los niños nos enseñan sus habitaciones, sus juguetes... lo hemos disfrutado muchísimo y los padres lo han agradecido de verdad» explica una de las profesoras durante la visita de ABC a la escuela. La experiencia del confinamiento también les enseñó que «debemos poner a los niños en el centro y la verdad es que nos olvidamos un poco de ellos. Se abrieron antes los bares que los parques, pero ellos necesitan socializar », reflexiona una de las profesoras.

Desde el silencio que la Covid impuso en los pasillos de estas escuelas, los equipos aprovechan para buscar fórmulas que equilibren la seguridad con el cuidado de los pequeños, sin perder el apego que caracteriza a esta etapa escolar. Y mientras la nueva normalidad empieza a vislumbrarse, en las aulas siguen colgadas las fotografías de los pequeños que se fueron sin poder despedirse . Algunos volverán y otros darán el paso a Infantil, un salto al vacío en el que los profesores los sostendrán de una mano, y sus padres de la otra, para que el virus no vuelva a robarles su lugar.

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