Juan Zumalde - VERLAS VENIR

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Ha habido un empate, con lo que el médico deja la decisión en suspenso y hasta después de verano no tomará una decisión

Juan Zumalde
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Alfredo va a sufrir una intervención quirúrgica. Cirugía menor. Poca cosa. El caso es que el doctor ha citado en la consulta a Alfredo, su mujer, los dos hijos mayores de edad, el pequeño para que esté al tanto de la cosa, los padres del paciente y su jefe. El objetivo es votar. Sí, porque la intervención se puede hacer de diferentes formas. La primera más invasiva, pero más segura. Eso sí, la baja laboral será más larga. Entonces, su jefe no lo ve. Y su mujer tiene dudas porque claro, la otra es una cirugía menos agresiva pero puede tener más complicaciones. Y si se complica, pues no apetece mucho.

En fin, que van a votar. Los padres han decidido abstenerse, el jefe ha optado por la operación más liviana y la baja más corta, la mujer ha votado en sentido contrario al jefe.

Y los hijos post-adolescentes han puesto sendas papeletas con mensajes anarquistas. Eso es, voto nulo.

El caso es que la cosa no se ha resuelto ya que ha habido un empate. Con lo que el médico ha dejado la decisión en suspenso y hasta después de verano, como la cosa no urge, no se va a tomar una decisión. Eso sí, Alfredo tendrá que seguir régimen para que esa vesícula no le de un disgusto mientras tanto.

Esto sí que es una votación, y no la del 26 de junio, que esa ya la vivimos, con pocos matices, el pasado mes de diciembre.

Por cierto, puestos a votar, esperen al 15 de septiembre. El colegio les va a preguntar si sus hijos deben tener jornada intensiva o partida. Y el criterio para responder será, como en el caso de pobre Alfredo, una cuestión de intereses personales. Quiero decir que habrá padres que digan una cosa o la contraria en función de un interés personal. Y alguno habrá –pocos, ya se lo digo- que contesten después de documentarse y formarse un criterio sobre qué es mejor para la educación de la chiquillería.

Los profesionales, con el criterio que se les supone, deberían tomar decisiones como estas. La de cómo operar al Alfredo y la de si los niños deben tener jornada continua o no. Someter estas cuestiones a sufragio universal me parece en el mejor de los casos una frivolidad y en el peor, un intento de camuflar un interés personal en una votación popular.

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