Entrevista

Manolo Valdés: «El único arte que rechazo es aquel que no puede comprenderse directamente desde la imagen»

El artista inaugura este miércoles una exposición con seis esculturas monumentales en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia

VALENCIA Actualizado: Guardar
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A Manolo Valdés (Valencia, 1942) no le hacía mucha gracia meterse “sin permiso” en uno de los lagos de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, complejo construido por su amigo Santiago Calatrava. “Tenía miedo de verla ante edificios tan potentes. También estaba preocupado, porque Calatrava no había planteado nunca esculturas aquí -comenta el artista mientras contempla las seis esculturas de cinco metros de altura y varias toneladas de peso que emergen de la lámina de agua situada junto al Museo Príncipe Felipe-. «Sin embargo, cuando vi cómo habían quedado me sorprendí. He expuesto en lugares verdaderamente privilegiados a lo largo de mi vida, pero esto me parece espectacular».

Hablamos con Valdés aprovechando una de sus escasas visitas a Valencia, la ciudad que le vio nacer y en la que se formó como artista.

Aquí, primero junto al Equipo Crónica y después en solitario, subió los primeros peldaños de una trayectoria que lo ha encumbrado como uno de los creadores plásticos más cotizados de su tiempo.

Esta exposición de obra reciente, comisariada por Javier Molins, incorpora varias novedades. Por ejemplo, es la primera vez que presenta esculturas policromadas.

Esto ha sido fruto de la influencia que han tenido en mí otros artistas contemporáneos que pintan sus esculturas. Me han hecho reflexionar cómo es posible que no se me ha ocurrido antes ¡Si vengo de España, donde las esculturas se policromaban ya desde Berruguete! También empecé a acordarme de mis orígenes en València, cuando iba al Puerto y veía esas planchas de metal pintadas de cadmio de azul y verde, con capas y capas de colores desgastados por el paso del tiempo.

También ha incluido su primera escultura monumental en mármol ¿Qué aporta de nuevo este material a sus célebres cabezas de mujer?

Cuando cambio de material pienso que doy otra versión de la misma imagen. Que le doy más lecturas. En este caso he trabajado con el mármol como si fuese un metal. He utilizado planchas y luego las he ensamblado, tanto con el objetivo de quitarle peso a la escultura como para no separarme de mi modo de hacer. Yo no sé tallar una escultura a partir de un bloque, ni tampoco va con mi manera de expresarme.

¿Qué le produce más satisfacción, exponer una obra en la calle ante multitudes que vienen y van, quizás sin prestarle demasiada atención, o hacerlo dentro de un museo, a la vista de un grupo más limitado de personas, pero que supuestamente acuden a ver la obra de Valdés con un interés explícito?

Son satisfacciones distintas. La obra pública siempre produce sensaciones y miradas y opiniones muy diversas. Es muy bonito. Una vez expuse en Nueva York y el Ayuntamiento quiso que las esculturas se extendiesen desde Columbus, en la zona rica de la ciudad, hasta los barrios desfavorecidos. Los comentarios en unos y otros lugares eran muy distintos, pero la adhesión a las obras era igual. Uno de los comentarios en los barrios pobres era que los sombreros de mis esculturas eran como los de Lady Gaga. Cuando se hace una asociación así significa que has pensado en ello, y eso siempre es positivo. Recuerdo también un hombre que pedía limosna y se trasladó a vivir debajo de una de mis esculturas mientras duró la exposición. La hizo suya, y eso me gusta.

Mediante esta exposición, su obra se “hermana” de alguna manera con la de otro valenciano de fama mundial, Santiago Calatrava. Aunque ya sabe que el trabajo del arquitecto inspira sentimientos encontrados…

Yo soy admirador de su obra. Y es cierto que ha sido muy criticado, como todas las personas “grandes” y con gran influencia en el entorno. Es imposible que alguien se esas dimensiones no sea debatido.

¿Ha experimentado alguna vez ese tipo de críticas hacia su persona?

No, yo soy un artista modesto, no tengo esas polémicas, y menos públicas. Pero digo una cosa: ya veremos qué pasa el siglo que viene. Porque lo de Calatrava ha venido para quedarse. Como la Lonja o el Mercado Central. Todo lo demás son polémicas bastante vulgares.

Una de las principales líneas de su carrera, tanto cuando formaba parte de Equipo Crónica como en solitario, ha sido el interés por reinterpretar la historia del arte ¿Imagina algún momento del futuro en el que haya artistas que se planteen reinterpretar a Valdés?

Creo que si son inteligentes irán a las fuentes, no a mí. De todos modos, a diferencia de la ciencia, que olvida a los precursores de ideas cuando éstas se descartan (como cuando averiguamos que la Tierra no era cuadrada), en el arte todo acaba coexistiendo. Cada corriente que nace con la intención de sustituir a lo anterior, acaba coexistiendo. El Renacimiento con la pintura abstracta, el pop art con el surrealismo, etcétera. Afortunadamente, el arte es muy diverso. Aunque me da pena cuando me enfrento a obras de artistas que no entiendo.

¿Pena por ellos o por usted?

Por mí, por no poder disfrutarlas. Por las limitaciones que uno tiene.

¿Qué tipo de arte no es capaz de disfrutar?

El único tipo de arte del que no soy partidario y me produce rechazo es el que no se expresa desde la especificidad. El arte que necesita de la literatura, de la sociología o de lo que sea para poder comprenderse. El arte que no puedo leer directamente desde la imagen, sino que tienes que ir a leer sobre él a la cartela.

¿Cuál es la relación que tiene con sus obras una vez las ha terminado y salen de su estudio hacia una galería o para instalarse definitivamente en la plaza de una ciudad? ¿Mira alguna vez hacia atrás, o la olvida y sigue hacia adelante?

Para mí la excitación está en crear la obra. A veces me encuentro por sorpresa alguna obra de mi pasado que me gusta más que lo que estoy haciendo en ese momento, y eso me da miedo, pero no me hace tirar la toalla. Pero desde luego mi tendencia natural es olvidarme del pasado. No solo con las obras, sino también a no leer lo que se escribe sobre mí. Y reconozco que siento cierta resistencia a ir a las exposiciones colectivas que incluyen alguna obra mía. Donde seguro que no estoy instalado es en la autocomplacencia. Lo que me mueve es pensar que voy a hacer algo distinto y mejor que lo anterior.

Imagen de Valdés junto a algunas de sus obras
Imagen de Valdés junto a algunas de sus obras - ROBER SOLSONA

En una entrevista mantenida con Juan Genovés hace dos años, me comentó que no le gustaba “la idea de poner en cuadro muchas ganas y que acabe en casa de un millonario” ¿Se preocupa usted por quién compra sus obras?

Yo tengo mucho respeto por los coleccionistas. No soy de los que se desentienden de eso, y me gustan mucho que compren piezas. He visto a gente comprar obras mías haciendo un gran esfuerzo, y otras a golpe de talonario. Yo soy coleccionista, comparto esa cosa de poseer obras de los demás. He hecho muchos sacrificios por tener cosas y sé que la mayor adhesión que se le puede pedir a alguien es que saque la cartera del bolsillo. Creo que hay muchos mitos sobre todas estas cosas. La razón por la que una persona se acerca a una obra de arte es muy variada. Algunas razones no son muy heroicas; quizás es porque se lo has visto al vecino, o porque has visto que socialmente tiene prestigio un determinado artista. Pero a mí, como artista, ¿qué me importa eso? ¿Quién soy yo para juzgar? ¿Cuál es el problema? Bienvenido sea a nuestro mundo. He visto tanta gente que se ha acercado al arte por esas razones, y se ha quedado enganchado…

¿Cómo es un día de trabajo en la vida de Manolo Valdés?

Me levanto siempre optimista, creyendo que soy Superman, y voy andando al estudio, que está a una hora y media. Cuando he avanzado la mitad del camino, ya empiezo a ponerme nervioso, porque quiero coger ya los pinceles y ponerme a trabajar. Así que termino cogiendo un taxi o el autobús para llegar antes. Al final del día soy menos optimista porque ya has visto los resultados. A veces estás muy contento, pero generalmente la cosa no es como esperabas. Pero eso es precisamente lo que te hace volver al día siguiente con la misma intensidad y ganas. A veces, esta obsesión se resuelve fuera del estudio. Una imagen en la que no había reparado, de repente se acomoda a lo que estoy haciendo en el estudio. Cuando salgo a la calle soy como un cazador, buscando la presa, a ver cuál es el botín. Ahora estoy aquí, viendo las cosas de Calatrava, y estoy pensando qué podría “robarle”. No puedes evitarlo.

Imagino que si sigue en Nueva York es porque esta ciudad no ha agotado sus posibilidades como fuente de inspiración.

Sigo allí porque sigo teniendo la impresión de que aprendo. Nueva York te atrapa porque es una ciudad muy plástica.

Hace poco pudimos ver una amplia retrospectiva de Equipo Crónica en la Fundación Bancaja de Valencia ¿Qué sentimientos le genera ver estas obras, tantos años después?

Muchas, porque fueron unos años de mi vida que me marcaron mucho por su componente social y político. Trabajábamos para conseguir la normalización del país, pero cuando llegó la democracia no me sentí ya con la misma ilusión de hacer determinados cuadros. Pensé: ¿Voy a luchar contra molinos de viento? Muchos amigos míos continuaron, e incluso se metieron en política, pero yo no tuve nunca esa necesidad. Ya se ve en las últimas series de Equipo Crónica, en las que hablaba de viajes y de otras cosas.

Su nombre sale siempre a relucir entre los valencianos célebres de nuestro tiempo, pero se le ve poco por aquí (al menos públicamente).

También Sorolla estuvo mucho tiempo fuera. La migración de hoy es distinta. Uno no se va a “hacer las Américas” en un barco que tarda veinte días y ya no vuelve. Yo recibo diariamente en mi tableta cuatro o cinco periódicos, y siempre miro la sección de noticias de València. Estoy enterado hasta de los chismes. Así que no, no hay desarraigo.

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