Guillem Bertomeu - Lletraferit

La falta de liderazgos en la Comunitat Valenciana

«Cuando no se juega a ganar, sino a no ser vapuleado, cualquier gota de oxígeno parece una victoria»

Imagen de Joan Ribó junto a María José Catalá EFE

Eso tan literario del «poder valenciano» cayó más que nunca en saco roto desde hace ya más de una década. Cogió algo de oxígeno con los cuatro ministros valencianos del «fashion» primer Gobierno de Pedro Sánchez , pero la espantada de Màxim Huerta a la semana y, posteriormente, de la exconsellera y ministra de Sanidad Carmen Montón fueron la sentencia a tal espejismo.

Los que vienen siendo los grandes triunfadores de este maratón de elecciones por estos nuestros lares tienen firmemente dos nombres. Uno socialista y el otro nacionalista y no son otros que Ximo Puig y Joan Ribó . El primero por tener la habilidad de asumir el riesgo de adelantar elecciones y juntarlas con las nacionales y la movilización que provocó entre la izquierda, y el ojo clínico que tuvo al anticipar el desplome de Podemos, tanto en la Comunitat Valenciana como a nivel nacional.

El segundo, Joan Ribó , por superar con su personalidad el voto autonómico de la marca Compromís. Por ser convertirse por primera vez desde hace cerca de 25 años en la nueva fuerza más votada en el Cap i Casal. Situación más que improbable en Compromís hace diez años, cuando u fuerza municipalista chocaba siempre con obtener representación en las grandes ciudades. Una campaña personalizada, «Jo amb Ribó» , y huyendo de conflictos estériles, lo ha catapultado a sus más de 70 años para repetir con la vara de mando. E incluso dando toques de normalidad democrática recibiendo a los populares valencianos los primeros, como segunda fuerza en votos y concejales en la ciudad, por delante de sus socios socialistas. Un gesto con doble intención: hacer notar a Sandra Gómez quién es el que manda y que tampoco dieron el sorpasso a los populares.

Una de las claves de los liderazgos es tener una estrategia clara y, después, definir cuáles son los elementos diferenciadores respecto al otro. La derecha, la popular sobre todo, no puede celebrar los resultados de Valencia ciudad como un éxito. El octavo concejal lo han vendido como un gotero que le dan a un enfermo terminal. Cuando no se juega a ganar, sino a no ser vapuleado, cualquier gota de oxígeno parece una victoria, y no debe ser tal.

Imagen de Joan Ribó junto a María José Catalá EFE

La derecha valenciana ha vuelto a caer por su complejo de siempre, y es el madrileñismo rancio y ver fantasmas por todos lados con nuestros vecinos del norte. Además de una falta de reflexión y autocrítica interna que se ha evidenciado en una derecha dividida en tres partidos, dos de ellos embriones del propio PP. Mi amigo Rafa Lahuerta , en su libro «La balada del bar Torino», decía que muchas veces “el ofrenar noves glòries a Espanya nos ha confundido con ser políticamente serviles y acomplejados, siempre a expensas que una autoridad presuntamente superior -Génova añade un servidor- nos ofrezca el correspondiente sobre de azúcar».

Cuando dejemos de mirar tanto a Madrid como a Barcelona par creer en nosotros mismos, otro gallo cantarÁ. Esperamos ya pasadas las elecciones algo de reflexión y autocrítica. Si no, como siempre los liderazgos valencianos seguirán debilitándose. Estaremos expectantes a futuros nombramientos.

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