Ferran Garrido - Una pica en Flandes

Heridos

«Me hierve la sangre al escuchar al ministro de Asuntos Exteriores ruso la justificación de esos bombardeos que no son otra cosa que crímenes de guerra»

Imagen de una mujer que huye del horror de la guerra en Kiev (Ucrania) EFE

Estamos heridos y de eso no tengo ninguna duda. Las heridas provocadas por esta guerra van a durar más allá de la inmediatez de día a día de la actualidad y del impacto de las imágenes que nos llegan desde la Ucrania invadida por las tropas de Putin .

Pero hoy no me voy a dedicar a lamerme las heridas metafísicas de una Europa que ve la guerra desde la comodidad de un salón con calefacción, aunque la pague cara.

La semana pasada, en esta Pica que cada fin de semana planto en Flandes, reflexioné sobre los refugiados . En estos últimos días me he dado cuenta de lo necesario que es que no dejemos de pensar en las víctimas. Esto lo aprendía hace mucho, pero al final es fácil que el torrente de información nos aparte de la reflexión y se nos olvide que las víctimas de una guerra como esta sufren con horror una situación ante la que no pueden hacer absolutamente nada .

Supongo que acabaré escribiendo sobre los muertos, pero no puedo evitar la impresión que me causan las imágenes de los heridos. Y no es casual que así sea. Tal vez forme parte de la estrategia del horror de los propagandistas del miedo de todo ejército invasor, porque el miedo, como los heridos, también son armas de guerra .

Cuando un tirano decide que su ejército bombardee un hospital, una guardería, un edificio de viviendas o la cola del pan, aparte de demostrar el veneno que lleva dentro y su absoluta falta de respeto por la vida humana, busca utilizar el sufrimiento que causa a sus enemigos . Es terrible, pero en el cálculo estratégico del agresor está el problema que los heridos ocasionan en el bando contrario. Es horroroso. Pero es una realidad que nos puede confirmar cualquier experto en temas militares.

En una guerra hay diferentes protagonistas y dos bandos . Es fácil tomar partido por uno u otro combatiente. Pero yo hace tiempo que decidí tomar partido por las víctimas. Por los que sufren. Por los que padecen las consecuencias de la barbarie. Por los que ven su vida rota en medio de una tormenta de violencia que destroza su vida para siempre porque hay heridas que no se curan jamás .

Seguramente la semana que viene les hablaré de los muertos, de los combatientes, de los desparecidos o a lo mejor de los verdugos. Pero hoy miro las imágenes que me llegan desde Ucrania y n o dejo de pensar en los heridos y en la grave situación a la que se enfrentan en un país en el que los hospitales se han convertido en objetivo de los invasores rusos. Me hierve la sangre al escuchar al ministro de Asuntos Exteriores ruso la justificación de esos bombardeos que no son otra cosa que crímenes de guerra. Dice el diplomático que son objetivos militares porque los hospitales son bases del ejército ucraniano. En fin…

Heridos en los ataques a hospitales, heridos en los corredores de evacuación de población civil, heridos en los bombardeos indiscriminados sobre pueblos y ciudades, heridos que tal vez pasen a engrosar la lista de un artículo que, una semana de estas, titularé como «Muertos».

Dice Bea, que me aguanta cada día con mis cosas, que esta guerra me obsesiona. Y tiene razón, porque me hace revivir, con el dolor de una herida aún abierta, imágenes que jamás creí que se pudieran repetir otra vez en Europa . A veces creo que, si no fuera por ella, y por su capacidad de análisis y reflexión, se me iría la cabeza con todo esto.

Cuando la verdad vuelva del secuestro al que le somete la guerra, sabremos las cifras reales de personas heridas. Tal vez esa semilla sembrada por los invasores se vuelva contra ellos porque, más allá de sus cálculos de crueldad, creo que olvidan que lo bueno, o lo malo, de las personas heridas es que saben que pueden sobrevivir . Algún día querrán ajustar cuentas. Es lo que tiene abrir la caja de la espiral de la violencia.

Mientras, toda nuestra solidaridad y apoyo a las víctimas.

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