Vista de Alicante desde las alturas
Vista de Alicante desde las alturas - JUAN CARLOS SOLER
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Cinco paisajes dignos de fotografiar en Alicante

La provincia cuenta con algunas bellas y fotogénicas estampas ideales para los amantes de inmortalizar momentos

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  1. Alicante desde las alturas

    Vista de Alicante desde las alturas
    Vista de Alicante desde las alturas - JUAN CARLOS SOLER

    No es habitual que un lugar cercano al mar, con la cercanía que el casco histórico de Alicante tiene respecto al Mediterráneo, tenga a su vez puntos con la suficiente altitud como para inmortalizar una perspectiva panorámica que aúne altura natural, ciudad y la infinitud del agua.

    En Alicante, a falta de una, varias son las perspectivas desde las que tomar impresionantes fotos no aptas para personas con vértigo. El barrio de Santa Cruz, el Castillo de Santa Bárbara, el Monte Tossal o alguno de los rascacielos del centro son las atalayas perfectas para un «selfie» de altura, una panorámica con buenas vistas o el simple disfrute de un paisaje privilegiado.

  2. El Castillo de Santa Bárbara

    Vista nocturna del Castillo de Santa Bárbara
    Vista nocturna del Castillo de Santa Bárbara - JUAN CARLOS SOLER

    La gran fortaleza alicantina es, al mismo tiempo, objeto y origen de grandes instantáneas. Además de permitir grandes fotos de la ciudad por su situación de altitud sobre el casco histórico de Alicante, el Castillo de Santa Bárbara suele salir guapo cuando es el objetivo mira hacia él.

    Desde cualquier punto del puerto, a través de las calles de la zona histórica de la ciudad o desde la segunda fortificación de la ciudad –la de San Fernando–, el Castillo de Santa Bárbara es una de las clásicas postales turísticas de la ciudad. Además, la iluminación hace que se preste de buen grado a ser fotografiado de noche, dando pie a unas hermosas imágenes con su silueta dibujada en el nocturno cielo alicantino.

  3. Palmeral de Elche

    Además de Patrimonio de la Humanidad, el Palmeral Histórico de Elche es un polo de atracción turística y una mina que da trabajo y forma de vida a miles de personas en toda la ciudad. Palmereros, jardineros, artesanos o agricultores locales centran su actividad en torno a una planta convertida en seña de identidad de la segunda ciudad de la provincia.

    El palmera, por su fisonomía, dibuja un característico «skyline» en el cielo ilicitano. La forma de las copas de cada una de las plantas crea un dibujo muy peculiar en las alturas, que se vuelve especialmente atractivo cuando el día mengua y el sol, medio escondido, arroja colores naranjas y violetas entre las palmas.

  4. Calas de la Marina

    Una de las calas de Benitatxell, en la Marina Alta
    Una de las calas de Benitatxell, en la Marina Alta - JUAN CARLOS SOLER

    Tanto en la Marina Alta como en la Marina Baja se encuentran, excepciones aparte, gran parte de las más paradisiacas y encantadoras calas del litoral alicantino y mediterráneo. La estampa, con sus pequeñas diferencias, suele guardar unos puntos comunes: recónditos arenales, acantilados, aguas cristalinas y unos atardeceres como para llenar de fotos la más amplia de las tarjetas de memoria.

    La cala del Moraig de Benitatxell, la cala Ambolo de Jávea, el Racó del Conill de Villajoyosa... Desde el cabo de San Antonio hasta El Campello, la orografía del litoral genera pequeños recovecos ricos en flora y fauna, que permiten tomar espectaculares fotografías –tanto sobre el agua como por debajo de ella– y de los que, manos expertas mediante, pueden salir auténticos catálogos turísticos.

  5. Salinas de Santa Pola

    Un parque natural rico en flora y fauna, más de 2.500 hectáreas de dunas y y playas junto las que se ubica la explotación salinera. Las Salinas de Santa Pola tienen una vasta extensión de agua dulce embalsada, fiel reflejo de lo que ocurre tanto a su alrededor como en el cielo, y fuente de brillos y colores muy apetecibles para los amantes de la fotografía.

    Además, más allá del lago, este paraje cuenta con una peculiar seña de identidad: los flamencos. La población de estas aves, que llegó a superar los 8.000 ejemplares en su mejor época, todavía hoy se cuenta por millares. Con los flamencos, muchas especies de ave y peces endémicos que nutren la postal para animar y dar vida a cualquier fotografía.

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