Raquel Bejarano posa para ABC en el pabellón del Cabañal de Valencia
Raquel Bejarano posa para ABC en el pabellón del Cabañal de Valencia - MIKEL PONDE
DEPORTE FEMENINO

Raquel Bejarano: Humilde clarividencia sobre la pista

La central ibicenca orquesta el balonmano del Canyamelar Valencia sin perder de vista nunca sus orígenes para progresar con firmeza

VALENCIA Actualizado: Guardar
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Qué huella deje finalmente en el balonmano lo dirá el tiempo, el recorrido, la experiencia, el progresar con firmeza. Lo que ya lleva en la mochila es humildad y buenas costumbres deportivas al calor de una conversación pausada a pie de pista. Proyecta un tener claro de dónde viene para caminar hacia adelante con solvencia. Sabe que la génesis de uno no se debe olvidar, y pisar siempre en tierra, y refrendar la idea de grupo, y en efecto hacer bueno aquello de que la fuerza del lobo reside en la manada. Y dentro de eso, ella es la figura que debe aunar templanza, clarividencia, inteligencia cuando su grupo se rebela en ataque. Raquel Bejarano Marí (Ibiza, 7/6/1996), central del Balonmano Canyamelar Valencia, ofrece pasos convincentes, sobre los que se augura un excelente futuro, en la máxima categoría del balonmano femenino español.

Tierna en edad, sencillamente aterriza con «ganas de aprender de todas mis compañeras» y refuerza su modo de expresarse en una pista: «Soy una balonmanista a la que le gusta jugar para el equipo. No sólo me gusta hacer yo, sino hacer para las demás».

Es su función. Orquestar el ataque. Pensar. Decidir. Escrutar las opciones. Y ejecutar con velocidad mental lo que su equipo deba hacer sobre la portería rival. Y lo hace además con garra. Y ella está en seguir afinando eso. Pulir aquello de la figura que juega y hace jugar.

Demasiado movida era de pequeña como para no sacar toda su vitalidad a través de un deporte. El tenis no cuajó. Con siete años, miró hacia arriba un tablón de propuestas deportivas del colegio ibicenco Puig d’En Valls. Y vio una palabra: balonmano. «No sé porqué lo elegí. No sabía ni lo que era. Pero fui a probar y me gustó mucho. Lo que de allí salió ya es un no entender mi vida sin el balonmano. Y de aquellos primeros momentos, un equipo de diez amigas que siempre estábamos juntas. Entrenamientos, partidos, viajes, incluso al ser el principal equipo de las islas ir todas juntas a la selección balear», recuerda.

La escuela ibicenca

Existe un nombre clave en aquellos inicios, que además ya lo fue para siempre. Su entrenador Noel Cardona. «Formamos en el ‘Puchi’ un grupo impresionante. Él me enseñó prácticamente todo lo que sé. Además, también juega de central y siempre ha ido trabajando conmigo lo que, en función de mis condiciones físicas, podía ajustarse más para mejorar mi balonmano como la finta, el juego con pivote, la variabilidad de lanzamiento, el saber decidir», cuenta Raquel.

«No había pabellón ni nada. Hasta juvenil de segundo año entrenábamos (seis sesiones semanales) al aire libre, en pista de cemento, al lado de unas cabras, que olía aquello fatal. Si llovía no se entrenaba en pista, sino en un garaje para hacer temas más técnicos. Y si había humedad en invierno hacía que la pista resbalase muchísimo», dice echando la vista atrás.

El «Puchi» era y es el principal equipo de Baleares. Buena ornada la de Raquel. En el campeonato isleño, eran incontestables. Luego en los nacionales, supieron tutear a grandes rivales y firmar buenos puestos finales: «En cadetes, perdimos contra el Canyamelar. Quedaron ellas terceras de España. Luego, en juveniles nos volvió a pasar lo mismo contra el Elche. Pero fue un partido bonito por las sensaciones que quedaron. Le plantamos cara al que fue campeón de España».

Precisamente cuando finalizó la etapa juvenil fue momento de tomar decisiones. El grupo se dividió. Mandaban ya los estudios. Era momento de elegir una carrera. La central ibicenca optó por las Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. «Yo tenía claro que la decisión que tomara tenía que llevarme además a un sitio donde pudiera seguir jugando a balonmano», explica. Así llegó al Canyamelar Valencia.

Trabajo duro y formación

El equipo valenciano, entonces a las órdenes de Susana Pareja, le abrió las puertas ya en septiembre de 2014. El plan por entonces era entrenar durante la semana en Valencia y luego jugar con el Puchi en División de Plata. Pero cuando finalizó el ejercicio en esta categoría tuvo la oportunidad de debutar en DHF. Jugó los últimos cuatro partidos de liga. Las sensaciones generales del año fueron buenas y fichó para la presente campaña por el Canyamelar. «Estoy muy a gusto aquí. Espero que consigamos no sólo mantener la categoría, sino mejorar todos los puestos que se puedan (ahora al frente está Vicent Nogués). Ojalá pueda seguir el año que viene aquí», mantiene.

Raquel, en todo caso, es de pensar en el presente. No es de ensoñar con objetivos a largo plazo. A tierna edad, sabe qué es momento de seguir formándose y creciendo. Y al respecto reflexiona en cuanto a que «tienes que saber potenciar lo que tú tienes. Si sabes también esconder tus defectos puedes ser un gran jugador. Si confías en ti y en lo que puedes hacer, vas a llegar donde tú quieres». Ni siquiera se despega de tierra cuando se le plantea ser una «Guerrera»: «Son palabras muy grandes, pero ojalá. Es cuestión de tiempo, de mucho trabajo, de mucho entrenamiento, pero siempre ilusiona». Su ilusión hoy sencillamente es poder seguir jugando a balonmano en la máxima categoría. Lo que tenga que venir, ya se verá.

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