Sergi Doria - SPECTATOR IN BARCINO

El lado abyecto de la Historia

«La neolengua independentista se renueva cada día. Para estar en «el lado correcto de la Historia» se recurre a la manipulación documental»

A Quim Torra se le entiende todo. Supremacista pata negra, se jacta de estar «en el lado correcto de la Historia»: «Got mit uns» (Dios está con nosotros).

Los fanáticos no dudan. Tiznar con lazos amarillos carreteras, señales de tráfico, mobiliario urbano y patrimonio monumental (no se salva ni la Catedral) no es vandalismo, sino libertad de expresión. El referéndum ilegal es la democracia de quienes están en «el lado correcto de la Historia». Todo iría de maravillas sin un maldito porcentaje: más del cincuenta por ciento de los catalanes no sigue al Dúo Sacap untas que desafía al Estado: «¿Cómo estaba la plaza de Vic? ¡Abarrotá!» Por eso, cuando a alguno de los que no están «en el lado correcto de la Historia» se le ocurre quitar los lacitos o añadirles tinta roja para subvertir su simbolismo, se le denuncia o vapulea física o verbalmente; si es una mujer, el feminismo oficial lo lamentará con la boca pequeña; tampoco chistará el ecologismo subvencionado cuando el plástico amarillo anuda los árboles o se desliza de la playa al mar.

Escuchemos a Jordi Gaseni, alcalde pendenciero de L’Ametlla de Mar: «Engantxats i denunciats embrutant mobiliari urbà Arcadi Espada i 7 bitxos més a la rotonda de L’Ametlla de Mar. Aquesta és la seva manera de fer. Són uns bruts i ho tenim guanyat! Seguim! Llibertat presos polítics». Sobran comentarios acerca de la animalización del enemigo, un clásico de la propaganda «made in Goebbels».

Como tantos ediles y funcionarios de una administración que pagamos todos los catalanes este señor, que solo representa a una parte -populismo de ERC-, impone los símbolos de esa parte al conjunto de la ciudadanía. Cabría proponer, en justa proporcionalidad, que el susodicho cobrara solo una parte de su sueldo, ya que solo trabaja para quienes piensan como él.

La neolengua independentista se renueva cada día. Para estar en «el lado correcto de la Historia» se recurre a la manipulación documental. Puigdemont se querella contra Llarena. Donde el juez dijo «si es que hubo delito» (condicional) se traduce al francés como «sí, así ha sucedido» (afirmativo) y se le denuncia por no respetar la presunción de inocencia. Al golpe se le llama «buscar el momento». Del «Som República» se pasó al «Fem República», la República de farol que Ponsatí confesó en un extraño arrebato de sinceridad y la República virtual: un tributo a los videojuegos, hologramas y avatares.

La última aportación nos llega de Artur Mas. Según sus palabras, los «fracturadores» son quienes no están en «el lado correcto de la Historia»: el millón de catalanes que votó a Ciudadanos. En el Procés que culminaría con las autonómicas plebiscitarias que perdió -27 de septiembre de 2015- no hubo mentiras y engaños sino «error de cálculo».

Cataluña afronta el nuevo curso con el Parlamento cerrado hasta octubre: ¡largas vacaciones pagadas!; Puigdemont proyecta los «negros nubarrones» de la agitación callejera. Tampoco ayuda que la ANC plantee conmemorar el 1-O con «paros de país» (eufemismo de huelga salvaje). Ante tan aciago calendario, quienes gestionan el turismo de alto poder adquisitivo desaconsejan a sus clientes que programen estancias en una Barcelona copada por manifestaciones y posibles enfrentamientos con la fuerza pública.

Sirva de ejemplo la circular del Ministerio de Exteriores alemán. «A pesar de la voluntad del Gobierno español para dialogar, el conflicto político en Cataluña sigue sin resolverse». Alerta a sus ciudadanos sobre las movilizaciones por la Diada del 11 de septiembre y el primer aniversario del «referéndum ilegal» del 1 de octubre. Como nos confesaba un hotelero dedicado al turismo estadounidense, los altercados de aquella fecha suspendieron muchas reservas en el último trimestre de 2017. Según las estadísticas, el visitante extranjero descendió un 5 por ciento, 73.000 turistas menos que el año anterior. Las prevenciones del Ministerio de Exteriores germano explican el descenso de la Ciudad Condal en el ranking de reputación internacional: del octavo puesto al quinceavo; de 79 puntos de reputación en 2017 a 76,5 en 2018.

También se advierte del aumento de la criminalidad y, en especial, de los carteristas que campan a sus anchas por las zonas céntricas. Con tal panorama de tensión civil, sumado al aumento de un treinta por ciento de la delincuencia en Ciutat Vella, no es extraño que la facturación hotelera se haya desplomado un diez por ciento en julio. Aunque ese 30 por ciento coincide con el gobierno municipal de Colau, cabe señalar la responsabilidad de una Generalitat que escatima recursos policiales a la persecución del delito en Barcelona. El consejero Buch está más interesado en perseguir a los ciudadanos que quitan lazos que a quienes trapichean droga. Epígono ridículo de los Badia, provoca el hartazgo de unos Mossos reacios a revivir la Brigada Político Social en versión catalana.

...Y el lado «correcto» resultó ser el lado «abyecto» de la Historia.

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