Toni Subiela - Peus de plom

Cuidar lo que nos une

«Las contestaciones individuales a complicaciones globales forman parte de una estructura estancada en los viejos Estados que no consiguen hacer frente problemáticas que requieren respuestas comunes»

Toni Subiela
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Hace apenas unos meses, un buen amigo me contó ciertos teoremas de un sociólogo alemán que me llamaron especialmente la atención por su visión acerca de los cambios que se estaban experimentando en nuestra época.

Escuchando esta mañana en la radio las declaraciones de Donal Trump sobre el futuro de la OTAN y viendo a través de todas los canales de televisión la inmensa cúpula antirradiación que están instalando en la central nuclear de Chernobyl, me vino a la cabeza la visión que Ulrich Beck tendría sobre esto.

Hoy en día, nadie es capaz de poner en duda la imparable interconexión global a la que nos enfrentamos. La confluencia de factores locales que desembocan en complicaciones a gran escala han convertido al mundo en una pequeña aldea global.

Una sistematización que ha generado incerteza en una sociedad que parece envuelta en una dinámica imparable de sobreinformación que atañe a todo aquello que sucede dentro y fuera de sus fronteras. No cabe duda de que hoy estamos más unidos para todo aquello que nos importa.

La integración europea, que empieza a titubear con el ascenso de populismos y agrios nacionalismos, ha ido perdiendo fuelle en un contexto en el que cada vez parece más sensato unir fuerzas a pesar de las distancias. Esta carencia de políticas comunes, consecuencia de la falta una verdadera voluntad de actuar por un fin común, ha desencadenado, consiguientemente, en una falta de bienestar en muchas de las regiones que componen la Unión Europea.

Ulrich Beck, en su “sociedad del riesgo” ya trataba que el foco central de los problemas sociales debía pasarse de lo particular a lo general. Aquello que concernía exclusivamente a una región concreta ahora pasa indiscutiblemente a volverse un problema globalizado dentro de un sistema estrechamente interconectado.

Crisis ambientales locales, como por ejemplo el desastre de Aznalcóllar, en el Parque Natural de Doñana, han dejado paso a problemáticas ecológicas mundiales como el cambio climático o los peligros de las nucleares. La seguridad de los países, antes amenazada por grupos terroristas internos como ETA o IRA, pasa a centrarse en combatir el autodenominado “Estado Islámico”, que ha puesto en alerta al mundo occidental en su conjunto.

Si pensamos en el nivel económico (Grecia, EE.UU) podemos encontrar casos que nos hacen llegar a una misma reflexión: ¿Debemos empezar a apostar por políticas globales? Si los riesgos han dejado de ser estatales, ¿por qué seguimos apostando por respuestas desde los particularismos?

Las contestaciones individuales a complicaciones globales forman parte de una estructura obsoleta estancada en los viejos Estados que no consiguen hacer frente de manera consensuada a problemáticas que requieren respuestas comunes. La interconexión es evidente, pero la cohesión, en muchos casos, hace aguas.

*Toni Subiela es diputado por Ciudadanos en las Cortes Valencianas

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