Investigación

La científica española que lucha contra el hambre y el cambio climático desde la NASA

Belén Franch: «Mi carrera laboral ha sido dura y difícil ya que no resulta sencillo abrirse camino en un mundo tan masculinizado»

Imagen de la científica valenciana Belén Franch en el congreso REDIT Summit de Valencia ROBER SOLSONA

David Maroto

Cabe la posibilidad de que exista la percepción extendida por la industria cinematográfica de que la NASA solo se dedica a enviar cohetes al espacio o pilotar robots inteligentes en otros planetas. Nada más lejos de la realidad y, como prueba de ello, Belén Franch , una científica valenciana de tan solo 37 años que lidera varios proyectos del consorcio internacional centrados en conseguir un mayor rendimiento de los cultivos mediante el empleo de nuevas tecnologías.

Natural del municipio valenciano de Corbera, esta doctora encabeza actualmente el grupo de trabajo de NASA Harvest sobre «Estimaciones de rendimientos de los cultivos», misión que compagina con sus labores de investigación en la Universidad de Valencia y de profesora adjunta en el centro universitario de Maryland (Estados Unidos).

Franch califica trabajar en la NASA como un «orgullo inimaginable» , fruto del «trabajo constante» y de una «dedicación plena». «Estaba haciendo mi tesis en Valencia cuando recibí una beca predoctoral del Ministerio de Ciencia e Innovación para seguir mi doctorado en Estados Unidos . Una vez allí, el investigador con el que trabajaba en Maryland ingresó en la famosa agencia de aeronáutica y me llevó con él», explica a ABC la científica valenciana, quien asegura que supuso una «experiencia increíble que nunca pudo llegar a imaginar».

En 2018, fue galardonada por la propia NASA con la medalla de honor 'Early career achievement medal' y desde hace ocho años ostenta la calificación de Doctora Cum Laude en Física en la Universidad de Valencia. Además, es miembro de la iniciativa GEOGLAM (Group on Earth Observations Global Agriculture Monitoring), en la que se encuentran los mejores investigadores internacionales para coordinar los diferentes trabajos en la monitorización de la agricultura.

«Las amigas y compañeras de colegio de mis hijas siempre les recuerdan que su madre trabaja en la NASA», narra Franch, quien destaca que «le viene bien» porque siempre ha querido «potenciar la ciencia entre las mujeres» , las cuales «representan un porcentaje muy bajo dentro del sector». «Es todo un orgullo para mí servir como referente femenino para que las alumnas pueden decantarse por carreras científicas», proclama.

«Mi carrera laboral ha sido dura y difícil, puesto que no resulta sencillo abrirse camino en un mundo tan masculinizado », relata Belén Franch, quien reconoce «estar muy satisfecha» con su trayectoria como investigadora. «Puede que resulte trivial o tópico, pero los reconocimientos son una parte fundamental para cualquier profesional, pues es una satisfacción ver que ha valido la pena a pesar de todo el esfuerzo y el sufrimiento de tantos años», añade.

En este sentido, reconoce que la ayuda institucional «todavía es escasa», aunque ve «síntomas de que va a mejorar» a corto plazo. « Europa nos ha impulsado a invertir los fondos de recuperación en ciencia, por lo que los próximos años van a ser buenos. La clave es que esa tendencia siga siendo al alza y se llegue así al ansiado dos por ciento del PIB español », especifica la doctora.

Una agricultura más productiva y sostenible

Uno de los principales proyectos que lidera Belén Franch desde la NASA se centra en la teledetección en el seguimiento de las labores productivas del sector agrícola. Junto a su equipo de trabajo, ha creado un algoritmo de rendimiento de detección remota que recibe el nombre de Arya , inspirado en el personaje femenino de la popular serie televisiva Juego de Tronos.

Belén Franch, investigadora valenciana de la NASA ROBER SOLSONA

Esta iniciativa consiste en estudiar la producción de los principales países exportadores de trigo en invierno, con el objetivo de «explotar al máximo el potencial de todos los datos que surgen en estos cultivos». «La gestión agrícola de los campos mejorará mediante el empleo de la tecnología de la teledetección, con la que podemos detectar zonas del terreno que necesitan más atención a la hora de aplicar un determinado fertilizante, pesticida o herbicida», detalla la investigadora.

Para Franch, el uso de nuevas tecnologías en la agricultura puede fomentar una producción «más sostenible» y de «mayor calidad» . «El aumento de la frecuencia de los eventos climáticos extremos está afectando de manera más precisa al sector agrícola, que es altamente dependiente del clima», subraya. «La tecnología nos ha permitido teletrabajar y ha conseguido entretenernos en momentos muy complicados como la pandemia del Covid-19; ahora es el momento de utilizarla para hacer frente a la crisis climática », expone.

Más allá de Arya, Franch se encuentra inmersa en una «interesante» investigación sobre las diferentes variedades del arroz , mediante un proyecto designado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. «Estoy super satisfecha porque es un trabajo más local, diferente a lo que venía haciendo, y que me recuerda mucho a mi tierra», subraya. Además, desde NASA Harvest participa en la coordinación de todas las iniciativas internacionales de monitorización de los cultivos, con el fin de fomentar una mayor colaboración y transparencia dentro de la comunidad científica.

«La cumbre de Glasgow es positiva pero queda por ver en qué se van a traducir las buenas intenciones de los gobiernos»

La cumbre del clima de Glasgow (COP26) , que tiene lugar desde el 31 de octubre hasta el 12 de noviembre en la ciudad escocesa, ha servido para que 45 gobiernos se comprometan a actuar para proteger el medio ambiente mediante nuevos formatos de agricultura más sostenibles. Países como Brasil, Alemania y Reino Unido han prometido reducir sus emisiones de carbono para 2030, aunque los participantes no han incidido en cuestiones como favorecer productos ecológicos, alimentos de temporada o el comercio de proximidad.

En este sentido, Franch opina que la convención «es algo positivo», pero «la cuestión es saber en qué se van a traducir las buenas intenciones de los gobiernos». «Tal vez en esto sea más escéptica, pero me alegro de que haya una intención real de luchar por el medio ambiente», añade.

Respecto a la dicotomía entre fomentar cultivos más ecológicos y sostenibles y hallar nuevas soluciones tecnológicas para actualizar el actual sistema alimentario, la investigadora apunta que «hay que buscar un balance entre ambas vertientes, pues la agricultura ecológica reduciendo al máximo el impacto ambiental es hacia donde debemos ir». No obstante, explica que el crecimiento de la población mundial supone un reto que «nos obliga a aumentar la producción».

«Con el actual sistema productivo no vamos a poder alimentar a todo el mundo. Esto podría desencadenar en una crisis humanitaria que debemos mitigar cuanto antes. Tal vez por ello, estos acuerdos van más en esta dirección y han dejado de lado la concepción de ser más sostenibles y el fomento del consumo local», comenta.

La investigadora Belén Franch ha participado este jueves en la mesa redonda 'Un planeta en tiempo real: el desafío del desarrollo sostenible', organizada por la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana (REDIT) y el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE) dentro del congreso REDIT Summit 2021 .

La primera edición de esta convención diseñada para propiciar el diálogo entre el conocimiento aplicado y la innovación empresarial se ha articulado en torno a seis mesas inspiradas en los próximos retos Horizonte Europa: salud; alimentación y bioeconomía; clima; energía y movilidad; y digitalización e industria.

Uno de los ejes centrales de REDIT Summit ha sido conocer el papel trascendental que exhiben los institutos tecnológicos que forman la red valenciana en la transformación de sectores estratégicos como la automoción, agroalimentación, energía, economía circular, industria 4.0, salud del futuro, urbanismo, logística y transporte, entre otros.

REDIT , que celebra su vigésimo aniversario, representa los centros tecnológicos de la Comunidad Valenciana y cuenta con 1.800 investigadores científico-técnicos y unas infraestructuras de 100.000 metros cuadrados.

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